Energía

Exxon vs Chevron: Guyana se convierte en el epicentro de una batalla empresarial histórica por el futuro del crudo


Álvaro Moreno

Guyana se ha revelado como uno de los mercados petroleros con mayor potencial de todo el mundo. La pequeña república caribeña ha triplicado ya su PIB gracias al oro que esconde bajo su tierra. A pesar de que apenas cuenta con 215.000 kilómetros cuadrados de superficie, menos de la mitad que España y solo 800.000 habitantes, se trata del decimoséptimo país con más reservas de todo el mundo, con cerca de 11.000 millones de barriles en sus entrañas. Esta pequeña nación se ha convertido en una auténtica sensación en el mercado del crudo, produciendo cerca del 20% de todo el nuevo suministro del mundo y duplicando su producción en un solo año, hasta los 640.000 barriles, apenas 60.000 menos que Venezuela, su vecino y el país con más reservas probadas de todo el mundo.

Este potencial que ha emergido ha provocado que Georgetown se convierta en el epicentro de una de las mayores guerras empresariales de Wall Street este año y una de las mayores de la historia del sector petrolero a nivel mundial. La primera empresa privada del sector petrolero más grande de todo el mundo por volumen de ingresos, Exxon, está inmersa en un conflicto sin precedentes contra su máximo rival en EEUU y la cuarta más grande del mundo, Chevron. Ambas compañías se enfrentan en un conflicto legal internacional por una gran parte del proyecto que monopoliza la producción de Guyana y en sus resultados ambas han confirmado que ninguna se sentará a negociar, será un todo o nada.

Las dos firmas se declaran propietarias legítimas del mayor megayacimiento del país, en un pulso que puede hacer saltar por los aires un acuerdo de 53.000 millones de dólares, la mayor fusión desde la compra Pioneer por parte de Exxon (59.000 millones). Para encontrar una operación semejante por parte de una empresa privada, hay que retrotraerse a la compra de BG por parte de Shell en 2015 por 70.000 millones. Lo que deja este proyecto, que está ahora en manos de un conflicto legal, en el olimpo de las operaciones del sector.

Todo comenzó con la compra de Hess por parte Chevron en octubre de 2023. Entonces la firma estadounidense anunció que se hacía con su rival por esos 59.900 millones de dólares. El principal motivo para comprar esta compañía, al margen de su presencia en el esquisto de Dakota del Norte, el Golfo de México o Tailandia, es que la firma formaba parte de la presencia en los yacimientos petroleros de la pujante república caribeña. Hess controlaba el 30% del consorcio detrás del principal proyecto del país, el mayor descubrimiento de la última década y que cuenta con 11.000 millones de barriles.

Sin embargo en este consorcio está Exxon, con un 45%, siendo el líder del campo Starbroek, el campo de producción 'offshore' clave del país. En un principio todo parecía indicar que podría haber una convivencia pacífica dentro de esta estructura y que los rivales se convertirían en socios, sin embargo, Exxon ha visto una posibilidad de dominar el futuro del sector aún con más contundencia gracias al acuerdo. La empresa privada más grande del crudo asegura que tiene un derecho de preferencia sobre la participación de Hess en el consorcio que Chevron no ha respetado y, en consecuencia, tiene derecho a convertirse en el dominador casi absoluto de unos de los proyectos petroleros con más potencial del planeta.

Se espera que Guyana comience a bombear cerca de 1,7 millones de barriles de petróleo a partir de 2027, según los cálculos del propio país y de la Agencia Internacional de la Energía. En ese sentido, quien domina Starbroek será el principal beneficiado de ese 'boom petrolero' pues produjo en enero cerca de 602.000 barriles diarios, es decir más del 94% del crudo del país.

