Opinión

Irán, debilitado y amenazado

Cazas B-2 Spirit utilizados en la “Operación Martillo de Medianoche (OMM)”

Jorge Cachinero

Irán aceptó negociar con Estados Unidos (EE. UU.) sobre su programa nuclear a través de intermediarios, entre marzo y junio de 2025, por dos razones fundamentales para el régimen de los ayatolás.

Teherán quería librarse de un ataque israelí y levantar las sanciones económicas que pesan sobre el país. La reimposición de las sanciones de la Organización de las Naciones Unidas contra Irán es un riesgo presente, ya que Teherán podría ser acusado de "incumplimiento significativo" del acuerdo nuclear de 2015 al expirar en octubre de este año.

EE. UU. exigió a Irán en esas negociaciones la renuncia completa del uranio enriquecido por encima del 60% que obraba en su poder. Teherán ofreció, en cambio, crear un consorcio regional, incluyendo a Arabia Saudí, a los Emiratos Árabes Unidos y al Organismo Internacional de Energía Atómica, que supervisaría el que dicho enriquecimiento de uranio sólo serviría para uso comercial.

No se ha confirmado que Irán construyera una ubicación segura, no localizada y enterrada bajo tierra profundamente, distinta de la de Fordow, que permitiera a Irán seguir fabricando uranio enriquecido fuera del alcance de los satélites estadounidenses o israelíes. Las centrifugadoras de Fordow no han sido trasladadas, lo que, de ser cierto lo anterior, habría obligado a Irán a fabricar nuevas para esa localización desconocida.

La ausencia de progreso en esas conversaciones persuadió a Irán de que el ataque de Israel era inminente, una cuestión de semanas, incluso, de días.

Los pilares de la disuasión iraní frente a Israel eran, hasta el 7 de octubre de 2023, la red de grupos terroristas que componen su "eje de la resistencia", el programa poderoso de desarrollo de misiles balísticos y de drones y la condición de poder cuasi nuclear. Estas tres columnas básicas han sido debilitadas, cuando no, destruidas significativamente, desde octubre de 2023 y durante los doce días de guerra contra Israel.

El "eje de la resistencia" creado, financiado y apoyado por Teherán a lo largo y ancho de Oriente Próximo se encuentra en sus últimas. Los programas de misiles y de drones iraníes han ido substituyendo a ese "círculo de fuego" declinante como elemento decisivo de la defensa avanzada iraní en la región frente a ataques potenciales de Israel. Ambos programas han sufrido daños significativos durante los doce días del enfrentamiento con Israel y por el ataque de EE. UU., aunque el coste exacto de los mismos no es conocido todavía.

Irán no fue sorprendido por el ataque israelí, pero sí, por el estadounidense, en la llamada "Operación Martillo de Medianoche (OMM)". OMM supuso el segundo golpe de una potencia nuclear contra el régimen de los ayatolás en una semana y una amenaza enorme para su ambición nuclear y para su supervivencia. Por ello, la respuesta iraní a la OMM de EE. UU. fue prudente y consistió en la realización de un ataque simbólico, preavisado y sin bajas estadounidenses contra su base aérea más grande en la región, Al Udeid, en Catar.

El programa nuclear iraní no ha sido destruido en su totalidad, ya que Irán mantiene las capacidades para enriquecer uranio hasta un 90%. Los problemas de Irán ahora son que no podría realizar pruebas con el uranio enriquecido que haya salvado de los ataques y que no lograría fabricar armas para transportarlo hasta dentro de uno o dos años, cuando previamente su calendario era de entre tres a seis meses.

El liderazgo iraní está intentando rebajar el impacto sufrido, al afirmar que ninguno de los objetivos de sus enemigos, EE. UU. e Israel, se han alcanzado.

El programa nuclear se ha salvado, se dice, sin reconocer los daños enormes que ha sufrido. El régimen sigue en pie, lo que es evidente, aunque está temblando ante el castigo recibido. Su líder espiritual, Jamenei, no se sabe dónde se encuentra, está sometido a un trashumar permanente de un lugar a otro por razones de seguridad y no ha podido comunicarse con los ciudadanos iraníes.

El funcionamiento del liderazgo nacional no ha vuelto a la normalidad y está deteriorado dado el número elevado de aniquilaciones de jefes militares y de los servicios de Inteligencia y de civiles.

La reacción de la población iraní ha sido definida como de cohesión alrededor del régimen político, aunque la propuesta de valor de este, que ofrece prosperidad y seguridad a cambio de apoyo político, se resquebraja cuando las dos primeras premisas no se cumplen.

El gobierno iraní ha mostrado a EE. UU. que quiere negociar, pero el programa nuclear iraní representa una amenaza existencial para Israel, que no puede permitir su conclusión con éxito. Gritar "muerte a EE. UU.", "muerte a Israel" o "desde el río hasta el mar", dentro o fuera de Irán, no ayuda a generar confianza sobre las intenciones últimas de Teherán.