Nubes de inflación con riesgo de tormenta en Estados Unidos
Patrick Zweifel
La inflación, como el tiempo, puede ser manifiestamente difícil de predecir. De momento este año podemos decir que los cielos parecen relativamente tranquilos respecto a EEUU. Pero, dada la combinación de mayor crecimiento económico y políticas fiscales expansivas de Trump las nubes empiezan a asomar, hasta el punto de que puede haber riesgo de tormenta en ciernes para 2018. Al respecto, vale la pena considerar potenciales coberturas. Después de todo siempre es prudente disponer de paraguas si hay nubes en el horizonte, por distantes que parezcan.
Hay que tener en cuenta que para que haya inflación varios factores tienen que alinearse. El primero es el crecimiento económico, que ya se nota desde la segunda mitad de 2016 en EEUU, donde la confianza del consumidor está en máximos y el desempleo ronda el mínimo de nueve años. También nuestro indicador principal está en máximos desde 2014.
De hecho la inflación anual alcanzó el 1,7% en noviembre de 2016 (desde 0,4% un año antes) y es probable que llegue al 2,5% a mediados de este año. La presión viene, de momento, de los precios de las materias primas, un componente tradicionalmente volátil que la Reserva Federal no controla. Su medida preferida es el índice de gasto de consumo personal, que aumentó 1,6% en noviembre, impulsado por los alquileres y el gasto en salud.
El caso es que hemos analizado 30 indicadores de inflación en EEUU, en tres canales a través de los que se transmiten las presiones de precios: actividad económica, mercado laboral y factores internacionales (tipo de cambio y materias primas). Un cuarto canal, la oferta de dinero, sigue un curso diferente a largo plazo y desde la adopción de políticas de expansión monetaria es más inestable.
Doce indicadores ya muestran la probabilidad de que se supere el 2% de inflación este año. Además, en conjunto hay 26% de probabilidad de que ese nivel se supere los próximos 12 meses, en comparación con el 21% en enero de 2016 (27% implica una probabilidad significativa). Las más fuertes presiones están en el sector comercio y vivienda, aunque los precios de los bienes inmuebles pueden seguir aumentando más lentamente. El deterioro de la productividad también contribuye a la inflación.
Por otra parte la expectativa de inflación medida por la diferencia entre la rentabilidad a vencimiento del bono de EEUU respecto a la inflación y los indicadores de actividad y mercado laboral sugieren que a corto plazo no hay riesgo. Además, aunque la inflación básica alcance el 2% es poco probable que supere de manera significativa el objetivo de la Reserva Federal. A ello se añade que el aumento de los precios es de naturaleza retrasada, hasta 20 meses respecto al crecimiento económico y el mercado laboral; un año respecto al aumento de expectativas de inflación y al menos siete meses respecto a los factores internacionales.
Así que el objetivo de inflación de 2% de la Reserva Federal aún no está a la vista. Ahora bien, más que cuándo, la pregunta es en cuánto en el futuro se puede pasar de dicho objetivo. De momento en 2017 es necesario un crecimiento anualizado del PIB de EEUU del 2,7% para una probabilidad significativa de inflación. Nuestra previsión actual es 2,3%.
Además, consideramos que la Reserva Federal prefiere riesgo de mayor inflación a un ajuste temprano de las condiciones monetarias mientras el crecimiento no sea suficientemente fuerte. Así que de momento pronosticamos dos aumentos de 0,25% en los tipos de interés de la Reserva Federal este año.
Pero si el ritmo económico se mantiene este año comenzará a ser inflacionista. Hay que tener en cuenta que las políticas de Trump, aunque contrarrestadas por un dólar más fuerte y los precios del petróleo, pueden añadir 1% al PIB en 2018 por gasto en infraestructura de hasta 500.000 millones de dólares y el efecto de la reducción de impuestos. Así que el ajuste de la Reserva Federal puede ser mayor si, ante un crecimiento económico más fuerte de lo esperado, aumentan rápidamente las previsiones de precios para 2018 y más allá. Las consecuencias, además de una posición más dura de la Reserva Federal, con aumento de tipos interés, puede ser un dólar más fuerte y presión para los activos financieros de mayor riesgo.
Así que conviene considerar potenciales coberturas contra la inflación. Pero las más evidentes parecen caras. Es el caso de las materias primas y las acciones industriales y de infraestructura. En el sector inmobiliario los alquileres comerciales ligados a la inflación pueden proporcionar mayores ingresos, pero la sobreoferta limita la rentabilidad.
Por su parte los bonos ligados a la inflación aún no están sobrevalorados, pero tampoco están especialmente baratos. Además los beneficios de la protección contra la inflación pueden quedar contrarrestados por un aumento de los tipos de interés reales, como en el caso del oro, aunque sí puede ofrecer cierta protección si la inflación se vuelve extrema o desordenada.