Juan Carlos I, el viaje incierto de un rey en el extranjero
- El Rey emérito no tiene ninguna causa judicial abierta, pero quedan los frentes de Suiza y de la Fiscalía
Carmen Obregón
El 3 de agosto de 2020, el Rey Juan Carlos I, conocido ya popularmente como el rey emérito, colgaba los trastos de monarca sin funciones y ponía rumbo al extranjero. Lo hacía tras enviar una carta a su hijo, SM Felipe VI, misiva en la que le comunicaba su voluntad de trasladarse temporalmente fuera de España para no hacer daño a la institución.
¿El motivo? La repercusión pública en los medios de comunicación de "acontecimientos pasados de su vida privada", bajo la sospecha de blanqueo de dinero, delitos fiscales y cobro de comisiones ilegales procedentes de los países árabes. Al menos, así lo narra su examiga Corinna Larsen al excomisario José Manuel Villarejo, tal y como consta en unas grabaciones.
Con un frente abierto en Suiza, y otro en la Fiscalía del Supremo en España -aunque el Rey emérito no está investigado en ninguna causa judicial-, don Juan Carlos de Borbón y Borbón se fue este lunes a un lugar desconocido, dejando tras de sí el interrogante de su destino en el extranjero, y un más que azaroso regreso a España.
Entre República Dominicana con la familia Fanjul, cerca de Setubal (Portugal) en una Quinta, con la familia Brito e Cunha-Espirito Santo, o en el lujoso complejo Hotel Emirates Palace, en Abu Dabi, invitado quizás por el príncipe heredero, Mohamed bin Zayed Al Nahyan, don Juan Carlos ha comunicado a los suyos que su intención es volver a su país en otoño.
Antes del cambio de estación, la Audiencia Nacional escuchará el 8 de septiembre los testimonios de los implicados en la reabierta pieza Carol, del 'caso Tándem', entre los que se encuentran José Manuel Villarejo, Corinna Larsen, Rafael Redondo y, Juan Villalonga, exdirector ejecutivo de Telefónica.
El origen del 'exilio'
Quien decidió que el Rey Juan Carlos I debía marcharse de España para establecer un cortafuegos es algo que quedará en las conversaciones entre padre e hijo, en ese despacho de la Zarzuela, más allá de que el Gobierno de coalición haya dado su opinión, y entre filtraciones de por dónde puede ir la Fiscalía del Supremo. De este modo, el domingo de autos, el 2 de agosto, se cerraba un nuevo capítulo de la historia de España, en la que solo Pedro Sánchez y un estrecho círculo tenían conocimiento exacto del misterioso viaje del nieto de Alfonso XIII.
El trance se produce sin consulta al principal líder de la oposición, Pablo Casado, sin dar cuentas al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y dejando atrás dos hechos de extraordinaria importancia, indicios de lo que estaba por venir.
Antes del aluvión de informaciones que relacionaban al Rey emérito con el cobro de comisiones o con las cuentas en Suiza, sin el visto bueno del fisco español, Juan Carlos I se veía indirectamente perjudicado por el caso Nóos -que mantiene a su yerno en prisión-, sin olvidar el episodio de Botsuana.
El 13 de abril de 2012, el monarca se rompe la cadera en una cacería de elefantes en África, viaje en el que estuvo fue acompañado por Corinna y el hijo de ésta. Aquel suceso dio lugar al famoso, "lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá ocurrir". Entonces, la reina Sofía tardó tres días en ir a visitarlo al hospital. Pero aquel percance televisado ya parecía un camino de no retorno.
Renuncia a la herencia
Justo en pleno confinamiento por la pandemia del coronavirus, los españoles nos enterábamos de que el Rey Felipe VI renunciaba a la herencia económica que pudiera corresponderle por su padre, y al tiempo le quitaba la asignación al padre monarca de 194.232 euros.
La decisión no era una frivolidad. Atendía a las informaciones que señalaban al Rey Felipe VI como uno de los beneficiarios de las fundaciones Zagatka y Lucum, la última de las cuales está siendo investigada por la Audiencia Nacional por supuestamente recibir 100 millones de euros, o 65 millones de euros de Arabia Saudí.
El comunicado era explícito, informando de que el Rey quiere "que sea conocido públicamente", que ha comunicado a su padre "su decisión de renunciar a la herencia que personalmente le pudiera corresponder, así como a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad o con los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucional y privada y que deben informar la actividad de la Corona".
Con este clima, con el Gobierno dividido y partidos republicanos clamando por un referéndum, el Rey Juan Carlos sigue errante, sin determinar destino, en un viaje incierto y en el extranjero.