Industria
Israel necesita una bomba 'rompebúnkeres' de 15 toneladas para destruir la instalación nuclear más protegida de Irán
- La planta de Fordow fue construida específicamente para resistir ataques aéreos
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Lucas del Barco
Israel ha intensificado recientemente sus advertencias sobre el avance del programa nuclear iraní. Sin embargo, hay un punto clave en la infraestructura atómica de Irán que sigue siendo prácticamente intocable: la Planta de Enriquecimiento de Combustible de Fordow. Esta instalación, excavada a unos 90 metros (aproximadamente 300 pies) dentro de una montaña cerca de la ciudad santa de Qom, representa uno de los mayores retos militares para cualquier ataque aéreo convencional. Y la única bomba no nuclear capaz de destruirla no está en manos de Israel.
Fordow se mantiene como una fortaleza bajo tierra, intacta por ahora, pero bajo constante escrutinio. Israel quiere destruirla, pero carece del martillo necesario. Solo Estados Unidos puede romper esa roca, aunque hacerlo significaría golpear directamente el corazón del polvorín más inflamable del mundo.
Un objetivo casi impenetrable
La planta de Fordow fue construida específicamente para resistir ataques aéreos. Su ubicación subterránea y su blindaje natural de granito y concreto la convierten en uno de los objetivos más protegidos del programa nuclear iraní. La instalación fue revelada públicamente por primera vez en 2009, cuando las potencias occidentales acusaron a Irán de desarrollar capacidades nucleares con fines militares. Desde entonces, Fordow ha sido objeto de constantes vigilancias por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) y es considerada una de las piezas clave en la capacidad de Teherán para enriquecer uranio a niveles aptos para armas nucleares.
La GBU-57A/B: el martillo de los cielos
La única arma no nuclear capaz de penetrar las defensas de Fordow es la bomba GBU-57A/B Massive Ordnance Penetrator (MOP), desarrollada por Boeing para la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Con un peso de más de 13.600 kilogramos (15 toneladas) y una capacidad de penetración de decenas de metros en terreno rocoso antes de detonar, esta bomba fue diseñada específicamente para alcanzar instalaciones subterráneas de alta protección.
La GBU-57 es el artefacto explosivo convencional más grande del arsenal estadounidense y, debido a su tamaño, sólo puede ser transportada y lanzada desde un bombardero furtivo B-2 Spirit, avión del que Israel no dispone. Según un artículo del Wall Street Journal de 2013, el desarrollo de esta bomba costó más de 500 millones de dólares y solo se fabricaron unas 20 unidades.
"Estados Unidos controla el bombardero y la bomba", explicó John Spencer, presidente de estudios de guerra urbana en el Modern War Institute de West Point, al New York Post. "Sería una aeronave y una munición estadounidenses. Israel no tiene acceso a ese tipo de armamento."
Cooperación improbable
Aunque Washington ha vendido a Israel bombas "rompebúnkeres" de menor potencia como la GBU-28 (2.300 kilos), nunca ha compartido la MOP, en parte para mantener la supremacía estratégica estadounidense. Incluso si Israel solicitara apoyo para atacar Fordow, una operación de este tipo requeriría no solo la autorización política de la Casa Blanca, sino también la ejecución directa por parte de la Fuerza Aérea de EE.UU.
La posibilidad de que Estados Unidos intervenga directamente para destruir Fordow, especialmente en el actual contexto geopolítico, sigue siendo remota. Cualquier ataque contra una instalación nuclear iraní podría desatar una guerra a gran escala en Medio Oriente, además de fuertes represalias por parte de Teherán y sus aliados regionales, como Hezbolá en Líbano o las milicias chiíes en Irak y Siria.
Riesgos de destrucción
A pesar del inmenso poder destructivo de la GBU-57A/B, los expertos creen que su explosión no provocaría una reacción nuclear, dado que el uranio almacenado en Fordow aún no alcanza los niveles de armamento ni se encuentra en condiciones críticas. "La detonación sería profunda y contenida", explica Spencer. "Lo que puede haber es un colapso de la estructura y riesgos de fugas radiactivas, pero no una explosión atómica".
Fordow sigue operando parcialmente bajo inspección del OIEA, pero desde que Irán se retiró del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) tras la retirada de Estados Unidos en 2018 y las sanciones reimpuestas por la administración Trump, el acceso de los observadores internacionales ha sido limitado.
Importancia estratégica de Fordow
"Si no destruyes Fordow, no has eliminado su capacidad de producir material con grado de armamento", advirtió recientemente Brett McGurk, excoordinador de la Casa Blanca para Oriente Medio, en declaraciones al New York Times. La planta tiene un simbolismo y una utilidad práctica enormes para Irán, no solo como centro de enriquecimiento sino también como carta de negociación geopolítica.
Según informes de inteligencia occidentales, en Fordow existen cerca de 1.000 centrifugadoras IR-1 e IR-6, capaces de enriquecer uranio por encima del 60%, muy cerca del umbral necesario para armamento nuclear (90%).
El dilema estratégico de Occidente
La posibilidad de destruir Fordow, incluso contando con el armamento adecuado, no es una cuestión meramente técnica sino política. Un ataque así requeriría coordinación internacional, autorización explícita del gobierno estadounidense, y probablemente marcaría el inicio de un conflicto militar abierto con Irán.
Mientras tanto, Israel mantiene su doctrina de ambigüedad respecto a sus propias capacidades nucleares y continúa realizando operaciones encubiertas —sabotajes, ciberataques y eliminaciones selectivas— como parte de su estrategia para frenar el avance nuclear iraní sin recurrir a un conflicto total.