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El escándalo inmobiliario de las monjas clarisas que les lleva a renunciar del Vaticano

Las hermanas clarisas del Obrador de Belorado, en Madrid Fusión

Alba Brualla

De los bombones de mojito a operaciones inmobiliarias de 1,2 millones de euros. Así se podría resumir la trama de la comunidad de monjas clarisas que han saltado a los medios tras anunciar que han decidido abandonar la Iglesia Católica para situarse bajo la tutela y jurisdicción de Pablo de Rojas Sánchez-Franco –excomulgado en 2019 por el entonces obispo de Bilbao, Mario Iceta– y fundador de la asociación religiosa Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, que no está en comunión con Roma.

Las 16 monjas clarisas del monasterio de Santa Clara de la localidad de Belorado (Burgos), conocidas por sus famosos bombones de mojito, han tomado esta decisión drástica después de que el Vaticano les haya prohibido vender un convento que es de su propiedad con el que pensaban comprar el monasterio de Orduña que, al estar extinguido y suprimido canónicamente, se encontraba en venta desde 2002.

De hecho, las hermanas aseguran en un comunicado que han vivido una "persecución" por parte del Vaticano, que "ha puesto palos de rueda a su comunidad en todos los frentes", y aseguran que están "bloqueadas desde Roma" por "no querer concederles licencia de venta del convento de Derio". Las monjas clarisas van más allá y aseguran que "desmontar comunidades de línea tradicional y quedarse con sus inmuebles para venderlos" es un "modus operandi".

El monasterio de un millón de euros

El origen del conflicto radica en la venta del convento de Derio, situado en Bizkaia. Se trata de un inmueble que es de su propiedad y que está vacío. Con el dinero de la venta de este convento las monjas de Belorado iban a comprar el monasterio de Orduña, que pertenece a la Diócesis de Vitoria, y en el que se instalaron en 2020. En octubre de ese año las hermanas clarisas cerraron un acuerdo de compraventa para hacerse con este monasterio por 1,2 millones de euros que incluía una demora de dos años. De este modo, las hermanas, que aportaron 100.000 euros en el acto de compraventa, se comprometieron a pagar 75.000 euros cada semestre a partir del 1 de noviembre de 2022. Sin embargo, llegada esa fecha, nunca se produjo el primer pago, tal y como lo aseguran desde la Archidiócesis de Burgos.

Pese al bloqueo de Roma, las hermanas clarisas no han cesado en sus planes de comprar el monasterio de Orduña y a principios del pasado mes de marzo la madre abadesa sor Isabel de la Trinidad aseguró contar con un benefactor que iba a comprar el inmueble para posteriormente ponerlo a su nombre una vez las hermanas lograran vender el convento de Derio y obtener el dinero.

Según este acuerdo, la comunidad de Belorado tendría permiso del nuevo comprador para seguir usando el monasterio hasta que lograran los fondos. La identidad de este benefactor se desconoce, si bien, desde la Archidiócesis sospechan que se trata de una "persona ajena a la Iglesia Católica".

Sin embargo, la operación finalmente no se llegó a cerrar ante las dudas de la Diócesis de Vitoria sobre la identidad del comprador, lo que llevo a revocar el acuerdo de compraventa. Así, el pasado 7 de mayo, la comunidad de clarisas de Vitoria convocó ante notario a las hermanas de Belorado para rescindir el contrato de compra-venta. Una vez en la notaría, la madre abadesa del monasterio de Belorado entregó un pliego solicitando una indemnización de 1,6 millones por las supuestas obras realizadas por su comunidad en el monasterio de Orduña. Está reclamación está actualmente en los tribunales. En la carta firmada por la madre abadesa, señalan que tras este anuncio las van a denominar "herejes, cismáticas, locas y cosas más calumniosas y desagradables". "No los creáis, al menos por esta vez que no os engañen", concluye el escrito de sor Isabel.