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Auge y caída de la empresa más poderosa de Canadá: Hudson's Bay quiebra tras 4 siglos y reconvertida en centro comercial


Víctor Ventura, Remo Vicario
Madrid,

A día de hoy, es poco corriente ver operar a compañías fundadas en pleno siglo XVII. Y dentro de unas cuantas semanas, será aún más difícil. Uno de esos raros fósiles empresariales, una reliquia de otra era, está al borde de la bancarrota: la Hudson's Bay Company, una firma establecida por exploradores ingleses durante la conquista de América y que gobernó un tercio de lo que hoy es Canadá durante 200 años. Hoy apenas tiene seis locales, y un juez le ha dado hasta finales de abril para evitar una liquidación que parece inevitable. ¿Cómo ha acabado así una de las empresas más poderosas del planeta?

Pongámonos en situación. En el siglo XVII era corriente que, en las grandes exploraciones europeas de zonas desconocidas para ellos hasta entonces, como América o Asia, se mezclaran el descubrimiento, el comercio y la conquista. Mientras que España o Francia conquistaban territorios en nombre de la corona, los Países Bajos, Portugal e Inglaterra crearon algo más complejo: las empresas-estado. Las Compañías de las Indias, tanto la británica como la holandesa, pasaron a la historia por acabar gobernando países enteros ellas solas. Antes de que sus respectivos gobiernos se anexionaran oficialmente sus territorios, India e Indonesia pasaron años bajo el control político y militar de lo que se suponía que eran empresas privadas. Las firmas comerciaban con té, seda y especias, y también organizaban ejércitos, recolectaban impuestos y manejaban la política de millones de personas. Una combinación con pocos precedentes.

Sobre 1650, dos exploradores franceses, Pierre-Esprit Radisson y Médard de Chouart, organizaron una campaña para encontrar la Bahía de Hudson, donde esperaban que hubiera las mejores pieles de Norteamérica. Su deseo era cazar animales allí, cortar su piel y venderla en las grandes capitales europeas, donde la ropa de piel original era muy valiosa. Y su primera visita fue un éxito: un año después de partir, los exploradores regresaron a Montreal con pieles de alta calidad. Pero, pese a sus pruebas, la monarquía francesa se negó a darles una autorización real, sin la que no podían obtener financiación. Así que ambos tuvieron que ir a una Londres azotada por lo peor de la peste negra.

Allí, el príncipe Rupert, primo del rey Carlos II, les ofreció dos barcos y un equipo. Uno de ellos llegó a la Bahía de Hudson, en la actual Quebec, donde crearon un fuerte y establecieron una compañía para gestionar el comercio de todas esas pieles. A su vuelta, en 1670, el rey les ofreció algo más: una carta real, otorgándoles un monopolio en el comercio de pieles en todas las zonas alrededor de la bahía. Una zona que ocupaba un tercio de la actual Canadá y que pasó a conocerse como la Tierra de Rupert, en honor del príncipe que había financiado la primera expedición.

Potencia militar

Todo no fue tan bien para la firma: las guerras contra Francia por el control de aquel territorio le costaron 20 años de parálisis comercial. Pero el final de la Guerra de Sucesión en España, en 1715, terminó por asentar la firma: Francia, a cambio de nombrar a un rey Borbón en el trono de España, aceptó, entre otras cosas, confirmar las posesiones británicas en Canadá. Con esa tranquilidad, la Compañía empezó a tomar el control del territorio que le habían asignado, actuando como monopolista, recaudador de impuestos y fuerza militar.

El ejemplo más claro de esa fuerza militar llegó cuando apareció un competidor. Un grupo de comerciantes rivales fundó la Compañía del Noroeste en 1779 para enfrentarse al monopolio de la HBC en el comercio de las pieles. Pero aquella competencia no se dirimió en las tiendas ni en las bolsas, sino en el campo, a escopetazo limpio, en la llamada Guerra del Pemmican, bautizada por un plato tradicional de los nativos de la zona hecho de carne de búfalo que un gobernador de la HBC prohibió exportar fuera de su territorio. Aquella prohibición desató el rechazo de la Compañía del Noroeste, y las dos compañías se enfrentaron en una batalla que duró 9 años, hasta que el Gobierno británico ordenó fusionar a ambas firmas para acabar con la guerra, dándoles más territorio a cambio. Tras la fusión, la firma controlaba 7,7 millones de kilómetros cuadrados y tenía 1.500 empleados.

Logo de Hudson's Bay.

El momento clave llegó en 1849, cuando un jurado condenó a un comerciante por violar el monopolio en el comercio de pieles de la HBC, pero no le impuso ninguna multa, lo que en la práctica supuso eliminar ese monopolio. En los siguientes años, la competencia empezó a crecer y la firma tuvo que reinventarse. Primero, el Gobierno británico, como había hecho con la India, reclamó la soberanía sobre el territorio que gestionaba dicha compañía, uniéndolo con sus otras provincias en la zona para crear un nuevo país dentro de su imperio: Canadá.

De superpotencia a centro comercial

En India, este paso había supuesto la disolución de la otrora poderosa Compañía de las Indias Orientales. Peor la HBC tenía un as en la manga. A cambio de que rechazara una oferta de EEUU de 10 millones de dólares por dicho territorio, Reino Unido le pagó 300.000 libras. Y la firma invirtió ese dinero en un nuevo negocio: el comercio minorista. Supermercados, tiendas de ropa y demás tipos de bienes de consumo, un sector al alza según aumentaba la población y la riqueza de los ciudadanos del nuevo país. De repente, un estado se había reconvertido en una cadena de centros comerciales.

Un centro comercial de Hudson's Bay en Canadá con carteles de ofertas por cierre en sus puertas. | Imagen: Dreamstime

Y su negocio creció y creció hasta que, hace una década, el estallido del comercio online empezó a arrasar a los centros comerciales físicos. Primero, la HBC fue comprada por una compañía de inversión estadounidense. Después, cerró sus locales en Europa y, después, en EEUU. Y, tras el golpe del Covid, su paso final ha sido entrar en concurso de acreedores. La compañía se ha quedado solo con sus 6 locales más icónico. Y no hay ninguna garantía de que sobrevivan a este mes de abril, la fecha límite para decidir si tiene alguna opción de recuperarse, o si entra directamente en liquidación.

La firma sobrevivió al hielo, los viajes en barco, guerras contra los nativos, la pérdida de su monopolio, anexiones, independencias, guerras mundiales y la transformación en una compañía del montón, pero las compras por internet y la crisis de los centros comerciales van a acabar con una reliquia de la historia empresarial de Occidente.