Mapa del proyecto de Guyana publicado por Exxon

Solo la parte de Hess, que está en disputa, supone cerca de 130.000 barriles diarios, una cantidad que podría crecer al ritmo que se espera, duplicando su aportación. Para entender la magnitud de lo que supone para estas compañías, Exxon, entre todos sus proyectos, produjo cerca de 2,45 millones de barriles diarios en 2023 y Chevron 1,5 millones, por lo que un 30% de este proyecto supone un gran paso para ambas compañías y ninguna quiere dejar escapar la oportunidad. Es decir, solo para esta última el proyecto actual podría representar un 8% de todo su músculo petrolero.

El CEO de Exxon ha sido tajante en sus últimos resultados y ha acusado a su rival de haber seguido un procedimiento ilícito durante la fusión con Hess. "Hicieron público el acuerdo sin hablar ni acordar nada con nosotros o tener suficiente entendimiento de qué ocurriría con los principales socios" explicaba Darren Wood, CEO de la empresa. Desde Chevron explicaron que están realmente sorprendidos por esta situación y su CEO, "nos ha extrañado mucho como han terminado abruptamente con el diálogo y han solicitado un arbitraje".

Desde Exxon han defendido que no recurrir a los tribunales sería "totalmente irresponsable" dado que "sería permitir que el 30% de una operación de clase mundial que ayudamos a construir se entregue a un tercero sin al menos considerar el ejercicio de nuestros derechos contractuales". El portavoz de Chevron, Braden Reddal, fue totalmente contundente en este sentido alegando que "no hay absolutamente ningún escenario posible en el que Exxon y CNOOC (el otro socio con el 30%) se hagan con la participación de Hess como resultado de la transacción".

"Si el arbitraje se mantiene y Chevron no triunfa la fusión se cancelaría y ambas compañías seguirían como empresas separadas"

Tal es la importancia de Guyana que desde S&P Global dan por hecho que "si el arbitraje se mantiene y Chevron no triunfa la fusión se cancelaría y ambas compañías seguirían como empresas separadas". Coincidía en analista de Tudor Pickering, que explicaba en una carta a sus clientes a comienzo del año que, en caso de no ganar este litigio ante la Cámara de Comercio Internacional de París el acuerdo no resistiría.

Desde la propia Exxon explicaron la semana pasada en la presentación de sus resultados que, además de la luz verde de los accionistas (se votará el 28 de mayo), deberían esperar hasta que el litigio se cierre por completo para poder consolidar la compra de la compañía. "Esperamos que sea en 2025, debido a la gran importancia que tiene este caso para ambas empresas, debemos confirmar nuestros derechos en Guyana", explicaba Darren Woods, CEO de la firma. Desde Chevron creen que se resolverá dentro de cinco o seis meses. Además, el director ejecutivo, Mike Wirth, se cerró completamente en banda a una negociación alegando que "estamos seguros de que tenemos la interpretación correcta del contrato".

Hay mucho en juego, el litigio significaría de golpe la implosión del que para Wood Mackenzie, sería "la segunda 'Mega Major' tras Exxon-Pioneer. Una firma clave para los planes de Chevron pues, aunque la corporación tiene una potente presencia en la Cuenca Pérmica de EEUU "enfrenta una creciente preocupación por un riesgo de concentración de cartera", un riesgo que se diluía con Hess aportando a "uno de los actores de mayor crecimiento del mundo y un abundante potencial de exploración".

Exxon en cualquier caso quiere hacer valer no solo sus derechos legales, sino conseguir un beneficio extra de su apuesta decidida por la región. El gigante norteamericano lleva invirtiendo en la región sudamericana desde mucho antes de que se intuyese el enorme potencial, en 2008, cuando el riesgo aún era máximo. Desde entonces pasaron 7 años hasta que se dio el primer hallazgo y dos más hasta el segundo. La compañía quiere convertirse en la dominadora con puño de hierro de la región y hacer valer así su apuesta de más de 16 años, capitalizando al máximo el 'boom petrolero' y acaparando los resultados de media docenas de nuevos proyectos para 2027.