La 'jungla del impuestazo': hasta 12 países europeos gravan a su banca
- El FMI avisa sobre sus incentivos perversos y aboga por canalizar los tributos a capitalizar el sector
- Avisa sobre las incertidumbres que introducen y cree que los acabarán pagando los clientes
Eva Contreras
La subida en vertical de los tipos de interés para atajar la inflación trajo la derivada positiva para la banca de disparar sus cuentas, pero también ha dado argumentos a diferentes gobiernos para imponer al sector nuevos tributos "extraordinarios". Hasta 12 de los 28 países de la Unión Europea, casi la mitad, han fijado tarifas así o aumentado otras preexistentes, en su mayoría del Este de Europa o del norte. De las grandes economías solo España e Italia figuran en el listado. Son tributos, todos ellos, con una fuerte heterogeneidad de diseño por la base imponible elegida -sobre activos, pasivos, ingresos o beneficios-, el recargo que aplican y hasta en su duración.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte de los potenciales incentivos y desventajas de cada diseño fiscal en un informe temático elaborado sobre el fenómeno en el que evita opinar sobre tributos individuales, pero sí sugiere la oportunidad de recanalizar dichos recursos para recapitalizar las entidades. Tan solo Italia ha previsto, hasta ahora, una solución similar y permite a su banca optar entre abonar el tributo a la Hacienda Pública o retenerlo como recursos propios, con el compromiso de su no distribución vía dividendos.
La fuerte heterogeneidad de las diferentes tasas impide realizar comparativas entre los países -ver tabla adjunta-, aunque el FMI efectúa una aproximación poniendo en relación la recaudación prevista con el balance de los diferentes sistemas financieros. Su conclusión para España y tomando una recaudación anual aproximada de 1.200 millones de euros, es que el impuestazo equivaldría a un 0,1% de los activos ponderados por riesgo, parámetro que se utiliza para calcular la hucha de solvencia individual que debe acopiar cada entidad financiera para ser robusta.
Se trataría, según sus cálculos, de un impacto superior al de los Países Bajos (estima el coste fiscal en un 0,02%) y al que soporta la banca en Bélgica (0,04%), pero inferior al resto de sistema financieros que han adoptado tributos similares y cuyo impacto oscilaría entre el 0,2% en Rumanía y el 1,2% en Lituania. En Italia y, siempre según sus cálculos, sería del 0,25%.
¿Por qué se produce este fenómeno? Los bancos de la UE vienen disfrutando de resultados elevados desde 2022, en buena parte porque el Banco Central Europeo (BCE) elevó los tipos de interés desde el 0 al 4,5% para combatir la desbordada inflación. Bajo ese contexto, la rentabilidad de industria medida sobre activos o ROA escaló al 0,5% sectorial en 2022 y apuntaba al 0,8% en 2023. Hay que remontarse a mucho más atrás de 2007 para encontrar ratios similares, ya que la crisis financiera global hundió este parámetro llegando, incluso, a fijar ratios negativos en 2008 y 2012, y nunca había vuelto a superar el 0,4% hasta que el BCE empieza a subir los tipos.
Según el FMI, buena parte de la fuerte mejora de rentabilidad ocurre porla lenta traslación de la subida de tipos a la remuneración de los depósitos de los clientes. Entre 2022 y 2023 calcula que apenas se trasladó un 20% de la subida, frente al 50% que se daba entre 2005 y 2007. No obstante, precisa que esta brecha sería "temporal" y se da "especialmente cuando el endurecimiento de la política monetaria es muy rápida", por lo que sería esperable que su repercusión avance con el tiempo y la competencia por captar clientes.
Riesgo de caída de márgenes en 2026
Al respecto, indica que algunos estudios pronostican que es "probable" que en 2026 "los márgenes de las tasas de interés de los bancos europeos vuelvan a caer hasta los promedios del periodo de 2015-2019%" y que la rentabilidad se verá, además, afectada por un rebrote de la morosidad.
Curiosamente y aunque la rentabilidad de los bancos de la UE es también muy heterogénea, muchos de los impuestos se han fijado en los sistemas más rentables. Los sistemas financieros que mayor provecho han realizado de las subidas de tipos son, precisamente, los que tienen mayor financiación basada en depósitos, disponen de una mayor cartera hipotecaria a tipos variables, el sistema se encuentra más concentrado y operan en un entorno macroeconómico más propicio para el negocio financiero, indica el FMI en su estudio.
