Opinión

El estrepitoso fracaso de Corredor para gestionar su pasión por las renovables

  • Hay riesgo de más apagones, si no se invierte en la red y se confirma el cierre de las nucleares
  • La presión de la presidenta de la CNMC evitó el voto particular a la opa de dos vocales 
El cortocircuito provocado por el apagón quema a la presidenta de Redeia, Beatriz Corredor. PV

Amador G. Ayora

El apagón de esta semana pasará a la historia como el primer corte eléctrico masivo en una red alimentada por energías renovables. Casi una semana después, no existe una explicación oficial sobre las causas que paralizaron todo tipo de instalaciones, desde fábricas o trenes hasta cajeros automáticos.

El apagón afectó a todo Portugal y buena parte del sur de Francia, lo que puso de relieve que el plan europeo para reducir su dependencia de los combustibles adolece de una red integrada, que mejore la resiliencia en caso de fallos del sistema. Un cable submarino en construcción entre Francia y España duplicará la capacidad de intercambio eléctrico, pero España fue una isla energética, no puedo recibir energía de ningún otra parte de Europa.

En el momento de producirse el apagón, hacia las 12:30 del lunes, la red eléctrica española bullía con energía de generación libre de emisiones, tanto solar -casi el 60% del total- como de aerogeneradores (9%), lo que provocó que los precios se hundieran en territorio negativo. El Gobierno hizo una apuesta por ambas tecnologías, que juntas ya representan más de la mitad de la generación de energía en España y el objetivo es alcanzar el 70% en 2030. Pero las redes con altos niveles de energía renovable enfrentan desafíos técnicos que los operadores aún están tratando de descubrir cómo funcionan.

Una de ellas es la pérdida de la llamada inercia. Las turbinas de generación de energía convencionales como la hidroeléctrica, los ciclos combinados de gas o las nucleares tardan un tiempo en dejar de girar, lo que les permite ganar tiempo para equilibrar la oferta y la demanda si algo falla. Pero si una planta solar deja de funcionar, la producción se reduce a cero al instante sin margen para actuar, como ocurrió el lunes.

Los expertos vaticinan, por eso, que los cortes de suministro se volverán más "significativos y generalizados", aunque tanto el presidente del Gobierno como la de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, juran y perjuran que "esto no puede volver a ocurrir".

Para colmo, las contradicciones en las primeras horas entre Corredor y Sánchez aumentaron la sensación de descoordinación y de caos vividos en la DANA. Mientras el primero descartaba un ciberataque, el segundo encargaba una investigación al Incibe e implicaba a la Audiencia Nacional y al CNI.

Un responsable de Redeia apuntaba una segunda hipótesis cono posible causa del apagón: dos cortes de suministro eléctrico en el suroeste de España, con un segundo y medio de diferencia, que desestabilizaron el sistema, dirigiendo así el dedo acusador hacia las eléctricas. Una acusación que corroboró Sánchez, sin aportar pruebas, durante su comparecencia tras el consejo de ministros del martes. Insulta, que algo queda.

El corte de electricidad pudo ser provocado, sin duda, por un factor externo ajeno a la configuración de la red con renovables. Italia sufrió un apagón devastador en 2003, causado por un árbol, que se desplomó sobre un tendido eléctrico en Suiza. En ese mismo año, en el noreste de Estados Unidos y las provincias canadienses adyacentes, más de 50 millones de personas sufrieron uno de los mayores apagones de la historia por un error de software en una empresa de carbón de Ohio.

En este caso, la causa de un fenómeno atmosférico extraordinario está descartada. y teniendo en cuenta que el lunes era un día con demanda baja y oferta suficiente, los expertos apuntan a un error de planificación de Redeia.

Sánchez explicó que 15 gigavatios, el 60% del sistema, desaparecieron en cinco segundos por culpa de una sobretensión en la red, que depende de un fino equilibrio entre la tensión y la frecuencia. Los expertos descartan que fuera la tensión, porque aunque se desplomó hasta 470.000 voltios, el mínimo está en 400.000. Sin embargo, la frecuencia superó los 50 hertzios. Alcanzó 50,2 y todo se fue al garete.

Cuando ocurre esto, sólo las tecnologías síncronas o con inercia pueden corregir el desequilibrio frente a las renovables (solar y eólica). Pero el problema es que Redeia no había programado energías síncronas suficientes, como hidráulica ó gas, lo que se denomina "reservas rodantes".

