En España hay quien criticaba las andanzas de Froilán, hijo de la infanta Elena y Jaime de Marichalar. El hermano de Victoria Federica empezó mal con los medios ya cuando nació y su padre se lamentó en público de que el bebé se pareciera a su madre. Hubo quien no pilló el chiste. Luego llegó la famosa patada a su prima Victoria López Quesada en la catedral de la Almudena, en la boda de Felipe y Letizia, para acabar con un tiro en el pie, siendo un desastre en los estudios, o relaciones públicas de discoteca, o estando en un tiroteo de Marbella (mala suerte), un secuestro en Mallorca o en un local no ejemplar de Madrid. Pero este angelito que "exiliaron" junto a su abuelo en Abu Dabi, es un santo varón si lo comparamos con el Froilán noruego, un año mayor que el nuestro pero mucho más complicado, por decirlo suavemente.
Durante años, en España se ha señalado con ironía y escándalo al mayor de los nietos de los Reyes eméritos, quizás el favorito de don Juan Carlos. Froilán se ha convertido, con permiso de su hermana, en el paradigma del joven rebelde de sangre azul. Desde su infancia, su historial ha sido motivo constante de titulares: bromas inapropiadas, incidentes en actos públicos, suspensos escolares, cambios de colegios, salidas nocturnas y alguna que otra situación límite que ha terminado con él "exiliado" junto a su abuelo Juan Carlos I en Abu Dabi. Sin embargo, el que ha conseguido superar, con creces, esa fama de "oveja negra real" es Marius Borg Høiby, el hijo mayor de la princesa heredera Mette-Marit de Noruega, fruto de una relación anterior a su matrimonio con el príncipe Haakon.
A sus 28 años, Marius Borg se encuentra a la espera de juicio en Noruega tras ser acusado de 23 delitos, entre ellos tres cargos de violación, varios episodios de violencia física, acoso, abuso sexual a una agente policial, amenazas, y múltiples violaciones de órdenes de alejamiento. El caso ha conmocionado a la sociedad noruega y ha sumido a la familia real en una de las mayores crisis reputacionales de su historia reciente. La primera detención de Borg se produjo hace justo un año, tras un altercado violento en el apartamento que compartía con su entonces pareja en Oslo. Desde entonces, ha sido arrestado en al menos tres ocasiones, aunque siempre ha sido liberado sin medidas cautelares estrictas ni retirada de pasaporte. Esto le ha permitido llevar, hasta ahora, una vida aparentemente despreocupada, que incluye escapadas de esquí, vacaciones en la costa y una nueva relación sentimental.
Entre 15 y 20 mujeres han presentado denuncias por distintos tipos de agresiones y abusos sufridos por parte de Marius
Según medios locales, entre 15 y 20 mujeres han presentado denuncias por distintos tipos de agresiones y abusos sufridos por parte de Marius. Aunque el acusado niega las acusaciones más graves, como las de violación, sí ha cooperado con la investigación, según fuentes policiales. No obstante, la imagen que proyecta, disfrutando de lujos y vida social mientras avanzan las pesquisas, ha generado enorme malestar entre las víctimas y en la opinión pública. Las acusaciones incluyen comportamientos especialmente graves: un cargo por violación con coito, dos por violación sin coito, cuatro por conducta sexual ofensiva, un cargo por abuso en relaciones de cercanía, además de delitos por lesiones, daños materiales, infracciones de tráfico, y el ya mencionado abuso sexual a una agente de la ley. La gravedad de los hechos contrasta con la aparente permisividad judicial que ha rodeado el caso.
El escándalo también ha salpicado al entorno familiar. Algunas informaciones sugieren que la princesa Mette-Marit pudo haber alertado a su hijo sobre una inminente detención, e incluso se rumorea que habría interferido en la investigación, manipulando el móvil de Marius y presionando a una testigo clave: una de sus exparejas. La Casa Real noruega no ha emitido declaraciones oficiales, pero en octubre pasado, la princesa anunció que la fibrosis pulmonar crónica que padece había empeorado, lo que limitaba sus actividades oficiales, aunque muchos interpretaron el anuncio como una estrategia para retirarse discretamente del foco mediático. Algunos de los delitos por los que será juzgado Borg habrían sido cometidos en Skaugum, la residencia oficial del príncipe Haakon y Mette-Marit. Es decir, en plena Casa Real. Allí vive también Ingrid Alexandra, princesa heredera e hija menor de Mette-Marit, hermana de Marius. La joven ha permanecido alejada del foco durante la investigación, centrada en su formación militar primero y ahora en sus estudios universitarios en Australia, destino lejano que algunos interpretan como una medida de distanciamiento del escándalo.
Marius ha comenzado una nueva etapa sentimental junto a Andrea Shaw
En paralelo, Marius ha comenzado una nueva etapa sentimental junto a Andrea Shaw, hija de un viejo amigo de su padre biológico, Morten Borg, quien también cuenta con antecedentes penales, al igual que el padre de Mette-Marit. Una historia personal marcada por los márgenes desde el principio, que terminó con él integrándose en la familia real a los cuatro años, tras el matrimonio de su madre con el heredero al trono noruego. Nunca terminó los estudios, trabajó brevemente y desde hace años vive sin ocupación conocida. De niño, en Noruega se le apodaba "el pequeño Marius", evocando al personaje marginal de la novela Poison (1883) de Alexander Kielland, una alusión que ahora parece más profética que literaria. Se sabía que era aficionado a la fiesta, que tenía actitudes altivas y un uso problemático de sustancias, pero nadie imaginó que su trayectoria acabaría en los tribunales por delitos tan graves. El juicio podría celebrarse en 2026, y promete convertirse en uno de los procesos más mediáticos del país. Mientras tanto, la corte de los Glücksburg intenta capear el temporal con silencio institucional, y una imagen de estabilidad que cada día resulta más difícil de sostener. En comparación, Froilán, con todos sus tropiezos, empieza a parecer casi un modelo de corrección.