Retail - Consumo

La juguetera IMC Toys (Bebés Llorones) busca comprador por la caída del sector

  • La compañía busca inversores y está abierta a vender paquetes minoritarios o incluso desprenderse de la mayoría 
  • Hace un año ya estuvo a punto de cerrar la entrada de un fondo de inversión 
  • La deuda ronda los 60 millones de euros y está inmersa en un proceso de reestructuración con la banca 
Los juguetes Bebés Llorones, de IMC Toys. EE

Carles Huguet
Barcelona,

Cuando en 2018 IMC Toys optó por aterrizar en Estados Unidos, poco se imaginó de lo que le esperaba en el lustro siguiente. El coronavirus y las tensiones en las cadenas de suministros mundiales cogieron a la compañía, fabricante de los populares Bebés Llorones, con el pie cambiado. La deuda comenzó a ser un problema y hubo que hacer recortes a pesar del éxito de los productos hasta llegar a la situación actual, en la que se busca un inversor para inyectar capital en la organización.

El consejero delegado de la compañía catalana, Albert Ventura, explica a elEconomista.es que la compañía trabaja para encontrar un comprador, ya sea para un paquete minoritario –la prioridad- como la mayoría "en función de las características del inversor". La compañía trabaja de la mano de KPMG para encontrar un socio que se incorpore a un capital formado por 18 accionistas, especialmente antiguos directivos y pequeños empresarios locales.

La firma ha tenido que mantener la inversión para alimentar y promocionar los artículos con, por ejemplo, una serie de animación disponible en Netflix. Esta necesidad ha implicado que, en el contexto de una caída de ventas, no haya podido recortar la deuda en los últimos años y se haya visto en la obligación de buscar este nuevo inversor.

El pasivo ronda los 60 millones de euros. Y en paralelo a la búsqueda de un nuevo socio, la cúpula de la empresa está en negociaciones con la banca, también asesorada por KPMG, para encontrar la manera de que las entidades le mantengan el apoyo ante las tensiones financieras. Ventura garantiza que las conversaciones están todavía en curso.

La cronología de los problemas de IMC Toys arrancó en el ejercicio 2018, cuando aterrizó en Estados Unidos para acelerar su expansión internacional. Era su mayor mercado y por lo tanto el que más inversión necesitaba. Se acometió, pero la empresa sufrió primero el covid y luego las tensiones en la cadena de suministro. "En 2021 pagamos cinco o seis veces los costes normales y encima mucho producto nos llegó tarde, después de Navidades", lamenta Ventura.

Desde entonces la situación no ha mejorado en exceso, con un 2022 en el que les afectó la subida de tipos y la guerra en un momento en el que contaban con demasiado stock. "En 2023 el sector volvió a caer y en 2024 sigue cayendo", añade el directivo catalán.

Las medidas tomadas por IMC Toys

La organización ha puesto en marcha un paquete de medidas para tratar de enjugar la situación. El año pasado lanzó un plan de reestructuración que arrancó con un expediente de regulación de empleo (ERE) para 34 trabajadores de los más de 200 con los que contaba. También recortó 25 empleos en las filiales de Hong Kong, Alemania y Reino Unido y se dejaron de renovar otros 20 contratos.

Además, el grupo optó por vender una nave industrial que tenía en Sallent (Barcelona) para financiar una ampliación de capital con tal de ganar tiempo y liquidez.

Otras medidas para tratar de remontar el negocio, según consta en la memoria de 2023, son optar por productos de un precio más bajo, y focalizar el lanzamiento de nuevas series de animación solo en los productos de más éxito, como los Bebés Llorones. Adicionalmente, se espera que la normalización de los costes pueda dar un respiro.