Cada aparición pública de Kate Middleton se convierte en noticia de apertura. De confirmarse su paso por la Villa Olímpica de París, sería su tercer acto oficial de este año tan difícil para la princesa en su batalla contra el cáncer. Kate, de 42, años, posó en dos ocasiones anteriores: en el desfile de Trooping The Color y la final de Wimbledon, que nos dejó esas fotos únicas de la nuera de Carlos III, sonriente y con un luminoso vestido verde, entregando el trofeo a Carlos Alcaraz. A lo largo de este proceso, Kate, volcada en su enfermedad, se ha dedicado en cuerpo y alma a cuidar de sus hijos, su máxima prioridad. En las últimas semanas se ha producido algunos cambios en su residencia.
Desde principios de este año, los príncipes herederos habían montando su cuartel general en Adelaide Cottage, la bucólica casa histórica situada en Windsor en las inmediaciones del castillo. Allí, Guillermo y Kate cuentan con personal doméstico que se encarga de los cuidados del hogar y de la nanny española María Turrión, que vela por los pequeños George, Charlotte y Louis, de sus rutinas, responsabilidades y juegos.

Pues bien, en las últimas semanas, los príncipes han optado por recortar las horas de trabajo de sus empleados de confianza con el fin de que sus hijos se involucren en las dinámicas de casa. Por las tardes, los pequeños deben colaborar en algunos trabajos domésticos como poner la mesa o recogerla cuando acaban de cenar, según publica Daily Mirror. Kate quiere dar a sus hijos una educación más cercana, siguiendo el ejemplo de sus padres, Michael y Carole.
Su plan de vacaciones
Hace unos días, Kate y Guillermo se trasladaron a la isla de Tresco, frente a Cornualles. Un paradisíaco entorno que forma parte de las 140 islas que conforman el archipiélago de Scilly (Islas Sorlingas). Allí se alojaron en la coqueta Dolphin House, propiedad del Rey, y allí es donde Kate retrató a su hijo mayor, George, por su 9º cumpleaños. Por cierto, para alquilar una propiedad similar, hay que desembolsar unos 3.000 euros a la semana. Otro destino que les espera es Anmer Hall, la casa de campo de Norfolk, cerca de Sandringham, regalo de boda de Isabel II a su nieto. Y también, Balmoral, el castillo escocés que adoraba la Reina, donde se reencontrarán con Carlos y Camilla.
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