Hace seis semanas que la ex nuera de Carmen Borrego se sometió a una intervención quirúrgica muy agresiva para corregir una malformación maxilar que, más allá de una cuestión estética, empezaba a generarle verdaderos problemas de salud. El cambio de imagen es espectacular, tanto que ella misma ha reconocido que todavía se encuentra en proceso de aceptación de su nuevo rostro: "El cambio ha sido muy brusco, no me lo esperaba". Este miércoles, el cirujano que la ha operado ha dado todas las claves de su transformación y ha aclarado: "Todavía está muy inflamada, le dije que esperara un poco antes de aparecer en los medios".
Se llama Álvaro Sada y es cirujano en el hospital La Paz de Madrid, donde han operado a Paola tras varios años de preparación: "Es un tratamiento ortodóncico quirúrgico. Hicimos unos cortes en el maxilar, también un corte en mandíbula. Lo planificamos en un software, obtenemos férulas quirúrgicas, imprimimos en la impresora 3D de la Paz. Lo fijamos con placas y tornillos de titanio", ha contado en Tardear. "Se ha operado por cuestión médica. Es un tema médico y funcional, lo que ocurre es que las repercusiones armonizan la cara, pero si no se operaba podía tener problemas alimenticios, artrosis en la TM derecha, mal descanso... Y va a peor".
El doctor ha querido responder a algunos de los comentarios que se han escuchado a lo largo del día, como que el rictus de Paola parece paralizado: "Le dije que esperara un poco más porque está inflamada, pero va a sonreír perfectamente. Tiene una sonrisa asimétrica, como tiene que ser". Asegura también que la ex de José María Almoguera recuperará su gestualidad por completo en unos meses: "Sí, todavía no abre la boca porque le hemos desmontado la cara completamente, tanto maxilar, mandíbula y mentón. Volverá a tener una mímica facial normal después de la rehabilitación".
Un cambio radical
Paola ha protagonizado este miércoles la portada de la revista Lecturas, donde ha explicado cómo ha vivido este proceso: "Han tenido que retocarme todo. El cirujano me comentó que la nariz quedaba rara y me la han tenido que tocar también. Lo de la nariz no me lo esperaba".
El postoperatorio ha sido (y sigue siendo) durísimo. Alimentada a base de líquidos, ha tenido que aprender a hablar y comer de nuevo y enfrentarse, además, a la reacción de sus más íntimos: "Mi madre lloraba porque decía que esta no era yo, y mis hijos también". Asegura que los niños aún se están acostumbrando al cambio, igual que ella: "Estoy en proceso de aceptación, aún no me reconozco".
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