Desde su elección el pasado 8 de mayo como nuevo Pontífice, León XIV ha comenzado a dibujar los primeros trazos de un papado que promete continuidad en algunos aspectos de sus predecesores, pero también un sello muy personal. Aún sin haber tomado decisiones trascendentales en el plano doctrinal o estructural, su estilo de vida revela ya mucho sobre su carácter: sobrio, cercano, metódico y profundamente vinculado a sus raíces agustinianas.
Actualmente, León XIV continúa residiendo en el mismo apartamento que ocupaba como prefecto del Dicasterio para los Obispos, ubicado en el interior del Vaticano. Aunque esta vivienda fue pensada como solución temporal, lo cierto es que se ha convertido en el centro logístico desde el que gestiona sus primeros días como Sucesor de Pedro. Hasta hace poco, el nuevo Papa seguía manteniendo sus rutinas habituales, visitando cada día a sus hermanos agustinos en el Instituto Patrístico Augustinianum para compartir con ellos la oración, la comida y la vida cotidiana. Asegura que los echará "profundamente de menos", un detalle que muestra su fidelidad a la comunidad que ha sido su hogar espiritual durante años.
Mientras tanto, la pregunta de si ocupará finalmente el Palacio Apostólico —tradicional residencia de los pontífices— sigue sin respuesta oficial. Francisco decidió vivir en la Casa Santa Marta, marcando un cambio simbólico hacia un papado más humilde y accesible. El Palacio Apostólico permanece cerrado desde entonces y ahora está en proceso de renovación. Aunque algunas fuentes sugieren que León XIV no tiene prisa por trasladarse, el debate sobre el futuro uso del palacio sigue abierto.
Un cambio de coche… Pero no de actitud
Uno de los primeros cambios visibles tras su elección ha sido el vehículo papal. Mientras que Francisco se desplazaba en un modesto Fiat 500L blanco, León XIV ha optado por una Volkswagen Passat negro, algo más sobrio y tradicional, aunque lejos del lujo. Medios italianos como Il Giornale interpretan este gesto como un regreso a la normalidad más que como una muestra de ostentación. En cuanto al papamóvil, aún no ha habido apariciones públicas en el icónico vehículo. No obstante, se especula con que podría reutilizarse el Papa-Móvil, un Mercedes Clase G eléctrico que fue entregada a Francisco antes de su fallecimiento. Por ahora, León XIV ha preferido desplazarse en automóvil privado, de forma discreta y sin demasiada pompa, como lo hacía en su etapa anterior.
Tenis con vistas al Vaticano
Una de las facetas más sorprendentes del nuevo Papa es su afición al deporte, especialmente al tenis. Según han confirmado varias fuentes, León XIV solía jugar con frecuencia en una pista poco conocida situada dentro del Instituto Patrístico Agustiniano, desde la cual se aprecia la cúpula de San Pedro. Este rincón escondido en el corazón del Vaticano era su lugar de desconexión, donde combinaba el ejercicio físico con la contemplación espiritual. El propio Papa ha manifestado su deseo de continuar practicando este deporte "siempre que el tiempo y la salud lo permitan". Incluso el tenista griego Stefanos Tsitsipas, al conocer su afición, ha expresado públicamente su interés en jugar un partido con él. En este sentido, León XIV podría convertirse en uno de los pontífices más activos físicamente desde Juan Pablo II.
Del Augustinianum al gimnasio tras el McDonald's
Antes de convertirse en Papa, Robert Francis Prevost llevaba una vida organizada y sencilla. Era habitual encontrarlo en el Colegio Augustinianum, donde rezaba, almorzaba y compartía su tiempo con los hermanos agustinos, pese a sus altas responsabilidades como prefecto. Este vínculo estrecho con su comunidad ha dejado una huella visible en su estilo de liderazgo. Además del tenis, solía ejercitarse en el Omega Fitness Club San Pietro, un gimnasio discreto situado detrás del McDonald's de Borgo Pio. Allí, sin escoltas ni protocolo, entrenaba como un ciudadano más. Los empleados lo recuerdan como alguien educado, constante y reacio a recibir un trato especial, incluso siendo un alto cargo de la Curia romana.
La pasión deportiva de León XIV va más allá del tenis y el gimnasio. Es un declarado aficionado al béisbol —especialmente a los Chicago White Sox, equipo de su ciudad natal— y también sigue con atención el fútbol. Según ha confirmado un sacerdote cercano a él, su equipo en Italia es el AS Roma, lo que refuerza aún más su vínculo con la ciudad que ahora lidera espiritualmente. No se descarta que, en los próximos meses, reciba en audiencia a jugadores o delegaciones de ambos deportes, tal como hizo Juan Pablo II en su momento con numerosos equipos europeos. Esta cercanía al deporte no solo revela una dimensión personal, sino también una estrategia pastoral: conectar con las nuevas generaciones a través de sus intereses y pasiones.
León XIV ha asumido su pontificado con un estilo que combina la tradición agustiniana con una sensibilidad contemporánea. Apegado a la oración, fiel a sus amistades y partidario de una vida sencilla, el nuevo Papa empieza a proyectar una imagen de pastor cercano, activo y sin pretensiones. Aunque la distancia con sus antiguos hermanos agustinos será ahora inevitable, todo indica que su espiritualidad seguirá anclada en los mismos principios: humildad, comunidad, reflexión y servicio. Esta coherencia entre su vida anterior y la nueva responsabilidad que ha asumido refuerza la percepción de un pontífice auténtico, que no se disfraza de lo que no es.
Mientras la Iglesia aguarda sus primeras decisiones importantes, León XIV ya ha comenzado a transformar, silenciosamente, la percepción del papado. No lo hace a través de grandes discursos ni reformas inmediatas, sino mediante gestos cotidianos que hablan de cercanía, humanidad y coherencia. Un Papa que juega al tenis frente a la cúpula de San Pedro, que entrena detrás del McDonald's del Vaticano y que aún se siente hermano entre los suyos: así empieza el pontificado de León XIV, el Papa en forma.
