El Rey cumple 57 años este jueves 30 de enero. Afronta Felipe VI la última recta de su décimo aniversario de proclamación en el Trono. Un año que nos ha dejado las fotografías de Cádiz, donde vimos al monarca emocionado como padre grabando un vídeo a su hija en Elcano. Y también, preocupado, conciliador y con voz apaciguadora, cuando ponía sosiego en Paiporta. En estos últimos doce meses, su imagen pública está en alza. Su voz llega a generaciones a las que antes no llegaba. Ha hecho de altavoz la esperada cuenta de Instagram que la Casa inauguró justo un día después del décimo aniversario como jefe del Estado, el 19 de junio pasado. Don Felipe con doña Letizia forman un equipo de trabajo cohesionado. Sin fisuras. Proyectan una imagen de modernidad, transparencia y ejemplaridad de la institución en el siglo XXI. Los Reyes han profesionalizado la monarquía.
¿Cómo va a celebrar este día don Felipe? Trabajando. Sus hijas están fuera. Leonor, a bordo de Elcano rumbo a Brasil; y Sofía, en Gales; y doña Letizia, también trabajando. Le llegan a don Felipe estas 57 velas con la Medalla de Honor de la Universidad Carlos III, el máximo reconocimiento que otorga la universidad madrileña a personas por su contribución al progreso y al bienestar social. Una intervención que el jefe del Estado comenzó con unas palabras hacia los estudiantes universitarios que se encontraban entre el público: "Me da un poco de envidia no poder estar sentado ahí con vosotros". Y deslizó: "Os animo a seguir siendo estudiantes toda la vida, a no perder esa curiosidad y ese afán por aprender". Fue este 28 de enero.
Ha sido la segunda alta distinción para el monarca en apenas dos meses. En diciembre fue reconocido como Doctor Honoris Causa en Ciencias Sociales y Estadísticas por la Universidad de Nápoles Federico II. Fue el primer doctorado de esta categoría otorgado por esta institución a un jefe de Estado.

Día de trabajo en Zarzuela
Hoy tiene programadas tres audiencias en el Palacio de la Zarzuela: con los miembros de las dos últimas promociones del Cuerpo de Letrados del Consejo de Estado, con una representación de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España y los participantes en la jornada Felipe VI: una década de reinado; y con el comité organizador del 1.200º aniversario de la fundación de la ciudad de Murcia. Letizia asistirá esta mañana a una reunión de trabajo de la Asociación Española Contra el Cáncer, de la que es presidenta de honor. Por la tarde, ambos tienen la agenda despejada.
Este año ha venido guionizado para don Felipe con tres palabras que han ejercido de pilares en la arquitectura de su reinado: servicio, compromiso y deber. Tres ejes sobre los que ha cimentado su trabajo y su figura y que le sirvieron de guía en su actuación en Paiporta. Fue el escenario más difícil que tuvieron que lidiar don Felipe y doña Letizia en estos diez años al frente de la Casa. Bajo una lluvia de barro e insultos, el monarca y su mujer, escucharon a los afectados, abrazaron a las víctimas y les dieron consuelo. Paiporta nos dejó las imágenes de los Reyes más cercanos a la gente. Unos meses antes, en junio, el monarca en su 10º aniversario de proclamación resaltaba "la importancia de ser coherente con los compromisos asumidos". Esta actitud, decía, "implica ser fieles a nuestros principios y valores en todas nuestras decisiones y actos"; "implica esforzarse en escuchar, en discernir lo que es correcto de lo que no lo es, y en actuar de forma responsable con ese discernimiento, asumiendo incluso el coste personal que ello pueda conllevar".
No es Paiporta el único episodio que ha contribuido a impulsar la nueva imagen de don Felipe y doña Letizia. Volvemos a aquel 19 de junio del año pasado y recordamos al jefe del Estado emocionado cuando sus hijas, al toque de su madre, que hizo sonar una copa para solicitar silencio, se acercaron al micrófono para lanzar aquello de "mamá, papá nosotros también tenemos algo que decir". Muy conmovido el Rey. Era su sonrisa de padre.
Lo mismo, el pasado 11 de enero de Cádiz frente a Elcano, con su hija Leonor a bordo. El Rey ya nos había dado pistas de esa emoción y esa nostalgia. Lo deslizó levemente en Asturias, dos meses antes. Recordaba con cariño y con mucha ilusión su experiencia en el buque escuela 38 años atrás. Por eso, se emocionó al borde de la lágrima en el momento de ver partir a la guardiamarina Borbón Ortiz.
"Buena mar y buenos vientos"
En cubierta y como capitán general, el jefe del Estado se dirigió a los futuros oficiales: "La Reina y yo queremos desearos buena mar y buenos vientos, pero sobre todo que aprovechéis esta etapa fundamental en vuestra formación como marinos y como militares y en vuestra proyección por el mundo como españoles", decía con la voz quebrada otra vez por la emoción. "Representáis una Armada del siglo XXI". Ya en la despedida, la princesa de Asturias, uniformada de azul, agitaba su gorra al viento con la mano derecha. Don Felipe, también con el uniforme de la Armada, saludaba desde el muelle con su gorra de plato. Abrazaba a Letizia, que se secaba las lágrimas. También, emocionadísima Leonor mientras escuchaba la Salve Marinera. "Son muchos meses sin verla", acertó a decir la Reina.


Estos momentos, tan fotográficos, nos han mostrado un perfil nuevo del Rey como nunca antes lo habíamos visto: como padre y también como jefe del Estado volcado en el bien común, centrado en atender la respuesta más urgente que exigía Valencia en un momento de tragedia humana, social, económica y climática. El Rey cuenta en su desempeño con el gran apoyo de la Reina, con "su voluntad, dedicación y sensibilidad". Un trabajo, el de Letizia, que "ha contribuido enormemente a dar visibilidad y atención a las necesidades de las personas, especialmente las más vulnerables". Son palabras pronunciadas por don Felipe en su discurso del 19 de junio -como "servicio, compromiso y deber"- que este año hemos visto en el episodio de Paiporta. Los Reyes han profesionalizado la monarquía.
Don Felipe ha transmitido a sus hijas estos tres valores. Junto a la Reina, han inculcado a Leonor y Sofía la perseverancia, la dedicación, la solidaridad y la cercanía. La princesa de Asturias tiene en su padre un guía en el camino de su formación militar y en su periplo de cinco meses en Elcano. Leonor es el relevo, simboliza el futuro de la Corona y la permanencia.