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Filek, el estafador que engañó a Franco con gasolina falsa hecha de agua y verduras

  • El mejunje era una mezcla de agua, verduras y un supuesto ingrediente secreto
  • La ignorancia de Franco y sus ministros fue clave para que la estafa funcionase
  • Expropiaron 200 hectáreas al lado del río Jarama para que construyese su fábrica

Javier Calvo, Carlos Asensio, Remo Vicario
Madrid,

En su objetivo de perpetuarse en el poder a toda costa, el dictador Franco trató de controlar todos los aspectos de la vida. Incluyendo, por ejemplo, la economía, una ciencia en la que no estaba nada versado. Ese desconocimiento en la materia no le impidió implementar numerosas e importantes políticas económicas, que fueron un lastre para España y cuyas consecuencias fueron terribles y sombrías.

Una de las cosas que más obsesionaban al sátrapa eran la autarquía, la independencia económica y el autoabastecimiento. Y por encima de todo, lo relacionado con el combustible. Esa obstinación le llevó a creer a numerosos estafadores, como los que le querían vender que en España había importantes cantidades de petróleo (mentira) o el motor que funcionaba con agua (mentira también). Pero, por encima de todo, el que más destacó fue el austriaco Albert Elder Von Filek, que convenció a Franco de que tenía la fórmula para fabricar gasolina sintética con éxito.

Filek era un auténtico estafador, de cuna. El escrito Ignacio Martínez de Pisón, que indagó su historia para contarlo en el libro 'Filek', cuenta que desde muy pequeño demostró una gran capacidad para el engaño y para la buena vida. Con una vida complicada, cruzando ante sus ojos la I Guerra Mundial o la Guerra Civil, llegó a España durante la II República. Se hacía pasar por exmilitar, y gracias a sus tretas llegó a entrar en contacto con el general Fanjul, que es al primer al que trató de vender sus inventos, sin éxito.

Lejos de los tiempos en los que intentó sus grandes estafas, ahora se conformaba con irse de pensiones sin pagar, o pedir dinero prestado que nunca devolvía. En plena Guerra Civil, acaba con sus huesos en la cárcel, en Madrid. Y da la casualidad de que allí conoce a Ramón Serrano Suñer, a la postre el cuñado de Franco.

Estafando a Franco

Es esa conexión la que, por fin, le permite acceder directamente a Franco. Ante el dictador, ante el que se hizo pasar por químico, hizo una de sus mejores actuaciones. Aseguró que era un gran admirador suyo, que había rechazado las ofertas de grandes compañías para poder ofrecerle la fórmula a él... Le ofrecía un combustible con la potencia de la gasolina, pero mucho más barato. La receta mezclaba agua, una serie de hierbas comunes, y un ingrediente secreto, que solo él conocía, y que no podía desvelar. Iba a convertir a España en una potencia.

Prometió que podía producir una enorme cantidad de combustible. Y eso a Franco y a los inútiles que le rodeaban les impactó mucho. De hecho, cuenta Martínez de Pisón que la incompetencia del Ministro de Industria, el militar Luis Alarcón de Lastra, fue clave para que el engaño funcionase. Incluso les hicieron creer que había camiones trayendo pescado del Cantábrico alimentado con estos combustibles.

De hecho, estaban tan dentro del engaño que la primera ley del Boletín Oficial del Estado para proteger la industria fue para favorecer el desarrollo de la gasolina de Filek. Expropiaron 200 hectáreas al lado del Jarama, a las afueras de Madrid, para que se instalase. Espacio suficiente para construir su fábrica, con enormes depósitos subterráneos que permitiesen almacenar la gasolina sintética, y acceso al agua del río. Lo conocían como 'La Factoría'. Todo estaba en marcha.

El estafador Albert Fikel acompañado de miembros de su equipo en el laboratorio en Madrid.

La estafa aún tardó meses en descubrirse. Las grandes compañías del sector, en este caso Cepsa y Campsa, llevaban tiempo denunciando que el invento de Filek no se sostenía. Pero Filek sabía defenderse, y se pasaba el día en la prensa, acusando a sus críticos de conspiranoicos, que defendían los intereses de las grandes empresas y petroleras.

Sabía jugar con sus orígenes germánicos, en un momento en el que parecía que Hitler podía ganar la guerra y dominar el mundo. También supo engañar a la prensa de la época, que aseguraba que en 8 meses España podría producir 3 millones de litros al día o ahorrarse hasta 150 millones al año en divisas.

El descubrimiento del engaño

Es en 1941 cuando en el Ministerio ya empiezan a sospechar, también por la presión de las petroleras, aunque el hecho de que Franco fuera uno de los últimos en darse cuenta del engaño dificultaba un poco las gestiones. Aún así, crean una comisión de expertos, de los de verdad, para que analicen la fórmula del combustible. Y no había dudas: aquel mejunje era cualquier cosa menos un combustible y carecía de cualquier fundamento científico.

Se acabó el engaño. Sin embargo, Filek no va a juicio, para evitar que ridiculizara al régimen. Eso no evita que acabe en la cárcel de Barcelona, por orden directa de Franco. Sobrevivió en prisión hasta 1946, cuando gracias a la presión internacional es extraditado a Hamburgo, junto con otros cautivos alemanes.

Allí falleció en 1952, a los 63 años, tras una vida de engaños, donde su máximo logro fue estafar a Franco.