Hace justo un año, el presidente Javier Milei mantuvo una reunión con la Reina Máxima. Fue en Suiza, en el marco de la 54° Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos. Participó también el embajador argentino ante los Estados Unidos, Gerardo Werthein. El padre de la reina, Jorge Zorreguieta, fallecido en 2027, fue un alto cargo de la dictadura de Jorge Videla, entre 1979 y 1981, y el Parlamento holandés, se opuso a que pisara el país incluso para asistir a la boda de su hija. Ahora, las relaciones de la mujer de Guillermo con los gobernantes de su país son buenas. De hecho, lo ha visitado estas Navidades. Se encuentra allí, en un rincón del sur del mundo, donde el verano estalla como un golpe de tambor bajo el cielo inmenso de la Patagonia. La reina Máxima de Holanda ha vuelto a pisar su tierra natal. Atraída por ese llamado ancestral que solo el lugar donde nacimos puede ejercer, Máxima Zorreguieta, hija de esta misma tierra que ahora gobierna un presidente estridente, ha llevado a cabo estos días un retorno íntimo y personal.
La Argentina, siempre tan teatral, nunca decepciona como telón de fondo. Aquí, mientras el calor del verano austral aplasta los adoquines porteños y los vientos patagónicos arrancan secretos de los glaciares, la reina de los Países Bajos ha decidido descansar. Pero no lo hace como figura pública, sino como una mujer que busca reencontrarse con sus raíces en medio de un país que vive una efervescencia política casi operística, con Milei al mando. No es casualidad que Máxima haya adelantado su llegada a Buenos Aires. Antes de que su marido, el rey Guillermo Alejandro, y sus tres hijas aterrizaran tras una breve escala en Madrid, de la que dimos cuenta en primicia, ella ya estaba respirando el aire húmedo del Río de la Plata. En la capital, las luces navideñas y el bullicio parecían absorberla por completo. Sin embargo, pronto quedó claro que no era la jungla urbana lo que buscaba. La reina necesitaba escapar, alejarse de la etiqueta que la persigue como una sombra.
El destino elegido fue El Calafate, un rincón remoto donde el silencio es tan abrumador como la majestuosidad de sus paisajes. Allí, donde el glaciar Perito Moreno se alza como un monumento a la naturaleza indomable, Máxima se ha permitido un lujo insólito para alguien de su posición: pasear sola por las calles principales del pueblo.
Máxima, sin escoltas visibles, recorría las tiendas locales como cualquier turista. Vestida con una parka verde, pantalones blancos pesqueros y zapatillas deportivas camel, irradiaba una calma que contrastaba con el frenesí político que se vivía en el resto del país. A su lado, solo el pequeño caniche Mambo, mascota de la familia real, daba un toque entrañable a la imagen.
En su paseo, la reina entró en una tienda de deportes y compró equipo de pesca. Un gesto que no pasó desapercibido. ¿Acaso planeaba un día junto a Guillermo y sus hijas junto al río? ¿O era un regalo para su hermano Martín, gran aficionado a este pasatiempo? Lo que quedó claro es que, incluso en su soledad, Máxima estaba profundamente conectada con los suyos. El regreso de Máxima coincide con un momento peculiar en la historia argentina. Javier Milei, el excéntrico economista que llegó al poder prometiendo un cambio drástico, ha convertido al país en el epicentro de debates globales sobre populismo y neoliberalismo. Su discurso incendiario y su actitud provocadora contrastan con la serenidad de la reina, quien parece moverse entre las tensiones nacionales como si fueran meros ecos lejanos. Sin embargo, no es difícil imaginar que, en sus paseos por El Calafate, donde ahora los días duran 20 horas y las noches casi no existen, Máxima reflexionara sobre el destino de su país natal. Después de todo, aunque su vida transcurra ahora bajo los focos europeos, sus raíces están profundamente entrelazadas con esta tierra impredecible.
La familia real en su refugio patagónico
Guillermo Alejandro y sus hijas no tardaron en unirse a Máxima en su retiro patagónico. Lejos de la formalidad de los palacios holandeses, la familia real se permitió el lujo de ser simplemente eso: una familia. En las fotografías tomadas por los curiosos, se los ve relajados, caminando por los senderos del parque nacional, admirando la imponente vista del glaciar. A pesar de su naturaleza discreta, la visita de la familia real no pasó desapercibida. En un país donde las figuras públicas suelen estar rodeadas de escándalos y polémicas, la presencia de Máxima ofreció un contraste refrescante. Su conexión con la Argentina no es solo simbólica; es visceral, casi tangible. Es fácil imaginar a Máxima recordando los veranos de su infancia, quizás en una casa familiar donde el tango y el mate eran parte del paisaje cotidiano. Ahora, como reina de un país lejano, esas memorias deben tener un peso especial. Su vida está marcada por el equilibrio entre dos mundos: el europeo, donde desempeña su papel como figura institucional, y el argentino, que sigue siendo una fuente inagotable de inspiración y energía. En su retorno, Máxima parece haber encontrado un punto medio. Pasear por las calles de El Calafate, comprar equipo de pesca, disfrutar de la compañía de su perro y de su familia son pequeños gestos que la acercan tanto al pueblo argentino como a sí misma.
Un verano para recordar
Mientras la familia real disfruta de los días soleados en el sur, Argentina continúa su curso frenético. Las decisiones de Milei llenan los titulares, las discusiones sobre el futuro económico del país arden en las sobremesas, y la vida cotidiana sigue su marcha. Sin embargo, en ese rincón de la Patagonia, Máxima parece ajena a todo. O quizá no. Quizás cada paso que da, cada conversación que escucha, le recuerda que, aunque ahora sea una figura de la realeza europea, siempre será, en esencia, una hija de esta tierra. Para el 15 de enero, Máxima y su familia volverán a los Países Bajos. Sus agendas oficiales se reanudarán y los compromisos protocolarios retomarán su curso. Sin embargo, es probable que este viaje deje una huella especial en la reina. Argentina no es solo un destino vacacional para ella; es un lugar donde puede ser simplemente Máxima.