Bajo este panorama y en el contexto de "grandes déficits fiscales y presiones en las políticas económicas", es donde constata que "muchos gobiernos" han respondido con la introducción de nuevos impuestos.
Diferentes medidas fiscales por países
Bélgica ha subido un tributo sobre pasivos que ya existía (pasa del 0,13 al 0,17%), igual que ocurre en Países Bajos (sube del 0,04 al 0,6% la tasa sobre pasivos a largo plazo, y del 0,2 al 0,03% en los de corto). Ambos mantendrá el impuesto de forma permanente. Eslovenia ha fijado una tasa del 0,2% sobre activos bancarios (sin superar el 30% de los beneficios brutos), con una duración de cinco años y para financiar los esfuerzos de reconstrucción tras las grandes inundaciones de agosto de 2023. En los países Bálticos, Estonia ha fijado que pague como ganancias algunos dividendos (gravamen del 20 para 2024 y 22% para 2025), en Letonia hace que todas las ganancias estén sujetas al impuesto de beneficios y ha fijado una tarifa sobre hipotecas para ayudar a sus titulares, salvo si el banco rebaja su precio en un 50% durante 2024, y Lituania ha fijado una tasa del 60% sobre el "exceso" del margen de intereses durante 2023 y 2024 -como exceso entiende lo que supere en un 50% al registrado entre 2018 y 2022-.
La República Checa ha introducido durante tres años, 2023-2025, un impuesto del 60% sobre los beneficios bancarios "excedentes"; Hungría ha fijado un tributo del 10% de los ingresos netos (margen de intereses e ingresos por comisiones) de los bancos para 2022 y del 8% en el primer semestre de 2023, reduciéndose de forma gradual en 2024, y permite desgravar parte si invierten en deuda pública. Rumania ha introducido un impuesto del 2% sobre los ingresos netos de los bancos para 2024 y 2025, que se reducirá al 1% en 2026 y se mantendrá permanente en ese nivel. Eslovaquia fijó un recargo bancario por beneficios del 30% en 2024, reduciéndose de forma progresiva hasta alcanzar el 15% en 2027.
En España, la tasa es del 4,8% sobre los ingresos por comisiones e intereses, inicialmente para 2023-2024, pero se ha extendido otro año y el Gobierno proyecta hacerlo permanente, y en Italia es del 40% sobre el exceso de margen financiero en 2023, pudiendo canalizar los fondos para reforzar el capital si destinan a ello 2,5 veces el impuesto.
El FMI advierte sobre algunos incentivos y riesgos de esta nueva fiscalidad. En términos generales avisa que la simple fijación de tributos "ad hoc" introduce incertidumbres porque "tiene la desventaja de obstaculizar la previsibilidad del entorno empresarial", lo que penaliza a los bancos por la percepción de los mercados y al dejarles en peor situación competitiva y cree que acabarán pagándolos los clientes.
Gravamen sobre activos o ingresos
Por tipo de figuras, indica que un impuesto sobre los pasivos o activos bancarios tiene "la ventaja de ofrecer ingresos fiscales más estables en el tiempo", pero se corre el riesgo de que resulte "particularmente gravoso" durante las crisis para los bancos porque hay menos beneficios.
Cuando la base imponible es un flujo -resultados o ingresos-, avisa de que las entidades pueden "ajustar los precios internos de los préstamos intragrupo para asignar ganancias, ingresos netos o márgenes de interés a jurisdicciones con la tasa impositiva promedio más baja". Ve un incentivo a que paguen más por los depósitos de clientes y captar así más usuarios si el tributo es temporal o, incluso, a aplicar comisiones mayores y bajar los intereses para ganar negocio con menos impacto fiscal. En los impuestos sobre beneficios cree que hay un incentivo a realizar provisiones porque dichos gastos reducen la base imponible, permitiendo protegerse mejor de impagos y ayudando al flujo del crédito.
En términos generales ve difícil estimar qué es o no beneficio extraordinario y advierte cierto afán recaudatorio si la calificación de un resultado así se realiza sobre las cuentas especialmente castigadas durante la pandemia. El FMI aboga además por destinar dichos recursos a capital. "Cualquier acuerdo que incluya la opción de asignar fondos tributarios al capital bancario es deseable en la medida que garantice que dicho capital permanezca bloqueado y no esté disponible para pagos a los accionistas en el corto plazo", defiende.