Banca y finanzas
El BCE llama a capítulo a la banca con Grifols para escrutar los riesgos, pero ya ocurrió con Silicon Valley o Rusia
Eva Contreras, Lucía Gómez
El Banco Central Europeo (BCE) ha llamado a capítulo a los bancos para escrutar sus posiciones en Grifols. Con la exposición a la compañía de hemoderivados, el supervisor ha vuelto a poner en marcha un ritual al que ya están acostumbradas las entidades financieras cuando aflora un potencial foco de riesgo masivo. Ocurrió con Silicon Valley Bank y Credit Suisse, con la escarpada subida de los tipos de interés o con la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
La misión del BCE como supervisor bancario es garantizar la estabilidad financiera y bajo este mandato, cuando aflora un inesperado riesgo, despliega el mecanismo para conocer al dedillo la exposición y los potenciales blindajes adoptados por las entidades. En el caso de la farmacéutica, ha preguntado, en reuniones bilaterales con las entidades su exposición a la compañía y las empresas familiares de los Grifols en sus emisiones de deuda, inversiones en acciones y emisiones de deuda y si disponen de coberturas sobre dichas posiciones.
Cuando Rusia inició la guerra en Ucrania el organismo demandó hasta la última cifra de la exposición a los países y negocios vinculados con aquella geografía ante la fuerte incertidumbre que se instaló en los mercados, con desglose de financiaciones, filiales operativas en la región e, incluso, inversión directa o indirecta a compañías y deuda soberana. Para despejar dudas procedió posteriormente a un detalle de esas magnitudes por sistemas bancarios nacionales europeos.
La quiebra del banco especializado en startups americano Silicon Valley Bank (SVB) y la crisis importada por un Credit Suisse que ya arrastraba poblemas de gestión sacudió los mercados y el miedo a sangrías de liquidez volvió a activar las pesquisas del BCE. El organismo, a través de los bancos nacionales, comenzó a pedir información, incluso, diaria para medir los movimientos de fondos en prevención de salidas masivas de fondos.
Durante la pandemia del Covid-19 los supervisores pusieron foco sobre los sectores más golpeados por los cierres obligados, tales como restauración, comercio, turismo o transportes. La guerra de Rusia agravó los problemas que ya arrastraban algunas compañías por esa crisis sanitaria y disparó los precios de la energía. El BCE se interesó por los sectores, inversiones y posiciones particularmente afectados por el fuerte encarecimiento de esta y otras muchas materias primas, así como la desbordada inflación.
La situación de tipos la sigue de cerca desde hace años, pero la vertical subida del precio del dinero para, precisamente, poner coto a una inflación en subida libre movió, de nuevo, al organismo a realizar consultas específicas. El BCE recabó datos de las entidades para tomar medida y prevenir efectos negativos de la subida. Para aplacar el IPC, la propia subida de tipos persigue enfriar la economía y eso implica frenar el crédito y el consumo, con los potenciales efectos sobre la actividad, en materia de desempleo y un previsible repunte de la morosidad.
Además, la subida de tipos tiene un efecto directo, en forma de depreciación en las carteras de inversión en renta fija, aunque espolea el margen de interés. La inflexión de la política monetaria debería dar altas a la financiación contenida, precisamente, por el encarecimiento del euríbor, con riesgo, de nuevo, de alterar las carteras de inversión en renta fija.