Uno de cada cuatro trenes AVE de Renfe llegó con retraso a su destino el año pasado
- La operadora pública achaca estos problemas a las obras en la infraestructura y la gestión de sus rivales
- Destinó 42 millones a indemnizaciones por retraso, cifra que irá a la baja por los cambios en sus políticas
- Renfe aumenta sus pérdidas hasta los 65 millones por la presión de Ouigo e Iryo
Víctor de Elena
Los trenes de Renfe cada vez llegan más tarde. Los datos de calidad de sus servicios ferroviarios muestran cómo el pasado año no fue el mejor para la compañía en términos operativos: los trenes cancelados se triplicaron respecto al año previo y tres de cada diez sufrieron demoras, cuando antes de la pandemia esa cifra estaba por debajo de dos. En concreto, el 25,7% de los trenes de Alta Velocidad o Larga Distancia operados por Renfe sufrieron retrasos de hasta una hora en llegada. Estos valores han crecido cinco puntos respecto al año anterior (19,5%) y son casi el doble de las de 2016, año con mayor puntualidad, con apenas un 13,6% de retrasos.
A las incidencias leves hay que sumar las más graves, que aunque son pocas, suelen llamar más la atención. En 2023, un 2% de los trenes comercializados por Renfe superaron los 60 minutos de demora, el límite para reclamar desde ahora la devolución del billete. Ese valor es ocho décimas superior al anotado un año antes (1,2%) y se va alejando del 0,7% registrado en 2016.
Los de Media Distancia, también afectados
Hay que tener en cuenta que en España se considera 'retraso' a cualquier tren que llegue tres minutos tarde a su estación de destino, un estándar de calidad que en otros países europeos se sitúa en un rango de 5 y 10 minutos. Pero las cifras muestran cómo, tras la liberalización, los trenes de Renfe llegan más tarde, sea cual sea el servicio.
En concreto en 2019, último año de monopolio y uno de los de más actividad en la historia de la empresa pública, el 14,2% de los trenes AVE o Larga Distancia llegaron hasta 60 minutos tarde, y un 1% superaron esa hora de demora. Donde antes llegaba tarde 1,5 de cada 10 trenes, hoy lo hacen 2,7. La cosa no está mejor en los servicios de Media Distancia o Avant. Tres de cada diez trenes de estos servicios (el 29,8%) registraron retrasos a su llegada, un valor cinco puntos superior al de 2022 (25,0%) y diez puntos más que en 2019 (20,2%).
La menor puntualidad también se observa en los datos de posventa de la compañía. A lo largo de todo el pasado año, Renfe recibió 353.665 reclamaciones, un 87% más que cuando era monopolio (189.214 en 2019). En la misma línea, cursó un 74% más de devoluciones e indemnizaciones automáticas, hasta alcanzar 1.364.977, frente a las 783.762 de cuatro años antes.
Afecciones propias... y ajenas
Desde la compañía pública achacan esta situación a dos factores. Por un lado, al proceso de renovación que se está dando en buena parte de la red ferroviaria, que ha provocado notables cortes o afecciones en puntos clave como Chamartín y Atocha (Madrid) o la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla. Estas incidencias se están dando en un momento de gran actividad para mejorar la red: el pasado año, Adif invirtió 3.404 millones de euros en nuevas inversiones, de las cuales un 42%, 1.429,8 millones, fueron a la red convencional, por donde circulan muchas más unidades y que, en consecuencia, es mucho más sensible a las incidencias.
Pero por las vías de alta velocidad también ha aumentado el tránsito de trenes, lo que provoca que las afecciones se agranden al afectar a más implicados. Así lo constata la CNMC, que asegura que el número de servicios con demora que circularon por los tres grandes corredores (Madrid-Cataluña, Madrid-Levante y Madrid-Andalucía) se ha incrementado en más de cinco puntos porcentuales desde que entraron nuevos competidores, unos tiempos de demora que son, además, un 21% más largos.
"En torno al 7% de los trenes de Renfe y en torno al 5% de los trenes de Iryo y Ouigo sufren retrasos superiores a 15 minutos. La duración media de los retrasos es de 39 minutos en el caso de Ouigo, 28 minutos en Iryo y 21 minutos en Renfe", apuntan en su Informe Anual del Sector Ferroviario. La CNMC cifró en un 6,95% los trenes de Renfe que sufrieron demoras superiores a 15 minutos, en un 4,95% los de Iryo y en un 4,89% los de Ouigo, que ponen en la vía un tercio y diez veces menos trenes que la empresa pública española, que sin embargo sí devolvía el coste de los billetes de los servicios que llegaban más tarde de ese cuarto de hora.
Si se analizan los grandes retrasos (más de una hora), las cifras se igualan: En Renfe, dos de cada 100 trenes (1,95%) llegan más de 60 minutos tarde a su destino, en Ouigo son 1,63% del total y en Iryo la cifra baja a 1,24%. En 2022, las compañías española y francesa tenían valores similares (1,22% y 1,19%, respectivamente).
Para Competencia, el diagnóstico es bastante claro: son las operadoras las que causan la mayor parte de incidencias, por lo que se perjudican unas a otras: "El 63% de los trenes retrasados lo son por causas responsabilidad de las empresas, debido a problemas con el material rodante o a decisiones comerciales". El resto lo son por causas imputables al gestor de la infraestructura (Adif), la mayor parte por problemas en la señalización.
Esta pérdida de calidad en el servicio obligó a Renfe a reformular su política de indemnizaciones por retraso para adaptarla a la de sus competidores. La noticia no sentó bien a los usuarios: hasta junio, si un tren llegaba 15 minutos tarde, el usuario podía reclamar el 50% del billete, mientras que ahora tiene que superar la hora de retraso para reclamar compensación.
El 'suicidio económico' de mantener las compensaciones
El ministro de Transportes, Óscar Puente, calificó este lunes de "suicidio económico" la persistencia del anterior 'compromiso de puntualidad', modificado en junio como consecuencia de un escenario técnico y financiero "que no podíamos mantener", fruto de la caída de la rentabilidad y la mayor competencia. En concreto, apeló a que la red está plagada de obras "de las que Renfe no es responsable" y a la existencia de otros dos competidores "que no tienen ese mismo régimen" de indemnizaciones, "y que cuando se les para un tren, también obligan a que se paren los de Renfe".
La compañía dirigida por Raül Blanco reconoció haber abonado 42 millones de euros en indemnizaciones por retraso a sus viajeros en 2023, en virtud de la política comercial vigente hasta el pasado 30 de junio, cuando se compensaban todos aquellos trenes que llegaban más de 15 minutos tarde a su destino. Ahora, esos abonos se darán si el retraso es superior a una hora. Renfe justificó el cambio en su política comercial debido a la necesidad de adaptarse a las condiciones del sector: tras la apertura de las vías españolas a otros actores, estos adaptaron sus indemnizaciones al máximo que les permitía la ley y los problemas del monopolio y sus nuevos rivales para rentabilizar sus operaciones.
"Competimos en un mercado donde antes Renfe era el único operador y aportaba beneficios de 150 millones de euros. Ahora, entre las tres compañías (sumadas Iryo y Ouigo), el sistema pierde 230 millones de euros al año. Viaja más gente, de manera más económica, pero ahora el ferrocarril da pérdidas", explicó. El ministro también desveló que los dos primeros meses de operación de los nuevos trenes de la serie 106, que han registrado una sucesión de incidencias, han costado 2 millones de euros en indemnizaciones a la operadora pública.