El fútbol es pasión pero también es educación, comportamiento y ejemplo. Por eso, lo ocurrido con Luis Enrique, entrenador del Paris Saint-Germain (PSG), tras la derrota de su equipo frente al Chelsea en la final del Mundial de Clubes es una muy mala noticia: para el fútbol, para el deporte y para España.
El deporte necesita referentes que enseñen a ganar con humildad y a perder con dignidad. Luis Enrique, con su historial como jugador y entrenador, podría ser uno de ellos, pero comportamientos como el vivido tras el partido contra el Chelsea lo alejan de ese modelo. El fútbol profesional, por más presión que tenga, no puede olvidar su responsabilidad educativa y social.
Su bochornoso y violento comportamiento ha generado una ola de críticas. El asturiano protagonizó una escena de mal perder que deja una imagen lamentable, sobre todo ante los ojos de los más jóvenes, que miran a los referentes deportivos como modelos a seguir.
Tras el pitido final, con el Chelsea celebrando su pase a la siguiente ronda, Luis Enrique agredió a un jugador rival y no solo evitó felicitar a Chelsea sino que se mostró visiblemente enfadado, despectivo y desafiante en rueda de prensa. Y su forma de pedir perdón, no sirve. Tampico tuvo el valor de reconocer los méritos del equipo inglés o aceptar la derrota con deportividad, y el técnico español recurrió a excusas, descalificaciones veladas y un tono agrio que deslució aún más la derrota. Pero la agresión, que le va a costar cara, es lo peor y le deja a la altura del betún. El técnico asturiano perdió los papeles con el delantero 'blue' y habló de lo ocurrido en rueda de prensa. Es terrible lo que vimos tras la final del Mundial de Clubes disputada en el MetLife Stadium de Nueva York. El Chelsea arrolló sin piedad alguna a un París Saint-Germain. Enzo Maresca le ganó la partida a Luis Enrique en la pizarra. Y tanto Cole Palmer João Pedro firmaron un encuentro intachable. Pero se produjo una tangana final que estropeó todo lo anterior. Saltaron chispas entre blue y Luis Enrique, que perdió los papeles tras el pitido final de Alireza Faghani.
En las victorias Luis Enrique se hace el humilde, pero en las derrotas se puede ver su verdadera personalidad. Provocador y violento. pic.twitter.com/tPC9YmyWE0
— Rocker (@OldrockerND) July 13, 2025
El técnico asturiano lamentó lo sucedido a su manera: "Soy tonto. Está así parado, me empuja, le toco y se tira", narraba sobre la secuencia que dio la vuelta al mundo. En las imágenes se le puede ver encararse con el brasileño, buscarle el cuello y acabar golpeándole en el rostro.
En el fútbol, como en cualquier deporte, perder forma parte del juego. La actitud del entrenador no fue solo la de un técnico decepcionado, sino la de alguien incapaz de asumir que, esta vez, las cosas no salieron como esperaba. La imagen de Luis Enrique discutiendo con periodistas, negándose a responder a ciertas preguntas y minimizando la victoria del rival no es lo que se espera de un profesional de su talla.
El problema no es solo estético o mediático. Es una cuestión de valores. En un momento en el que el fútbol debería transmitir respeto, humildad y aprendizaje tras la derrota, el comportamiento de Luis Enrique envía un mensaje equivocado a miles de chicos y chicas que practican deporte y siguen cada partido. El mal perder no es un gesto de carácter, sino un mal ejemplo.
Además, esta actitud no es nueva en su carrera. Aunque Luis Enrique es conocido por su carácter competitivo y su intensidad, este tipo de reacciones reafirman la percepción de un entrenador incapaz de digerir la frustración sin caer en actitudes altaneras o sarcásticas. Lejos de ayudar a su equipo, estas escenas lo colocan en el centro de la polémica y dañan su imagen. Le ponen a la altura de Tassotti, quien propinó un brutal codazo a Luis Enrique en el Mundial 1994 en el que España quedó eliminada en cuartos de final ante Italia.
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