La ya sempiterna crisis del sector europeo de la automoción, acorralado por la transformación de la movilidad hacia un futuro más sostenible y por la irremediable incorporación del coche compartido y autónomo, que implica más conductores/pasajeros pero menos vehículos, suma ahora el shock de demanda por la pandemia de coronavirus, que está dejando a los actores más débiles tocados de muerte.
Francia se ha empeñado esta semana en apoyar a dos de los suyos: Renault y PSA, pero Citi considera que ni el plan de rescate estatal, ni la alianza con Nissan, ni los despidos masivos -reestructuración de costes en jerga financiera- impiden que el primer grupo valga menos de la mitad del precio al que cotiza actualmente en bolsa.
La firma de inversión advierte en un informe reciente que "la falta de liquidez que afronta Renault necesita más que préstamos" y reduce el precio objetivo de sus acciones de cara a los próximos 12 meses a 10 euros, después de que hayan conseguido superar los 20 en las últimas sesiones, tras alargar un rebote que desde los mínimos de la crisis del Covid-19, los registrados el 18 de marzo, es ya de casi el 50%.
"En línea con las expectativas, el Gobierno francés anunció un paquete de estímulos que llega este 1 de junio y que supone 5.000 millones de euros de apoyo crediticio, 1.000 millones de euros en subsidios a las compras de vehículos y 1.000 millones de euros de inversión en tecnología industrial", resume el equipo de analistas de Citi, que lamenta que, a pesar del esfuerzo, la situación para el fabricante cambia poco, ya que, según calcula, "Renault terminó 2019 con 1.700 millones de euros caja, quemó 5.500 millones de euros en el primer trimestre de este 2020, probablemente otros 3.000 millones en el segundo y esperamos una reestructuración de 4.000 millones de euros, que dejará una posición de deuda neta de 10.000 millones".
Los números son críticos y llevan a pensar en un rescate mucho más ambicioso, aunque eso entra en contradicción con la necesidad de reducir costes y evitar la sobrecapacidad, porque el Gobierno de Macron pretende proteger el empleo en el país. "Renault cuenta cerca de 50.000 empleados franceses con salarios que aproximadamente duplican el promedio del grupo", continúan desde Citi.
La consecuencia de este choque se ha reflejado ya en el cierre de la planta de Nissan en Barcelona, el principal socio de la Alianza que favorece el acceso del grupo al mercado internacional, y en los 15.000 despidos anunciados este viernes. "La escala global es crucial en el escenario actual", reconocen los expertos del servicio de análisis de Bloomberg. "Tanto Renault como Nissan todavía necesitan aborda sus participaciones conjuntas para ayudar a desbloquear el valor para los accionistas", continúan.
Las debilidades se han multiplicado, y cualquier estímulo o plan parece insuficiente, pero el equipo directivo aclaró algo el panorama al final de la semana con la presentación de su plan estratégico, que implica la supresión 15.000 puestos de trabajo, 4.600 en Francia, y la aplicación de medidas de reconversión, de movilidad interna y de salidas voluntarias.
"Los titulares parecen ser positivos para las previsiones de caja durante los próximos tres años", observan en Citi, aunque ligan el éxito del plan de negocio a los avances de la Alianza.
Mientras, continúa el ruido sobre nuevas fusiones, que podrían implicar al Fiat. "La noticia [de que se han abierto conversaciones] es positiva ya que viene a confirmar la tendencia de consolidación del sector, lo que redundaría en mejora de la eficiencia y un aumento de los márgenes", explicaban desde Banco Sabadell esta misma semana.