Quién paseara hace unas semanas por el barrio Salamanca de Madrid tuvo papeletas de encontrarse a Máxima de Holada y Amalia por sus calles. Al menos, eso sí, en el interior de un conocido centro comercial en el que reina y princesa estuvieron probándose algunos complementos. De sobra es conocido el amor que ambas sienten por España y su capital. Entre los grandes amigos de la familia nuestros reyes, Felipe VI y doña Letizia, que bien se preocuparon de Amalia cuando pasó una época en Madrid tras las amenazas de crimen organizado en su país.
Madre e hija fueron vistas el pasado 1 de marzo, sábado, en el El Corte Inglés de Serrano, próximo a la Castellana. El Mundo asegura que la mujer de Guillermo de Holanda le tomó fotos a su hija, mientras esta lucía una pamela de Valentino.
Las compras de Máxima en otro país, Argentina, también llamaron la atención a comienzos de año, cuando la consorte, por Navidades, volvió a visitar su país natal. Lo hizo con su marido y sus tres hijas, aunque estos aterrizaron algo después y tras una breve escala en Madrid, de la que dimos cuenta en primicia.
Máxima, entonces, fue vista en El Calafate, un rincón remoto donde el silencio es tan abrumador como la majestuosidad de sus paisajes. Allí, donde el glaciar Perito Moreno se alza como un monumento a la naturaleza indomable, Máxima se permitió también un lujo insólito para alguien de su posición: pasear sola por las calles principales del pueblo.
Sin escoltas visibles, recorrió las tiendas locales como cualquier turista. Vestida con una parka verde, pantalones blancos pesqueros y zapatillas deportivas camel, irradiaba una calma que contrastaba con el frenesí político que se vivía en el resto del país. A su lado, solo el pequeño caniche Mambo, mascota de la familia real, daba un toque entrañable a la imagen. En su paseo, la reina entró en una tienda de deportes y compró equipo de pesca.
A finales de enero también la vimos en los actos de conmemoración del 80 aniversario de la liberación de Auschwitz.
