Casas Reales

Tatiana Blatnik habla después de ver a la nueva mujer de su ex casarse con la tiara que ella llevó en su boda

Dos mujeres y una tiara: ¿mal gusto disfrazado de tradición?

No se ha hecho esperar la reacción de Tatiana Blatnik tras la boda de su exmarido con la heredera Chrysi Vandinoyannes: "Un agradecimiento especial a quienes me ayudan a mantenerme fuerte, física y emocionalmente", dice en su cuenta de Instagram, donde admite que han sido días complicados.

En el horizonte de Atenas, bajo un cielo que guarda las historias de siglos, una boda real marcaba un nuevo capítulo. Nicolás de Grecia, ahora acompañado de la millonaria Chrysi Vandinoyannes, cruzaba el umbral de una nueva vida. Ella, vestida con una tiara que llevaba el eco de otro tiempo, el brillo de una joya que alguna vez coronó la cabeza de Tatiana Blatnik. Un gesto tal vez inocente, quizá calculado, pero cargado de simbolismo. Apenas cinco días después, en medio del torbellino mediático, Tatiana ha roto su silencio con un post, una carta íntima más que una declaración pública. Su mensaje, impregnado de agradecimiento y resiliencia, destila la esencia de quien ha aprendido a abrazar las heridas sin dejarse quebrar. "No puedo empezar este post sin dar las gracias a esta increíble comunidad", escribe para sus más de noventa mil seguidores en Instagram. Y al leer esas palabras, tal vez desde un rincón de su nueva casa, rodeada de cajas aún sin abrir, sosteniendo el móvil con la determinación de no dejarse hundir.

Tatiana, la mujer que en otro tiempo fue princesa de Grecia compartió los pasillos de la Casa Real helena con Nicolás, muestra ahora al mundo una Tatiana distinta, renovada, pero no por ello menos humana. Su vida, en las últimas semanas, se había convertido en un caleidoscopio de cambios: una mudanza, alianzas estratégicas para su plataforma de salud mental Breathe y nuevos proyectos que, según sus palabras, la mantenían "ocupada e inspirada". Sin embargo, entre las líneas de su mensaje, es imposible no percibir las huellas de un duelo que aún se procesa.

La boda de Nicolás y Chrysi, un evento íntimo con apenas cincuenta invitados, fue noticia en los medios, no solo por el enlace exprés, sino por la tiara Antique Corsage que adornó la cabeza de la novia. Una elección que parecía arrastrar el pasado al presente, como si los símbolos de una historia concluida quisieran infiltrarse en la nueva vida de los protagonistas. Tal vez un simple detalle estético, quizá un gesto desconsiderado. En cualquier caso, un elemento más que suma peso emocional al momento.

La tiara Antique Corsage: la joya que Chrysi Vardinogiannis eligió con más tradición que tacto

En boda de Nicolás de Grecia y Chrysi Vardinogiannis, el detalle de la que destacó por encima de cualquier otro fue el de la tiara Antique Corsage. Esta joya, cargada de historia y tradición, se convirtió en el elemento más comentado del atuendo nupcial de la heredera. Pero, más allá de su brillo y simbolismo, la elección de Chrysi ha desatado un debate sobre la sensibilidad de optar por una pieza que también llevó Tatiana Blatnik en su propia boda.

La Antique Corsage es una de las joyas más emblemáticas de la familia real griega, cuyo origen se remonta a un broche de diamantes y perlas que perteneció a la reina Victoria de Suecia. Posteriormente, este broche fue transformado en tiara por Ingrid de Dinamarca, quien la heredó a su hija Ana María, cuñada de la reina Sofía, hermana de la reina Margarita y madre del príncipe Nicolás. Ana María recibió esta pieza como regalo por su 18º cumpleaños, y desde entonces, la joya forma parte del joyero real griego.

La tradición dicta que las novias que se incorporan a la familia real griega luzcan esta tiara como símbolo de su entrada en la realeza. Pwero claro, si Nicolás se casa dos veces... Fue llevada por Marie-Chantal Miller, esposa del príncipe Pablo; por Nina Flohr, casada con el príncipe Felipe; y por Tatiana Blatnik, quien la lució en su boda con Nicolás. Ahora, Chrysi ha optado por seguir esta costumbre, a pesar de que podría haber prescindido de ella, considerando su relación con el pasado matrimonial del príncipe.

El diseño de la Antique Corsage, ligero y romántico, presenta hojas de laurel entrelazadas, un patrón que podría estar inspirado en las tradiciones escandinavas y su vinculación con la naturaleza. Su tamaño reducido y su versatilidad la han convertido en una pieza idónea tanto para ceremonias nupciales como para los primeros actos oficiales de las hijas de Ana María, Alexia y Teodora.

Aunque no se cuestiona el derecho de Chrysi a portar la joya –pues pertenece a Ana María de Grecia, madre del novio y su madrina–, la decisión de usarla ha generado críticas. Para algunos, este gesto careció de tacto, al ignorar el vínculo emocional de la tiara con Tatiana. Sin embargo, Chrysi parece haber optado por priorizar la tradición sobre las opiniones ajenas, consolidando su lugar en la historia de la familia real griega.

Tatiana no menciona la boda de manera explícita ni mucho menos la tiara

Po supuesto, Tatiana no menciona la boda de manera explícita en su publicación, pero sus palabras, elegidas con la precisión de quien quiere comunicar sin herir, responden al eco de ese acontecimiento. "Un agradecimiento especial a quienes me ayudan a mantenerme fuerte, física y emocionalmente, y en todos los aspectos importantes", escribe, dejando claro que no enfrentaba sola este periodo de cambios.

Mientras tanto, su decisión de quedarse en Grecia es una afirmación, una forma de plantar raíces en un terreno que ahora era suyo, más allá de los lazos reales. "Cuando me preguntan si seguiré viviendo en Grecia, mi respuesta nunca ha sido tan rotunda: sí", declara. Grecia, con su mar que no juzga y sus montañas que callan, se ha convertido en su refugio, en el escenario perfecto para una reconstrucción silenciosa.

En su mensaje, Tatiana entrelaza los avances de su vida profesional con destellos de su realidad personal. La asociación de Breathe con la fundación del jugador de la NBA Kevin Love, una alianza que promete llevar herramientas de aprendizaje emocional a Grecia, marcaba un nuevo hito en su labor filantrópica. Pero detrás de esas palabras de crecimiento, hay un subtexto más íntimo: el trabajo como refugio, como tabla de salvación en momentos de incertidumbre.

"Sin comunidad, no hay verdadera salud", reflexiona. Y al decirlo, se recuerda a sí misma que incluso en el aislamiento emocional, siempre hay manos que sostienen, puertas que se abren, corazones que escuchan. Grecia, esa tierra que ahora la acogía con una calidez que no distingue entre títulos ni pasados, era su comunidad, su hogar. Tatiana, nacida en Venezuela, había llegado a Atenas en 2013, dejando atrás su vida en Múnich para construir un futuro junto a Nicolás. Durante años, compartieron proyectos y sueños: él, inmerso en la política; ella, desarrollando el programa Demos.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky