Firmas

Ibex 35 y petróleo, punto de vista clásico

  • Según modelos no es posible que la bolsa caiga por el precio del crudo

Rafael Flores de Frutos

El desplome del petróleo es una de las causas que explican las fuertes caídas del Ibex 35". Esta es una de las frases más oídas o leídas en los últimos meses por quienes siguen la evolución de los mercados bursátiles. ¿Tiene lógica esta supuesta relación causal? Siempre habíamos creído que eran los aumentos en el precio del petróleo lo que provocaba las caídas de la bolsa española, y no al contrario. ¿Qué está pasando?

Los clásicos modelos del "valor presente" pueden ayudarnos a entender algo. Según estos modelos, el precio teórico de una acción es el valor presente de todos los rendimientos (dividendos) futuros esperados, descontados a un tipo de interés variable. Esto es, si se espera un aumento de los dividendos en el futuro, el precio de la acción debería subir hoy, ya que subirá su valor presente. Por otro lado, si bajan los tipos de interés (los tipos de descuento) el valor presente de los futuros dividendos subirá y, con él, el precio de la acción.

Para un país como España, profundamente dependiente del oro negro, una bajada del precio del petróleo implica un abaratamiento de costes y, por tanto, una ganancia respecto a países competidores. Así, una noticia de este tipo debería mejorar las expectativas de crecimiento de la economía española y, según los modelos clásicos del valor presente, si España fuera una empresa cotizada y su precio en bolsa fuera el valor del Ibex 35, una bajada del precio del petróleo haría aumentar el precio teórico de la acción España y, por tanto, su cotización actual (el Ibex 35). De esta forma, una bajada del precio del crudo debería llevar a un aumento del Ibex 35, y no a una caída.

Por otro lado, un precio del petróleo menor debería quitar presión sobre el IPC de la Unión Monetaria, disminuyendo el riesgo de sufrir un aumento en los tipos de interés por parte del BCE, algo bueno para la bolsa, ya que si el riesgo de un aumento de tipos se reduce, también se reduce el riesgo de que el valor presente de los rendimientos de la economía española caiga, precisamente por el descuento (tipo de interés) que hay que aplicar a los rendimientos futuros para calcular su valor presente. Así que, también por este otro argumento, la bolsa debería subir al reducirse el precio del petróleo, y no al contrario.

Si los modelos teóricos del valor presente son válidos, no es posible que una bajada de los precios del petróleo pueda provocar una caída de la bolsa española, a no ser que el desplome en los precios sea de tal magnitud que, en vez de generar expectativas positivas de crecimiento para la economía española, haga lo contrario. ¿Qué fenómenos podrían desencadenarse que perjudicaran tanto el crecimiento? Un desplome en los precios del petróleo podría desencadenar una crisis económica y política en importantes países productores, lo que podría aumentar la incertidumbre sobre la economía mundial y afectar negativamente a las expectativas de crecimiento económico.

Por la vía de los tipos de interés es más difícil encontrar una relación negativa entre el precio del petróleo y el Ibex. No obstante, podría pasar que los países productores de petróleo decidieran vender de forma masiva deuda europea y financiar de esta manera su posible déficit. El precio de la deuda caería, aumentando el tipo de interés. Si se utiliza el tipo de la deuda como tipo de descuento, el valor presente de los rendimientos esperados de la economía europea y, por tanto, la española caería y, con él, el Ibex 35.

A largo plazo, ¿qué escenario le parece más probable? ¿La estabilidad política y económica de los países productores de petróleo está garantizada si los precios siguen cayendo? Si usted piensa que sí, debería aprovechar estas caídas en bolsa para comprar. Si piensa que no, debería mantenerse fuera del mercado.

Claro que también es bastante probable que esas caídas en la bolsa tengan que ver mínimamente (o nada) con la evolución de los precios del petróleo, y que lo que esté detrás sea la economía China o la debilidad de los bancos italianos o la irracionalidad de los agentes económicos... ¡Quién sabe! Como suele decirse: ponga una vela a Dios y otra al diablo. Eso es exactamente lo que hizo la Academia Sueca cuando dio el Premio Nobel a Eugene Fama y a Robert Shiller, los dos representantes más destacados de las dos visiones opuestas de entender el comportamiento de los mercados de renta variable.