La llegada de Richard Gere al Palacio Carlos V de Granada ha sido todo un acontecimiento. El actor, galardonado este año con el Goya Internacional, ya está en la ciudad y ha aprovechado su estancia en la capital de la Alhambra para visitar junto a su mujer, la española Alejandra Silva, el conjunto monumental y ofrecer una rueda de prensa.
Con ella ha disfrutado el galán del sol de invierno que acaricia los muros rojizos de la Alhambra. La silueta inconfundible del protagonista de Oficial y Caballero es algo más encorvada por la edad. Su melena plateada, esa que en los años ochenta convirtió en moda mundial, brillaba bajo la luz del atardecer. Ha llegado a Granada para recibir el reconocimiento que celebra no solo su carrera cinematográfica, sino también su compromiso con las causas humanitarias. Pero, como si la carga de los tiempos oscuros que menciona pesara en sus hombros, el actor parece algo más reflexivo, incluso grave, mientras recorre el Palacio de Carlos V. Ante los periodistas y frente al majestuoso espacio renacentista, Gere se detiene, respira hondo y ofrece una sonrisa cálida, casi tímida: "Buenas tardes a todos. Esto es fantástico", dice en un castellano con acento marcado pero esforzado, provocando sonrisas entre los presentes. De inmediato, sus palabras se vuelven un homenaje a la cultura española. Alaba la belleza de Granada, la profundidad del cine español, la calidez de las gentes, pero también confiesa: "Todavía me queda mucho por aprender de vuestro país".
No obstante, el ambiente liviano y amable de la conversación inicial da paso a algo más denso cuando giran hacia la situación de su país natal, Estados Unidos. Gere suspira profundamente antes de hablar, como si necesitara reunir fuerzas para abordar un tema que lo inquieta profundamente: la presidencia de Donald Trump. "No hay manera amable de decirlo. Son tiempos oscuros. El mundo está en riesgo", comienza, con una mirada que parece buscar algo más allá de las colinas que rodean la Alhambra. Gere explica que no solo él, sino su esposa, la activista española Alejandra Silva, están en estado de shock por lo que sucede en su país. "La gente lo votó, lo eligió presidente, pero nadie creía que iba a cumplir lo que prometía. Está siendo mucho peor de lo que imaginábamos. Es como si viviéramos en la oscuridad más profunda", confiesa, y por un momento su rostro pierde esa serenidad casi budista que lo caracteriza. El actor, que desde los años setenta ha combinado su carrera en Hollywood con un intenso activismo político y social, detalla las decisiones que más lo alarman. "Uno de los programas humanitarios más importantes que teníamos, el de lucha contra el sida en África, ha desaparecido. Se ha destruido algo que salvaba millones de vidas. Esto no es política, es pura irresponsabilidad, un matrimonio oscuro entre poder y dinero que está dañando no solo a Estados Unidos, sino al mundo entero".
Las palabras de Gere no son las de un actor que repite frases cuidadosamente elaboradas por un equipo de prensa. Habla con la intensidad de quien realmente siente lo que dice, midiendo cada palabra pero sin temer ser claro: "Hace unos días hablé con un joven húngaro que me contaba cómo Viktor Orbán ha llevado a Hungría por un camino similar. Me decía que los americanos debemos estar vigilantes, porque esto no es solo un ataque a los valores democráticos, es algo que afecta a toda la humanidad".
Gere insiste en que las decisiones tomadas por los líderes actuales están poniendo en riesgo no solo al sistema político estadounidense, sino a la estabilidad global. Su indignación, sin embargo, no es impulsiva ni caótica; está impregnada de la calma que le otorgan décadas de activismo y su práctica budista. "Hay momentos en los que parece que el ruido de estos payasos peligrosos –porque eso es lo que son, payasos peligrosos– ahoga cualquier posibilidad de diálogo racional. Pero debemos resistir. No podemos darnos el lujo de rendirnos". El actor, que fundó la Gere Foundation hace más de 30 años, subraya la importancia de actuar frente a la injusticia. Sus palabras parecen una llamada a la acción, aunque no desde la violencia, sino desde la vigilancia y el compromiso. "El poder y el dinero están controlando todo, incluso las decisiones de los parlamentarios, pero esto no significa que debamos quedarnos de brazos cruzados. Por muy tenebroso que sea el panorama, siempre hay una luz al final del camino".
Recibir el Goya Internacional es, para Richard Gere, un reconocimiento no solo a su carrera artística, sino también a esa faceta suya que lo ha llevado a luchar por el Tíbet, a defender los derechos de las personas sin hogar y a apoyar proyectos de conservación ambiental: "El cine me ha dado mucho, pero también me ha permitido estar en una posición donde puedo hacer algo por los demás", afirma con humildad.
Confiesa que le gustaría trabajar en España
El premio llega en un momento especial de su carrera: este año se cumplen cinco décadas desde que Gere debutó en el cine. Películas como American Gigolo, Oficial y caballero, Pretty Woman o Chicago lo convirtieron en un ícono global, un galán que trascendió la pantalla gracias a su carisma y su talento. Pero Gere nunca se conformó con ser solo una estrella de Hollywood. Desde muy joven, su vida estuvo marcada por una búsqueda espiritual que lo llevó a practicar el budismo y a convertirse en uno de los defensores más visibles de la autonomía del Tíbet: "No soy perfecto, ni pretendo serlo. He cometido errores, como todos, pero creo que lo importante es aprender de ellos y tratar de hacer del mundo un lugar mejor", dice, mientras su mirada parece perderse en las columnas del Palacio de Carlos V.
Desde su llegada a España el pasado otoño, Gere ha encontrado en nuestro país algo más que un hogar: "España tiene una energía especial. Hay una profundidad aquí, una conexión con la tierra y con las tradiciones que me resulta muy inspiradora", comenta. Granada, en particular, parece haber dejado una impresión duradera en el actor: "La Alhambra es un lugar mágico. Caminar por aquí te hace sentir pequeño, pero de una manera hermosa. Es como si la historia te abrazara y te recordara que somos solo un pequeño capítulo en algo mucho más grande". Gere confiesa que le gustaría trabajar en el cine español, aunque reconoce que aún tiene mucho que aprender. "Sé que tenéis grandes directores y actores. Espero tener la oportunidad de colaborar con ellos y formar parte de vuestra industria", dice, dejando entrever que su amor por España no es algo pasajero.
Al terminar la rueda de prensa, Gere se despide de los periodistas con una sonrisa y un agradecimiento sincero: "Gracias por darme este espacio para compartir lo que siento. Sé que el mundo parece un lugar difícil en este momento, pero creo que juntos podemos superar cualquier oscuridad". Mientras se aleja por los pasillos del palacio, el eco de sus pasos se mezcla con las voces de los periodistas que aún comentan sus palabras. Richard Gere, ese galán que alguna vez conquistó Hollywood con su encanto y su elegancia, se ha convertido en algo más: una voz que clama por la justicia en tiempos oscuros. Granada, con su luz dorada y su historia milenaria, parece el lugar perfecto para recibirlo, recordándonos que, incluso en los momentos más difíciles, siempre hay espacio para la belleza, la reflexión y la esperanza.
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