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Cómo plantar comino en una maceta en casa: la especia que mejora la digestión y tus defensas

Comino molido en polvo. / Foto: iStock

elEconomista.es

El comino es una de las especias que se utilizan en la cocina para dar sabor a muchas elaboraciones y recetas. Además de eso, son conocidos sus amplios beneficios para la salud, que van desde el propio aparato digestivo hasta su poder para reducir el insomnio o aumentar las defensas.

La mejor forma de consumir esta especia es usar su polvo. Aunque puede usarse en grano, es preferible para sacarle el máximo partido a su aroma y sabor usar directamente el polvo, que se obtiene al tostar las semillas enteras en seco y, después, moliéndolas en un mortero.

Sin embargo, para realizar este proceso con un producto propio y completamente casero y natural, hay que saber que el comino se puede cultivar desde casa, en una maceta, para lo cual hay que seguir una serie de recomendaciones y cuidados básicos, que harán que la planta crezca sana y de esta famosa y agradecida especia para tus platos.

Cómo cultivar comino en casa

Lo primero que hay que saber sobre el cultivo de comino (Cuminum cyminum) es que esta semilla se puede adquirir fácilmente y con bajo coste en cualquier tienda especializada. Además, se puede plantar directamente en el lugar definitivo o, por el contrario, usar un semillero y, después, trasplantarlo.

En segundo lugar y no menos importante, hay que tener en cuenta que esta planta se debe plantar cuando el clima sea cálido, ya que no soportan el frío. Sin embargo, al estar en el interior del hogar, no hay problema con esto. Eso sí, necesita mucha luz solar, por lo que igualmente se recomienda su siembra en verano, que es cuando más horas al día de sol se pueden disfrutar.

De este modo, la ubicación de la maceta es clara: hay que ponerla en un lugar en el que dé el sol directo durante varias horas al día. Por tanto, habrá que ponerlo al lado de una ventana, eso sí, cerrada, ya que las corrientes de aire frío que puedan entrar son nefastas para la planta.

Este requerimiento, quizás, sea el cuidado más complicado del comino, ya que el resto de las necesidades son bastante sencillas. Por ejemplo, en cuanto al riego hay que saber que no requiere agua frecuentemente. Se puede regar cuando se note que la tierra está seca, sin agua abundante y sin encharcar nunca la planta. En lugar de echar directamente el agua, es más recomendable poner un plato debajo de la maceta para que absorba el líquido poco a poco y evitar exceso de agua.

Sabiendo esto, ya solo es necesario conocer el tipo de sustrato más adecuado. Lo mejor es plantar el comino a una profundidad de dos centímetros, en una tierra con pH de 6,5 y se puede abonar frecuentemente en temporada de crecimiento para aumentar sus nutrientes.

Por último, si se siguen todos estos cuidados, se podrá conseguir una cosecha de comino en torno a los 100 días desde la siembra. La recolección de la semilla, que es lo que nos interesa, habrá que realizarla cuando estas semillas estén completamente maduras, es decir, cuando su color sea marrón, nunca cuando esté aún verde.

Estas semillas habrá que ponerlas en un bote, esperar a que se sequen y triturarlas en un mortero o trituradora, consiguiendo la especia de comino en polvo, perfecta para tus recetas y tu salud.