Crecen las acusaciones a Íñigo Errejón. El exportavoz de Sumar anunció el pasado jueves su marcha de la política institucional tras ser acusado de presunto acoso sexual. En los días posteriores, algunas mujeres se declararon víctimas de expolítico, entre ellas, la periodista Elisa Mouliáa. Tras su testimonio, este fin de semana llegó el de la portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento madrileño, Rita Maestre, con quien Errejón mantuvo una relación de siete años. Ahora sobre el exfundador de Podemos recaen acusaciones de agresión sexual. La última llegó este domingo por parte de una mujer anónima con la que estuvo en contacto entre 2014 y 2015.
La mujer, que aportó su testimonio bajo el nombre ficticio Violeta, contó a El Salto su experiencia con Errejón, al que no solo acusa de haberla forzado a tener relaciones sexuales en estado de shock, sino también de mentir en su comunicado. El expolítico afirmó que la presión que vivió por su labor en la política le llevó a comportarse de manera inapropiada con las mujeres. Sin embargo, esta presunta víctima recalca que él ya era "un misógino" cuando Podemos era un proyecto que acababa de nacer.
"Violeta siente un profundo enfado cuando en el comunicado del político afirma que su personaje ha podido con la persona porque, para ella, 'nunca hubo persona y personaje', sino 'que se creía superior a las mujeres y tenía una autopercepción de sí mismo como un ser supremo. Era, sencillamente, una persona misógina'. Violeta tiene claro que 'la erótica del poder y la impunidad patriarcal hizo el resto' y advierte de que, 'cuando estuvo conmigo, no tenía la notoriedad pública que pone como excusa en su comunicado. Por lo tanto, está mintiendo'", reza el texto del citado medio, publicado este pasado domingo.
Esta mujer conoció a Errejón en junio de 2014 en un acto que Podemos realizó en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y desde entonces ambos mantuvieron el contacto por Facebook y después por Telegram, donde pasaron de hablar de política a tener conversaciones íntimas en las que él le reclamaba atención constante. "Yo me mantenía cautelosa, porque en ese momento él tenía pareja y yo no sabía hasta dónde íbamos a llegar", explica. Por aquel entonces, el expolítico estaba saliendo con Rita Maestre.
"El primer encuentro se establece para finales de septiembre en Madrid, concretamente el día 19, y dura 50 minutos. Fue en el piso que una amiga de Violeta le prestó en el barrio de Lavapiés. Para entonces, 'el tono de las conversaciones del chat ya había subido mucho', cuenta. Ambos habían decidido iniciar un juego de roles en el que Violeta iba a interpretar el papel de 'su pu**'. "Se empeñó en hacerme creer que lo que teníamos era una historia de BDSM y me hablaba políticamente de lo que significaba", asegura, "pero la realidad es que era una relación de sumisión no consensuada", una reflexión a la que llegó años después. "Fue como una película burda de porno heteronormativo. Tirones de pelo, cachetes, frases desagradables y ningún 'qué tal' ni miradas para testear si yo estaba bien", explica la presunta víctima, que habla de haber practicado BDSM "sin acuerdos". Ella tenía 23 años.
Cuando se dio el segundo encuentro, un tiempo después, ella se sintió desconcertada y "humillada". "Cuando llegó al hotel, en el centro de la capital sevillana, se coló, subió por las escaleras y tocó la puerta de la habitación. 'Me había insistido mucho en que nadie podía saber que nos estábamos viendo', explica. 'Llegué a la habitación con mucha ansiedad y extremadamente nerviosa. No podía ni moverme'. Lo sabe porque Íñigo Errejón tuvo que ayudarle a ponerse los zapatos de tacón que le había pedido que llevase para el acto sexual, "por lo que él era completamente consciente de mi estado'. A pesar de ello, él 'siguió adelante' con el acto sexual. Ella estaba en una situación de shock y paralizada y a pesar de ello, él continuó", se lee.
"Por muchos intentos que Violeta ha hecho, no puede recordar lo que sucedió exactamente durante los siguientes minutos en esa habitación. Intentar recordarlo le genera mucho malestar. Sin embargo, sí recuerda lo que sucedió después. 'Ni me miró, se puso a leer un libro y me dijo que era alguien importante que tenía mucho trabajo y que la notoriedad que estaba adquiriendo le gustaba mucho. Hizo como si no estuviese allí, me trató con un profundo desprecio'. Por entonces Iñigo Errejón ya había empezado a participar asiduamente en las tertulias de la Sexta Noche", continúa el texto. Después, él "dejó morir la relación". No fue consciente hasta un tiempo después, tras recibir asesoramiento psicológico y apoyo por parte de la red feminista, de la gravedad de la situación. "Me ayudaron a poner palabras y a no sentirme sola", sentencia.
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