Telecomunicaciones
Electricidad y telecomunicaciones: ¿hacia un macrosector?
- El mercado puede acoger los 'superpaquetes' de electricidad y conectividad
- Podría tener sentido la aparición de un operador respaldado por una eléctrica
- Los colosos online también pueden tener un papel activo en el potencial macrosector
Alberto Horcajo
El anuncio el pasado 25 de abril de la venta del operador de telecomunicaciones danés Telia DK al proveedor de electricidad Norlys abre una nueva perspectiva a la evolución de los mercados de suministros y servicios esenciales, al menos en el ámbito de la UE, en el que la transacción propuesta habrá de ser analizada.
Previsiblemente la definición del mercado resultante, más amplio que los propios de electricidad y telecomunicaciones haga -en la medida en que las potenciales sinergias cruzadas permitan anticipar un efecto positivo para los consumidores a través de precios más asequibles- que prospere la combinación propuesta sin necesidad de facilitar a través de los llamados "remedios" regulatorios la aparición de nuevas ofertas competitivas de los mismos servicios. No obstante, es interesante constatar que ninguna de las dos entidades participantes en este proceso es un incumbente en su sector y que por ello el incentivo de los beneficios de escala opera a favor de este movimiento.
Teniendo presentes los distintos modelos de separación estructural entre infraestructuras/prestación y venta de servicios en los mercados residenciales de electricidad y telecomunicaciones, aquellos a través de la distinción entre empresa distribuidora y comercializadora y éstos últimos por la colaboración entre operadores de red propia y operadores virtuales, la conjunción novedosa de capacidades, bases de clientes y entornos competitivos demanda una valoración de las implicaciones comerciales, regulatorias y financieras de la esperada oferta por la misma entidad de servicios habitualmente independientes, excepción hecha de geografías más o menos remotas y escasamente pobladas en las que es frecuente la existencia de empresas locales de servicios públicos cruzados (agua, electricidad, telecomunicaciones). Ya en mayo de 2021 un estudio de la consultora Analysys Mason hablaba de la existencia de posibles "super-paquetes" de electricidad y conectividad que podrían tener cierta acogida en función de las condiciones de los mercados locales superpuestos de ambos servicios.
Tanto los consumidores como los proveedores pueden beneficiarse de esa integración de negocios, por dos razones básicas: las ventajas de la mayor escala y la eficiencia adicional derivada de una cadena de valor con múltiples eslabones comunes. A lo anterior hay que añadir que la combinación de empresas de distintos sectores, al no reducir el número de competidores en liza, es una fórmula que normalmente es aprobada sin imposición de obligaciones de enajenación de activos o restricciones de oferta por parte de las empresas intervinientes.
En la práctica tanto en la comercialización de electricidad como en la de servicios de comunicaciones ("operadores virtuales") la competencia es intensa y gracias a las condiciones de acceso a la infraestructura, con aplicación de precios pactados o regulados, cualquier oferta es potencialmente replicable, de modo que los consumidores disfrutan de condiciones ajustadas a mercado y tan ventajosas como lo permitan las expectativas mínimas de rentabilidad de las empresas.
Más allá de los riesgos de duplicidad e ineficiencia tradicionalmente atribuidos a los conglomerados de negocios, desde la perspectiva de los inversores la combinación de empresas con infraestructuras de servicios de interés general, como es el caso, supuesta una ejecución correcta de un plan de integración realista, tiene más beneficios que inconvenientes. El primer beneficio sería el acceso a bases de clientes previsiblemente complementarias, aunque pudiera haber un cierto grado de solapamiento y teniendo en cuenta que la observancia de las normas de protección de datos personales puede en efecto limitar la venta cruzada de servicios. En todo caso, la ampliación de la oferta suele tener un efecto positivo en la fidelización y retención de clientes, siendo que la rotación en estos sectores en un entorno de transparencia es elevada y muy costosa.
En segundo lugar la diversificación de negocios, con dinámicas competitivas diferentes y con la ampliación de las bases de clientes agregadas tiende a diluir los riesgos comerciales, mejorando el perfil financiero de las empresas que participan en la combinación. En tercer lugar y en lo que concierne a las relaciones con proveedores, se refuerzan así las capacidades de compra y las posiciones negociadoras, especialmente para servicios y obras.
