Industria

Navantia prestará servicio a la Armada australiana con un peligroso precedente: Canberra dejó en la estacada a Francia con los submarinos de EEUU

Royal Australian Navy.

Julio De Manuel Écija

En septiembre de 2021, Australia se la jugó a Francia en uno de los movimientos que París guarda con más inquina. Canberra decidió suspender el acuerdo que había firmado en 2016 para que Naval Group suministrara una nueva flota de submarinos convencionales por 34.000 millones de euros. En vez de buques franceses, Australia decidió adquirir ocho submarinos nucleares norteamericanos que incorporaran tecnología de Estados Unidos y Reino Unido. Días más tarde, los tres países firmaron una alianza militar conocida como Aukus (por las siglas en inglés de los países).

París calificó la táctica como una "puñalada por la espalda" y exigió a Canberra una indemnización. En verano de 2022, Australia cedió y pagó a Naval Group 555 millones de euros por romper el contrato. El comienzo de la guerra de Ucrania y la movilización militar europea ocultó esta jugada, que suponía una prueba más de la ruptura de alianzas entre el Viejo Continente y Estados Unidos, artífice del plan bajo las aguas diplomáticas.

Pero aunque Francia quebró lazos comerciales con Australia y puso en tensión al resto de socios europeos, España no ha seguido el mismo camino. Navantia ha continuado tejiendo lazos con el país y ahora se ha hecho con un contrato para asistir a los buques que el astillero ha construido para la Armada australiana. El acuerdo plantea que Navantia proporcione servicios de diseño e ingeniería a los portahelicópteros, destructores y navíos de logística construidos por el astillero.

La división australiana de Navantia lleva operando en el país cerca de dos décadas y la Armada Real Australiana representa uno de los clientes más importantes del astillero público a nivel internacional. Los portahelicópteros están basados en el buque anfibio Juan Carlos I, buque insignia de la Armada española, y los destructores de la clase Hobart provienen de las fragatas F-100, el producto de más éxito de Navantia.

Son negocios, no alianzas

"Esto ha sido un gran error; una muy, muy mala gestión de la asociación; porque no era un contrato, era una asociación que se suponía que estaba basada en la confianza, la comprensión mutua y la sinceridad", explicó Jean-Pierre Thebault, embajador francés de entonces en Australia, en declaraciones recogidas por Reuters.

El movimiento provocó un terremoto diplomático entre los aliados de la OTAN. Washington trató de mediar de cara a la galería, pero el anuncio de una alianza militar entre Reino Unido, EEUU y Australia días después fue el colmo para Francia y la Unión Europea. Josep Borrell, exjefe de la diplomacia europea, lamentó que la UE no hubiese sido "parte de las conversaciones" y lanzó una pulla: "Supongo que un acuerdo de tal naturaleza no se logró de la noche a la mañana".

La estrategia alimentó la desconfianza de la Unión Europea hacia Estados Unidos una vez más. El arranque de la invasión rusa de Ucrania cinco meses más tarde diluyó el malestar al apoyar la Administración Biden un despliegue de ayuda a Kiev paralelo al de Europa. Las desavenencias con Londres también se mitigaron en parte al convertirse Reino Unido en uno de los principales aliados de Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania.

¿Trump podría jugársela a España?

El acuerdo de los submarinos nucleares no tuvo solo consecuencias en Europa. El Indopacífico se preocupó del despliegue de estas unidades en un nuevo aliado de EEUU. El Gobierno de Malasia emitió un comunicado esos días en el que advertía de los riesgos que corría la región: "Provocará que otras potencias también actúen de forma más agresiva en la región, especialmente en el Mar de China Meridional", en una clara alusión a China.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha puesto patas arriba la diplomacia europea y ha llevado a las capitales a anunciar inversiones para rearmarse hasta los dientes. En ese escenario, España tiene que hacer un esfuerzo relativo mayor, al ser el último de la cola en los compromisos de inversión militar de la OTAN.

Pero si algo ha demostrado Trump es que no le preocupa cambiar su política internacional y amenazar cada dos por tres para conseguir acuerdos. Si EEUU sigue virando hacia el Indopacífico para combatir la influencia de China, podría forzar más lazos con Australia para mantener la alianza militar. O incluso obligar a Canberra que elija contratistas estadounidenses frente al de otros países, lo que dejaría en una posición complicada a Navantia y a España.