El impacto psicológico de las relaciones afectivas en el cerebro

El amor y el enamoramiento son dos estados diferentes de emociones, aunque en ocasiones suelen confundirse. El enamoramiento se caracteriza por la pasión y atracción física intensa, que suele durar desde unos meses hasta dos años. En cambio, el amor suele ser la fase más estable de una relación y se basa en el cariño y el compromiso a largo plazo. En cualquier caso, ambos sentimientos afectan de forma significativa al cerebro, modificando sus procesos.

En el enamoramiento se activan una serie de procesos neuroquímicos que implican la liberación de neurotransmisores y hormonas, como dopamina, oxitocina y serotonina. Este tipo de sustancias son las culpables de la liberación de una serie de sentimientos de felicidad, deseo y apego, influyendo tanto a nivel anímico como físico.

"El enamoramiento activa áreas específicas del cerebro, como el sistema de recompensa y la corteza prefrontal. Esto puede influir en la toma de decisiones, la percepción del riesgo y la regulación emocional. También se ha observado que, en las primeras etapas, los niveles de cortisol, la hormona del estrés puede aumentar temporalmente, lo que explica la sensación de nerviosismo o ansiedad inicial", explica la psiquiatra, Belinda Manzano.

Las hormonas del enamoramiento

Entre las hormonas que se liberan durante el enamoramiento destacan especialmente:

1. Oxitocina u "hormona del amor". Se libera en momentos de contacto físico, como abrazos o caricias y promueve una sensación de calma, tranquilidad y seguridad, reduciendo los niveles de estrés.
2. Dopamina u "hormona de la felicidad". Se activa con emociones de placer y recompensa, generando una sensación de euforia, bienestar, satisfacción y motivación.
3. Serotonina. Regula el estado de ánimo y contribuye a la sensación general de bienestar, reduciendo así la ansiedad.

Según esta experta, "el enamoramiento transforma la manera en la que pensamos, sentimos y actuamos". Además, se trata de un periodo en el que las personas tienden a enfocarse más en la pareja y hay mayor predisposición a compartir y fortalecer el vínculo emocional. "Este estado favorece una actitud más optimista y abierta, lo que puede impulsar el crecimiento personal y la construcción de relaciones más profundas", concluye la psicóloga Carla Álvarez Llaneza.

Los expertos afirman también que estar en una relación afectiva puede tener grandes beneficios para el bienestar emocional, con efectos como la reducción del riesgo de depresión, la mejora de la autoestima y el fomento del bienestar general, ya que se da una mayor motivación para cuidar la salud, realizar actividad física y mantener un estilo de vida equilibrado.