A su vez, en cuarto lugar, en parte vinculado a lo anterior y en función del grado de integración, pueden obtenerse eficiencias en costes fijos que mejoren la rentabilidad y contribuyan a la competitividad de precios. Finalmente, surgirían posibles intangibles derivados de la combinación, como son el enriquecimiento del capital intelectual agregado, en términos de organización, procesos y herramientas de negocio, fertilización de las culturas empresariales preexistentes y ventajas en una orientación compartida a los desafíos de sostenibilidad del negocio.
Por el contrario, en función de la ambición de la integración de las organizaciones, se podrían distraer recursos financieros y de gestión de las prioridades de la dirección, podrían generarse situaciones de fricción improductiva y quizás se desvirtuarían los márgenes asociados a los negocios aportados en función de la presumible subvención interna de alguno de ellos con ocasión de su comercialización a la base de clientes ampliada.
Existen en el mercado español antecedentes de operadores de telecomunicaciones que han incorporado a su oferta de servicios la luz, normalmente a través de acuerdos con comercializadoras o incluso creando la suya propia (Yoigo). Adicionalmente, con orientación al mercado de autoconsumo de electricidad de particulares y empresas, Repsol y Telefónica se aliaron con el mismo objetivo al crear Solar360 y el pasado 8 de mayo MásMóvil y Naturgy han anunciado la firma de un acuerdo de colaboración alrededor de Naturgy Solar, que disputa el mercado de autoconsumo a Solar360, con la ambición explícita de ofrecer tales servicios de energía a los clientes de MásMóvil, aunque con motivo de la divulgación de resultados del primer trimestre de 2023 el operador haya indicado que las menores ventas de electricidad por los canales actuales han influido en el reducidísimo aumento interanual de los ingresos totales.
No existen por otro lado comercializadoras de electricidad asociadas a empresas distribuidoras que hayan creado su propio operador virtual de telecomunicaciones apoyado en alguno de los tres operadores de red, a diferencia del referente en el mercado danés mencionado al principio. La escasa tracción cuando no reducción de los ingresos por servicios de telecomunicaciones en España justificaría la ampliación de la oferta de servicios y la volatilidad de márgenes en la comercialización de luz junto al crecimiento esperado de la demanda asociado a la electrificación de la economía requerida por las metas de reducción del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE en 2030 frente a los niveles de 1990 explicaría el menor interés de las eléctricas por el negocio de telecomunicaciones.
Sin embargo, en el contexto de la esperada integración de Orange y MásMóvil, teniendo en cuenta la estructura de mercado de telecomunicaciones perseguida por las autoridades de competencia europeas, podría tener sentido la aparición de un operador respaldado por una empresa eléctrica de cierto calibre, sea mediante el reforzamiento del tercer operador de red (Vodafone) o bien de uno de los principales operadores virtuales que normalmente optarían a los "remedios" de la fusión (Digi, Avatel, Finetwork).
Haciendo un ejercicio arriesgado pero necesario de prospectiva en cuanto a la evolución esperada de la oferta y de los hábitos de compra de servicios de interés general, como la electricidad y las telecomunicaciones, situándonos hacia el final de la década actual, que conforme a las previsiones revisadas del Pacto Verde Europeo debe suponer un hito relevante en la sostenibilidad de las economías de la UE por la reducción en al menos 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero frente a 1990 y por la adopción en los sistemas de gestión masiva de relaciones comerciales ("CRM" en su acrónimo en inglés), es muy probable que para entonces se haya producido una evolución de los modelos de relación, a instancias de la normativa de consumo, que exigirá mayor transparencia y accesibilidad de parte de las empresas y menores compromisos de permanencia de parte de los consumidores, tal vez propiciada por un nuevo modelo de intermediación "inteligente" en Internet que facilite la adaptación casi constante de las necesidades básicas de energía y conectividad personal, con el consiguiente ahorro en campañas y gastos de captación y retención pero con una exigencia continua de mejora de eficiencia y atractividad, exigida por la meta firmemente asentada de las autoridades de competencia de garantizar precios más bajos para los consumidores.
