Desde su nacimiento, Pablo Urdangarin Borbón ha vivido bajo el escrutinio público. Hijo de la infanta Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin, el segundo de cuatro hermanos creció en un entorno donde la exposición mediática era parte del día a día. Lejos de rehuir de ese foco, ha sabido construir una identidad propia que hoy lo consolida como una de las figuras jóvenes más admiradas, no solo por su apellido, sino por méritos propios.
Su evolución ha sido constante. Le hemos visto madurar en un escenario complejo: vivir fuera de España durante buena parte de su infancia, gestionar la separación de sus padres con entereza y, sobre todo, volcarse con disciplina en su pasión: el balonmano. Un deporte que no solo forma parte de su herencia familiar, sino que él ha hecho verdaderamente suyo.
Brilla en la élite del balonmano nacional
Actualmente, Pablo milita en las filas del Fraikin BM Granollers, uno de los clubes más destacados de la Liga ASOBAL, la máxima categoría del balonmano en España. Con apenas 23 años, ha conseguido consolidarse como uno de los extremos derechos más prometedores del panorama nacional. En la temporada 2024-2025, ha marcado 117 goles en 30 partidos, una cifra que lo posicionó entre los cinco finalistas al premio a Mejor Extremo Derecho de la liga.

Este reconocimiento no ha pasado desapercibido para su entorno, incluido su círculo más cercano. De hecho, su prima Victoria Federica, muy activa en redes sociales, compartió una encuesta en su cuenta de Instagram —donde acumula más de 300.000 seguidores— preguntando si Pablo merecía ganar el galardón. El apoyo fue abrumador.
Ese mismo respaldo se percibe cada vez que salta a la pista. En las gradas es habitual ver a su madre, la infanta Cristina, siguiendo con atención cada jugada. También a sus hermanos y, por supuesto, a su novia, Johanna Zott, quien se ha convertido en uno de sus principales pilares afectivos. La joven, estudiante de Medicina, no oculta su orgullo hacia Pablo y se ha dejado ver en varias ocasiones compartiendo momentos de complicidad con él en mitad de los encuentros.
Renovación con futuro
El compromiso de Pablo con el balonmano va más allá de lo sentimental. Según ha publicado el diario Mundo Deportivo, el jugador ha renovado su contrato con el BM Granollers hasta junio de 2026. Una decisión estratégica que demuestra que el deporte no es una etapa pasajera en su vida, sino un proyecto a largo plazo.
Aunque el mercado de fichajes aún no ha concluido, y podrían surgir ofertas de otros clubes nacionales e incluso internacionales, la continuidad de Pablo en Granollers responde a su comodidad dentro del equipo, a su progresión y a la confianza mutua con el cuerpo técnico. Llegó en 2023 y, desde entonces, su evolución ha sido meteórica.
Un joven accesible, alejado del ruido institucional
A diferencia de otros miembros de su generación dentro del entorno de la Casa Real, Pablo se ha mostrado especialmente cercano y elocuente con los medios. Sin caer en polémicas, ha concedido entrevistas y ha participado en actos públicos en los que ha dejado ver una personalidad serena, reflexiva y natural.
En una conversación para TVE, no tuvo reparos en hablar sobre la figura de su padre, Iñaki Urdangarin. "Que me comparen con él significa que algo estoy haciendo bien. Creo que soy una versión más ágil, más frágil, más pequeña. Pero me ayuda muchísimo, sobre todo en temas mentales, no tanto técnicos. Siempre le llamo antes de los partidos", confesó con una madurez que sorprendió a muchos.
Sin embargo, pese a su perfil público, Pablo habría decidido de forma voluntaria desligarse institucionalmente de la Casa Real, según publicó Monarquía Confidencial. Aunque nunca ha formado parte de la llamada "familia real oficial", la presión mediática y las expectativas sobre su apellido han estado siempre presentes. Ahora, busca definir su propio camino, lejos de los compromisos monárquicos.
Esta decisión, según fuentes cercanas, cuenta con el total respaldo de su madre, la infanta Cristina. Para ella, lo importante es que sus hijos puedan estudiar, trabajar y desarrollarse plenamente como adultos independientes. No hay imposiciones, solo acompañamiento.
Amor discreto, amor sólido
En lo personal, Pablo vive una etapa igualmente estable y feliz junto a Johanna Zott, su novia desde hace años. Se conocieron durante sus estudios en el Liceo Francés de Barcelona y, desde entonces, han construido una relación basada en el compañerismo, la discreción y la admiración mutua.

Aunque no suelen compartir muchos detalles públicamente, el perfil de Johanna en la red social VSCO ha ofrecido una pequeña ventana a su intimidad. En sus publicaciones, aparecen imágenes de la pareja en momentos cotidianos: descansando en casa, cocinando juntos, compartiendo cenas informales o jugando con su mascota. Son escenas naturales, sin artificios, que reflejan una complicidad genuina.
También se les ha visto disfrutando de planes más urbanos, como cenas en restaurantes, paseos por la ciudad o escapadas con amigos. En todas esas imágenes destaca un denominador común: el cariño evidente, la conexión emocional y las miradas cómplices que hablan sin necesidad de palabras.

Lejos de las estridencias o los titulares vacíos, Johanna y Pablo han elegido mantener su historia alejada del foco mediático innecesario. Una opción poco común en tiempos de sobreexposición digital, pero que encaja con la actitud comedida del joven.
Entre la nobleza y el mérito personal
Aunque nació en una de las familias más conocidas de España, Pablo Urdangarin no ha querido vivir de su linaje. Ha estudiado, ha entrenado con constancia y ha trabajado para hacerse un nombre en el mundo del deporte profesional. No lleva escolta, no hace ostentación de su apellido y mantiene un círculo cercano muy reducido.
Sus gestos públicos, lejos de ser calculados, parecen reflejar autenticidad. Ha aprendido a convivir con la notoriedad, pero ha escogido mantenerse en un segundo plano, centrado en sus metas. Entre las pistas de balonmano, los entrenamientos, las visitas familiares y los días con Johanna, Pablo transita la vida como cualquier joven de su edad… solo que con un apellido que pesa.
A día de hoy, se ha convertido en uno de los rostros más admirados de la nueva generación Borbón-Urdangarin, no por deber, sino por elección. Sin pretensiones, sin escándalos y con una elegancia discreta que lo distingue, Pablo sigue escribiendo su propia historia.
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