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Vuelta al ruedo del amor: cómo huir de tu propia boda y que te perdonen la 'espantá', claves de la reconciliación entre Juan Ortega y Carmen Otte

Los años en el ruedo no lo entrenaron para enfrentar al toro más bravo: el miedo al compromiso. Hace poco más de una semana le nombre de Juan Ortega traspasó las fronteras de la tauromaquia y se coló en los titulares y los platós de televisión porque, de tanto confiar, le pilló el toro, metafóricamente. El pasado 2 de diciembre Jerez de la Frontera se vestía de boda, pero la jornada dio un giro inesperado cuando el diestro dejó a su novia, Carmen Otte, plantada en el altar. Desde entonces se ha dicho que la cardióloga se ha encerrado para llorar a mares, que el sevillano ha ido rezando de iglesia en iglesia con aspecto demacrado y que su relación moría para siempre, pero, para la sorpresa de muchos... habemus reconciliación.

De un plumazo se ha esfumado la agonía de los protagonistas de esta historia. En concreto, han sido diez días de ruido que para ambos habrán durado, mínimo, diez años, el tiempo que llevan juntos. El goteo de informaciones sobre su no-boda ha sido incesante para quienes andan algo perdidos en este relato tan folclórico y cargado de ironías. Por ello, vale la pena empezar por el principio: el pasado 2 de diciembre, Otte, de 33 años, los mismos que tiene el torero, conversaba felizmente en la peluquería, a pocas horas de la ceremonia, cuando recibió una llamada que lo cambiaría todo: Ortega estaba inquieto, aterrado. Por primera vez no quería pisar la iglesia de Santiago de Jerez. No se iba a casar. No podía.

La encargada de comunicar esta precipitada decisión fue la hermana de la novia. Y lo hizo como pudo, ya que el evento no era para, precisamente, para los íntimos. Unas 500 personas estaban invitadas al enlace. Lo contaba el escritor Juan del Val: muchos de los asistentes se enteraron de la cancelación de la boda cuando ya se encontraban en las inmediaciones del templo. "Nos dicen que tiene dudas", recordaba Del Val hace unos días en La Roca. Unos días atrás, el novio había trasladado sus inseguridades al cura que iba a oficiar el enlace, Josep María Quintana.

"Le llamó por teléfono con las dudas que tenía, y el cura le dijo que no se casase", desveló Pilar Vidal. "¡No lo veo! ¡Es que no lo veo!", aseguró la periodista que le dijo el torero al párroco. Pues no, no lo veía. A media hora de celebrarse el acto, ni él ni la cardióloga estaban en la iglesia. La noticia no tardó en llegar a la televisión. Desastre total. El torero se refugió en su círculo cercano y optó por el silencio -también en Instagram, donde omitió los comentarios de sus publicaciones-. Por su parte, Otte escuchó las opiniones de sus familiares y amistades, que le aconsejaron que aprovechara la luna de miel para hacer una escapada con sus amigas. También para recordarle que el diestro le debía todo el dinero que no habían podido aprovechar: 70.000 euros que luego ascendieron a 90.000. Poca broma y mucho agobio.

Se dice que la relación del diestro con el padre de la joven no era la mejor y que desde hacía unos meses las cosas no iban del todo bien entre los prometidos. También que han influido terceras personas. Sobre esto y la celebración fallida se tomaron tiempo para reflexionar cada uno por su lado. La sanitaria pasó unos días en Rota, Málaga, apoyándose en los brazos de una buena amiga después de lanzar, supuestamente, su vestido nupcial por la ventana. Todo muy dramático, al más puro estilo Primos, esa comedia española en la que Quim Gutiérrez lloraba incrédulo día sí y día también el plantón de su novia. Por su parte, el torero se marcó una buena ruta de cofradías y lamentos. Al principio se informó que estuvo en un pequeño municipio de Checa, en Guadalajara. Allí tienen una casa sus padres que le sirvió para refugiarse del tormentón. Luego se dijo que se fue a la finca de un buen amigo. Otros afirmaron haberle visto una mañana rezando, hecho polvo, en una iglesia del Barrio Salamanca de Madrid.

No obstante, los intentos de llegar a buen puerto por parte del torero parece que han dado sus frutos. El Confidencial ha informado este martes que ha sido posible darse una segunda oportunidad. "Juan es una persona muy reflexiva, si ha tomado esa decisión no creo que sea capaz de cambiar ahora. En esta historia sufre todo el mundo, aunque evidentemente quien toma la decisión es él, pero lo hace porque piensa que es lo mejor para los dos; en los sentimientos no puede mandar", comenta el entorno de Otte al citado medio. Pues nada, con las marcas en el cuerpo y el dolor aún tierno, Ortega como Chayanne: "Torero. Poner el alma en el ruedo. No importa lo que se venga. Pa' que sepas que te quiero".

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