Nueve flujos que nos pueden llevar a la recesión
Joaquín Gómez
En el mercado hay de todo menos gangas. No contemplar hoy un escenario de mercado recesivo es una locura si lo que se pretende es proteger el patrimonio. Y por eso hay que trabajar con escenarios que proyecten hasta dónde puede caer el Ibex, aunque tenga tintes apocalípticos, para preservar liquidez y poder volver al mercado. Asumiendo un descuento del multiplicador de beneficios del 20%, y sin considerar que las ganancias ya corregidas se seguirán deteriorando, nos podríamos ir a niveles del 6.500 de Ibex.
Mientras se dirime si la recesión es real o solo es fruto de un mercado que ha entrado en barrena, hay que trabajar con potenciales caídas adicionales del 25%, y no debemos olvidar que comprar bolsa cayendo es coger un cuchillo que alguien tiró desde arriba y nosotros pretendemos atrapar al vuelo.
Territorio bajista pero no de recesión
El territorio bajista en el que nos hemos adentrado en las bolsas -más de la mitad de la caída que vivimos en el crash de Lehman- insisto que todavía no anticipa una recesión mundial. Hasta ahora lo que ha hecho el mercado es sufrir una crisis de flujos de dinero en la que las piezas no se ajustan, pero que de no encajar en breve se convertirá en una crisis económica real por cuanto se trasladará al consumo, a un exceso de producción, menos beneficios y despidos en las empresas.
El mercado es un puzzle descolocado en el que primero hay conocer si la segunda economía mundial, China, se estrella o logra aterrizar mientras cambia su modelo de economía industrial a la de servicios.
Segundo, cuantificar el impacto que tendrá el impago de bonos de alto rendimiento de acereras, mineras y petroleras en el balance de la banca.
Tercero, verificar si la banca es capaz de ganar algo de dinero en un contexto del precio del dinero gratis, mientras los reguladores exigen cantidades desorbitadas de capital para financiar al mercado.
Cuarto, contrastar que se frena el trasvase de dinero que países productores de petróleo sacan apresuradamente de mercados occidentales para paliar sus maltrechas economías con un crudo que no ha tocado suelo (Goldman habla de 20 dólares y es quien ha ido adelantando el precio de la materia prima).
Quinto, acotar un mercado bajista en el que los hedge fund (fondos especulativos) no puedan atacar sin impunidad todo activo que se les ponga por delante sin que este presente defensa.
Sexto, desterrar un samurai atípico como es el alza del yen, provocado porque los inversores japoneses huyen en estampida del partido sencillo al que juegan con el carry trade (financiándose gratis para invertir en activos en otras divisas).
Séptimo, recuperar a las compañías que se encuentran desprotegidas en mercado al haber tenido que renunciar en muchos casos a la recompra de acciones. Los buybacks han desaparecido como las setas cuando llega el invierno.
Octavo, darle la vuelta a la debilidad del dólar como consecuencia de una presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, que se ha quedado fuera de juego frente al mercado con sus esperadas subidas de tipos. Un alza del dinero que, por otro lado, necesita la banca estadounidense para recuperar sus márgenes.
Noveno, que la renta fija gubernamental empiece a normalizar las rentabilidades que ofrece en relación con la expectativa del precio del dinero. Los bonos estadounidenses se han convertido en el principal activo refugio, con compras que han abaratado el interés que ofrecen hasta niveles incomprensibles cuando la Fed mantiene el objetivo de subir el precio del dinero este año en tres ocasiones más... Y a la vista de que el epicentro de la crisis ya está claro que son los bancos, esperemos que lo haga para que de una crisis financiera no pasemos a una de economía real.