Salud Bienestar
Eider Sánchez, nutricionista, avisa a España: "Para quienes no consumen lácteos, hay alternativas ricas en calcio"
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elEconomista.es
La responsable del servicio de Nutrición de Policlínica Gipuzkoa, Eider Sánchez, ha advertido este lunes de que la intolerancia a la lactosa, que afecta a entre un 20 y un 40 por ciento de los españoles, puede llegar a confundirse con la alergia a la leche por compartir síntomas "muy molestos" como gases, diarrea o náuseas.
En profundidad
Sánchez ha explicado que es importante no confundir una intolerancia con una alergia, pues mientras que la primera se trata de un problema digestivo como consecuencia de un déficit de lactasa, la segunda implica una reacción del sistema inmunitario a las proteínas de la leche y puede llegar a ser "potencialmente" mortal.
Es por ello por lo que Sánchez ha destacado la importancia de acudir a un profesional sanitario ante una "sospecha" de intolerancia, de forma que se pueda realizar una valoración completa y se eviten restricciones innecesarias en la dieta.
"Cuando no hay suficiente lactasa en el intestino delgado, la lactosa no se digiere correctamente y pasa al intestino grueso, donde las bacterias la fermentan, provocando síntomas como gases, distensión abdominal, náuseas o diarrea", ha afirmado la especialista.
Más detalles
Tras ello, ha señalado que los síntomas de la intolerancia suelen aparecer entre 30 minutos y dos horas después de consumir productos lácteos, si bien pueden llegar a tardar más en algunos casos.
El diagnóstico de la intolerancia se basa "principalmente" en la historia clínica y los síntomas, aunque también existen pruebas como la prueba de hidrógeno en aire espirado o la prueba de tolerancia a la lactosa en sangre.
Tras ello, ha manifestado que no siempre es necesario eliminar todos los lácteos, y es que muchos intolerantes a la lactosa pueden seguir consumiendo productos como quesos curados, yogures o kéfir, que contienen menos lactosa. Asimismo, ha hablado sobre la existencia de productos lácteos sin lactosa que conservan su aporte de calcio.
"Para quienes no consumen lácteos hay alternativas ricas en calcio como las semillas de sésamo, pescados pequeños con espina (como sardinas), frutos secos, legumbres y verduras de hoja verde", ha concluido Sánchez.