Opinión
Pedro Sánchez, 'El gafe II'
- El 20% de la gente trabajadora no puede tomarse días de vacaciones por temas económicos
José María Triper
Madrid,
De los gafes dicen como de las brujas, que no existen; pero haberlos, haylos. Y sin querer conceptualizar a nadie, díganme si no es para creer en cenizos cuando vemos que desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno, las calamidades se suceden implacables e imparables sobre España en forma de pandemia sanitaria por el Covid, la borrasca Filomena, el volcán de la isla de La Palma, riadas devastadoras con el colofón de la Dana de Valencia, el creciente caos ferroviario y, ahora, la mayor oleada de incendios de la historia. Y mientras media España arde han tenido que pasar diez días, calcinarse más de 150.000 hectáreas y morir cuatro personas para que el presidente del gobierno abandonara su palacio vacacional de La Mareta, eso sí sólo por unas horas. blindado y sin acercarse a los pueblos y a los vecinos afectados, demostrando su falta de empatía, de solidaridad y de interés por los problemas y las vidas de los ciudadanos.
Gafes, mal fario pero también mala gestión, desidia, ineptitud y prevalencia del fanatismo ideológico sobre la sensatez, el conocimiento y la razón. Porque, como han informado estos días diferentes medios de comunicación, mientras en lo que llevamos de año más de 157.501 hectáreas han ardido en España, cifra únicamente superada por el año 2022 desde principios de este siglo, el Gobierno de Sánchez solo ha gastado 115,8 millones de euros en prevención de incendios. Cantidad con que se dotó el Plan de actuaciones de prevención y lucha contra los incendios forestales de 2025, aprobado el pasado 10 de junio, y que supone un 45% menos que la aprobada en 2018 cuando Sánchez accedió al Gobierno. Sólo 115,8 millones cuando el ministerio que dirige Ana Redondo ha recibido 525 millones de euros para políticas de igualdad, con un aumento interanual del 14%. Y esto cuando el gobierno ha retirado cuatro de los 18 aviones cisterna que el Ejército del Aire utilizaba en la lucha contra los incendios por haber llegado al final de su vida útil, que todavía no han sido repuestos. Cuando se han eliminado ocho helicópteros de origen ruso Ka32 11BC que se venían desplegando en cada campaña veraniega a causa de las sanciones contra Putin. Y cuando los bomberos afirman que se están viendo obligados a trabajar sin medios y sin la protección adecuada, y a enfrentarse a las llamas con menos recursos de los necesarios.
Añadir a esto el abandono del medio rural por un mal entendido ecologismo que paraliza labores ancestrales de protección y prevención como el corte de leña en el otoño, el desbroce de montes, senderos y caminos y, sobre todo, la ganadería extensiva, el pastoreo de cabras y ovejas que limpiaban bosques y montañas de forma natural. Y si de los incendios forestales pasamos a la hoguera de la economía, los gafes y la incapacidad de la gestión se plasman en un país donde el 20% de los trabajadores, 2 de cada cinco, no pueden tomarse vacaciones por motivos económicos, donde hay 12,7 millones de españoles en riesgo de pobreza o exclusión social, que lidera el desempleo y la pobreza infantil de la UE, con un aumento de la fiscalidad esquilmatoria, el precio de la vivienda en máximos históricos, total ausencia de compromiso con las reformas estructurales y una creciente inestabilidad política falta de seguridad jurídica que ahuyentan la inversión y la creación de empleo-. Todo un cúmulo de desventuras todavía se nos obliga a aguantar las bufonadas de ministros como el neanderthaliano Oscar Puente, incendiando el debate con chistes de mal gusto en las redes sobre los incendios o el servil Marlaska reeditando el miserable "si quieren ayuda que la pidan" de su jefe con la Dana. Como rezaba el mensaje que el maestro Abel Hernández cuenta haber recibido estos días por WhatsApp, desde Galicia "para que os montes non ardan precisamos de mais cabras nos montes e menos cabrons nos despachos". A quien corresponda.