Paradójicamente, en el momento crítico, no había aporte de hidráulica, pese al exceso en estos días, y la nuclear estaba por debajo del 50% de su potencial (3.000 MW frente a 7.000 en total) porque había cuatro de las siete plantas en parada. De los 26 gigavatios programados el lunes, sólo cinco, una quinta parte, era energía síncrona y, además, tres de las cinco grupos hidráulicos estaban fuera de servicio por mantenimiento autorizado por Redeia, al igual que la mayoría de las nucleares.

Por eso se considera que el rechazo a la energía nuclear, así como los impuestos que soportan estas plantas, que impiden que entren en el 'pool' a precios baratos, están detrás del desastre. En el sector es conocido, el entusiasmo de Corredor por las renovables y su desprecio hacia las nucleares. Algunas voces críticas han llegado a acusarla de reducir el papel de las nucleares aposta, para ir preparándose para su cierre definitivo.

Para colmo de males, España afronta la mayor crisis energética de su historia con una Estrategia de Seguridad Energética Nacional obsoleta, con 10 años de antigüedad. El Consejo de Seguridad Nacional acordó en 2020 su renovación e incluso se redactó un borrador, pero nunca llegó a elaborarse.

La Estrategia aún vigente advierte que las inversiones en infraestructuras son "insuficientes e inadecuadas" y es necesario actualizarlas para evitar "accidentes industriales graves", debidos a fallos técnicos o humanos. También muestra su preocupación ante los ciberataques ó pide el desarrollo de planes de contingencia, que se han incumplido.

La raíz del problema está en la insuficiencia de las inversiones. Una mayor digitalización de las redes permitiría que estas absorbieran un gran porcentaje de renovables sin necesidad de las tecnologías de respaldo, como el gas o las nucleares. Detrás del 'cero energético' del lunes subyace la adaptación de las redes a la nueva realidad del sistema, con centrales grandes, medianas o pequeñas por todo el territorio, frente a la antigua estructura, en la que un puñado de plantas surtían de luz a toda España. Ajustar esa red, digitalizarla y modernizarla cuesta un dinero que acaba llegando a la factura de los consumidores.

Por eso, la red de transporte tiene un tope de inversión anual del 0,065% del PIB (alrededor de mil millones), excluyendo las inversiones en interconexiones, y del 0,13% del PIB (unos 200 millones) para la red de distribución, en manos de las eléctricas.

A la espera de determinar la nueva retribución por parte de la CNMC, que debería incrementarse tras el apagón, las grandes eléctricas calculan en 30.000 millones durante la próxima década las inversiones en sus redes de distribución, unos 3.000 por año. Sólo el despliegue para abastecer la demanda de centros de datos costaría 1.200 millones anuales. El Gobierno debería aprovechar la coyuntura para modernizar nuestras infraestructuras y adaptarlas tanta a las nuevas fuentes de generación renovable, como al esperado incremento de la demanda si de verdad quiere evitar más apagones.

PD.-Entre sorpresa e indignación, es el sentimiento en medios próximos al Gobierno de la Generalitat de Catalunya y al Banco Sabadell al conocer el dictamen de la CNMC, que aprueba la opa del BBVA con un ligero endurecimiento de las condiciones. Hasta dos consejeros, según informa elEconomista.es, que habían manifestado su intención de presentar un voto particular contra la resolución fueron cambiando de opinión, por la fuerte presión ejercida por la presidenta de la CNMC, Cani Fernández, para sacar el dictamen mediante consenso.

El último en cambiar de parecer y el más significativo fue el vocal de Junts, Pere Soler, a cambio de que se prorroguen tres años las condiciones de crédito para las pymes catalanas y de Baleares, que tengan sólo un 30% de sus préstamos entre ambas entidades. Una mejora con un coste irrelevante para BBVA, que deja escapar el auténtico meollo del asunto, el mantenimiento de la sede en Sabadell si hay fusión. Soler, como consejero independiente, no informó de su cambio de opinión a la dirección de Junts, que amenaza con echarlo. Ahora todo queda en manos del Gobierno y de los accionistas, que esperan una mejora de la oferta para no perder patrimonio con la opa.