La posibilidad de individualización de condiciones, facilitada por sistemas complejos de predicción de la demanda y la extensión de la parametrización por el propio usuario de sus contratos, como es práctica habitual en el sector financiero, abrirá nuevas opciones de servicio que previsiblemente crearán nuevos canales comerciales. En paralelo, ciertas líneas de las políticas de rentas de los próximos años, que buscarán previsiblemente la consolidación fiscal y la contención de la inflación como política de equidad y requisito para la reducción de la abultada carga financiera de las Administraciones Públicas, harán quizás del diseño competitivo de los mercados masivos en los Estados miembros de la UE un instrumento al servicio de la mejora de la productividad del conjunto de la economía. Esta dinámica hará más evidente la indiferenciación de las ofertas convencionales (potencia/consumo en electricidad; datos/velocidad/contenidos en conectividad) y una vez generalizado el modelo de "barra libre" se desencadenará una disputa por la cuota que, no obstante la persistencia de ciertas preferencias al margen del precio, será liderada por quien tenga más que ofrecer y a menor precio, supuesta una rentabilidad mínima de sus inversiones. La agilidad y cercanía, en el ámbito estrictamente digital, serán probablemente los atributos de las empresas que salgan reforzadas en esa situación, en la que no obstante los poderes públicos tendrán un interés cierto en preservar la pluralidad de competidores.
La separación de activos y servicios se hará aún más necesaria para los proveedores de servicios de interés general, con una justificación: reforzar la capacidad de competir de los servicios, negocio más expuesto a la competencia, mediante la venta a inversores de largo plazo de las infraestructuras básicas, obteniendo fondos para sostener la posición competitiva en los servicios y cambiando el perfil financiero del negocio tradicional (menores márgenes justificados por menor capital invertido), a la vez que las habilidades requeridas simultáneamente del capital humano de los proveedores de servicios se centran en capacidades comerciales, no obstante la digitalización de tareas y modelos de relación. A resultas de estas posibles transformaciones podrán emerger nuevas métricas de satisfacción con los servicios contratados y una justificación diferente de la aportación de valor de las empresas de servicios agregados de energía y conectividad, que se centrarán en el concepto de personalización que cambiará la manera de vender y proveer esos servicios, probablemente bajo una supervisión continuada, más propia de escenarios de competencia atenuada. Más allá de la combinación comercial de servicios anticipada, es probable que se asiente un modelo de oligopolio basado en la capacidad de un número reducido de empresas con infraestructura propia para marcar las pautas de precios en base a sus acuerdos privados con los comercializadores, a los precios mayoristas impuestos por el regulador, para las telecomunicaciones, o a los precios de referencia del mercado ibérico de electricidad.
A oligopolio puesto, también es previsible que algunos de los proveedores de los servicios masivos de gestión de datos en las nubes públicas (Apple, Google, Microsoft), apoyados en su base de usuarios del sistema operativo de referencia, tengan un papel activo en la conformación del potencial macro-sector del que venimos especulando, siguiendo la estela de su participación cada vez más activa y de mayor calado en la intermediación financiera y especialmente en la monetización legal de datos personales para el desarrollo del negocio publicitario que sostiene la aparente gratuidad de sus servicios básicos asociados. Conceptualmente nada impediría esa "re-combinación" u otras que pudieran tener sentido desde la óptica de ofrecer precios siempre más bajos al gran público, aunque previsiblemente las reticencias a someterse a una posible regulación transversal de competencia que tenga en cuenta la acumulación en una misma figura de posición relevante de mercado, autorización administrativa y coste de capital prácticamente imbatible y las nuevas y crecientes exigencias para las grandes empresas de contribución efectiva a la transición a un capitalismo sostenible podrían mitigar los objetivos de conquista de mercados propios de quien ya ostenta en la provisión de servicios de interés general una posición destacada y en algunos casos imprescindible.
Sea como fuere, las situaciones actuales de eléctricas y operadores de telecomunicaciones y especialmente sus perspectivas no pueden ser más dispares. Así, en España en los últimos cinco años, en relación con las dos empresas lideres en electricidad y telecomunicaciones, mientras Iberdrola ha visto doblarse el precio de su acción, la de Telefónica apenas vale la mitad y mientras los ingresos de la primera han venido creciendo en el mismo período a un ritmo medio anual en torno al 15%, los de Telefónica han venido cayendo en media cerca del 5% cada año desde entonces. Tal vez las brillantes perspectivas del negocio eléctrico disuadan a sus actores principales de tomar parte activa en un negocio renqueante y cuya principal expectativa que se reduzca el número de competidores para frenar la constante caída de precios de la que tan orgullosos están las autoridades de competencia. Sin embargo, superando la estructura actual de los mercados respectivos, las ventajas de la combinación, para usuarios, inversores y otros posibles interesados, saltan a la vista.
Alberto Horcajo, coFundador de Red Colmena