Antes de ser conocido como el Papa León XIV, o incluso como el padre Bob, fue simplemente el menor de los tres hermanos Prevost, asistiendo a misa cada domingo junto a su familia en la parroquia de Santa María de la Asunción (St. Mary of the Assumption), ubicada en los márgenes del sur de Chicago. Hoy, ese pasado modesto y profundamente católico cobra un nuevo sentido con la elección del primer pontífice norteamericano, nacido en esta zona obrera de los Estados Unidos.
Durante las décadas de 1950 y 1960, la parroquia era el corazón espiritual y social de la comunidad. St. Mary of the Assumption rebosaba de vida, y los Prevost estaban plenamente integrados. Los tres hijos asistieron a la escuela parroquial, mientras que su madre, Mildred, era presidenta de la Sociedad del Altar y el Rosario, y también participaba en obras teatrales. "Siempre estaban allí", recuerda en declaraciones a The New York Times Noelle Neis, antigua feligresa que se sentaba justo detrás de la familia en misa. "La comunidad giraba en torno a la iglesia", afirma con nostalgia.

Pero con el paso del tiempo, aquel vibrante enclave católico en el sur de Chicago prácticamente desapareció. El envejecimiento de la población, los movimientos migratorios y los cambios demográficos condujeron a una caída drástica en la asistencia a misa. En 2011, St. Mary of the Assumption se fusionó con otra parroquia vecina, y más adelante, en 2019, volvió a amalgamarse con otras dos iglesias. El edificio original, ya cerrado, presenta signos de deterioro: graffiti tras el altar y signos visibles de abandono.

Este declive ilustra una transformación más amplia en la Iglesia Católica estadounidense. Según el historiador John McGreevy, de la Universidad de Notre Dame, la historia de St. Mary refleja uno de los grandes dramas sociales del siglo XX en Estados Unidos: el desplazamiento de los católicos urbanos, sobre todo blancos, ante los cambios raciales y económicos. "Los católicos permanecieron más tiempo en sus vecindarios que otros grupos, en parte porque habían invertido profundamente en sus iglesias y escuelas", explica al citado diario. "Decían 'soy de San Bernabé' o 'de Holy Name', como si fuera un lugar geográfico". Aun así, incluso los barrios tradicionalmente católicos acabaron transformándose. Pero en los años del auge económico posterior a la Segunda Guerra Mundial, familias como los Prevost florecieron en comunidades sólidas, devotas y trabajadoras.

"El sur de Chicago era profundamente católico y orientado a la familia", explica el padre Tom McCarthy, quien conoció al futuro Papa en los años 80. "Casi todos éramos católicos. Ibas a la escuela católica, trabajabas duro y permanecías en el vecindario. Creo que él es un producto claro de ese ambiente". Sin embargo, el joven Robert Prevost no permaneció en la zona. Asistió a la escuela secundaria del seminario de San Agustín, en Michigan, y posteriormente vivió extensos períodos en Perú e Italia mientras ascendía en la jerarquía eclesiástica. Aunque la familia era miembro activo de una parroquia en el sur de Chicago, vivían en Dolton, un suburbio obrero justo al sur del límite de la ciudad. "No es el Chicago bonito, con árboles y parques", señala Rob Paral, investigador del Great Cities Institute. "Es el Chicago real: fábricas, autopistas y rieles de tren".

Donna Sagna, vecina actual de la antigua casa de la familia Prevost, admite que el vecindario ha atravesado etapas difíciles, con venta de drogas y violencia. Aun así, está emocionada por vivir junto a una propiedad con tanta relevancia. "Espero que esto traiga algo de paz a la comunidad", declara. La iglesia de St. Mary, que llegó a contar con miles de feligreses, se trasladó a su tercera y última edificación en 1957, cuando el futuro Papa era apenas un niño. A lo largo de las décadas siguientes, la parroquia siguió activa, pero las dificultades estructurales del edificio y la caída en la participación obligaron a su clausura. En 2011, el entonces arzobispo de Chicago, el cardenal Francis George, declaró que el edificio "no era seguro para su uso" y que los escasos recursos de la comunidad impedían su reparación.

Otras instituciones ligadas a la familia también sucumbieron al paso del tiempo. Mendel Catholic High School, donde trabajaba Mildred como bibliotecaria y asistieron sus hijos mayores, cerró en 1988. La escuela primaria donde su padre, Louis, fue director, cerró en 1990. El número total de parroquias en la Arquidiócesis de Chicago descendió de 445 en la década de 1970 a solo 216 en 2024. La transformación demográfica del suburbio de Dolton fue igualmente radical. En 1980, el 94 % de los residentes eran blancos y solo el 2 % afroamericanos. Para 2010, la población blanca era de apenas el 5 %, y la afroamericana había crecido hasta el 90 %.

Mildred falleció en 1990. Su esposo vendió la casa familiar en 1996, tras casi 50 años allí, y murió al año siguiente. La modesta vivienda de ladrillo rojo, ubicada en una calle tranquila, fue vendida recientemente por 66.000 dólares, completamente renovada y posteriormente se tasó en199.000. Como ya avanzamos, el agente inmobiliario encargado ha decidido tras la llegada al Vaticano de su antiguo "propietario" retirarla temporalmente del mercado para evaluar un aumento del precio.

Comenzó en un hogar modesto en los suburbios industriales de Chicago y está en lo más alto de la Iglesia Católica
Marie Nowling, de 86 años y residente a cuatro casas de distancia, recuerda en The New York Times una época de mucha violencia cuando se mudó al vecindario en 1999. "Había pandillas. Pero ahora es un barrio tranquilo y agradable", dice. El Papa León XIV ha recorrido un camino que comenzó en un hogar modesto en los suburbios industriales de Chicago y lo ha llevado hasta lo más alto de la Iglesia Católica. Su historia personal, profundamente enraizada en el catolicismo obrero estadounidense, ofrece una perspectiva única de fe, sacrificio y transformación social. Hoy, su figura es símbolo de esperanza para muchos que ven en él no solo al sucesor de Pedro, sino también a un hijo de la América real, surgido de un barrio olvidado y moldeado por la fe.