Opinión

Murtra tiene todos los apoyos para convertir a Telefónica en un gigante

    Murtra intentará dar aire a Movistar, para convertirlo en un gigante. PV

    Amador G. Ayora
    Madrid,

    Sánchez carga contra la Administración Trump por su dependencia de las Siete Magníficas, las grandes tecnológicas americanas, a las que responsabiliza de manipular la opinión de los americanos y denomina la tecnocasta. Pero luego aplica la misma política geoestratégica. En nombre de la seguridad interviene comunicaciones o veta la compra de empresas. Hace unos meses, impidió la adquisición de Talgo por parte de la húngara Magyar Wagon por sus presuntos vínculos con Vladimir Putin, apoyándose en un informe secreto del CNI.

    El sábado culminó la toma de control de Telefónica. No es la primera vez que un Gobierno da un golpe de timón en la teleco. El Ejecutivo de Aznar nombró a Juan Villalonga, un banquero de inversión, y luego lo sustituyó por César Alierta, ligado también al mundo financiero, que venía de presidir Tabacalera. El denominado "capitalismo de amiguetes" acabó con José María Álvarez-Pallete, el único expresidente que desarrolló toda su carrera en la empresa. "Una vez telefónico, siempre telefónico", dijo en un tuit de despedida.

    La carrera de Pallete estaba tocada desde la entrada de la saudí STC en el accionariado de Telefónica, en septiembre de 2023, unos meses después de la reelección de Pedro Sánchez. Pallete había conocido al consejero delegado de la teleco saudí, Olayan Alwetaid, en la patronal mundial GSMA, que engloba a más de 1.100 operadores del sector bajo su presidencia desde 2022. En varias ocasiones lo había sondeado para que entrara en el capital sin éxito, según fuentes cercanas, quienes aseguran que cuando los saudíes anunciaron que poseían un paquete del 10%, la mitad en derivados, el presidente de Telefónica fue el primer sorprendido.

    La entrada de STC enfadó al Gobierno, que lo interpretó como una maniobra defensiva de Pallete

    La noticia dejó boquiabiertos también a los miembros del Gobierno español y sembró la desconfianza hacia su persona. En Moncloa se interpretó como el fruto de una maniobra iniciada antes de los comicios para proteger su presidencia, por temor a que Alberto Núñez Feijóo ganara las elecciones, como pronosticaban todos los sondeos.

    El gallego era partidario de quitar a Pallete. En Madrid, corría de boca en boca el contenido de un almuerzo privado con el presidente de Fundación La Caixa, Isidro Fainé, dueño de otro 10% de la teleco, en el que Feijóo le planteó sustituirlo y éste no opuso resistencia. Eso explica porqué el CEO de Criteria Caixa, el holding industrial de la Fundación Caixa, Ángel Simón, estuvo presente en el acto de despedida del presidente de Telefónica. Hacía mucho tiempo que la relación se había enfriado.

    El primer ejecutivo de Telefónica se encontraba en tierra de nadie. Feijóo lo acusaba de favorecer a los socialistas con el fichaje de exministros como Trinidad Jiménez o el mantenimiento del veterano consejero Javier de Paz, ambos muy próximos al expresidente Zapatero, mientras que no había hueco para los afines al PP. Aunque curiosamente la posición de los populares cambió tras su cese. Su secretaria general, Cuca Gamarra, acusó al Gobierno de "colonizar las empresas del Ibex" y Feijóo telefoneó sin éxito personalmente a Fainé para que no lo consintiera. ¡Paradojas de la vida!

    En el Gobierno, la desconfianza la lideraba nada menos que su vicepresidenta primera, Nadia Calviño, autora de la idea de que el Estado tomara el 10% de Telefónica con el fin de "dar estabilidad para que la empresa pueda lograr sus objetivos estratégicos".

    La posibilidad de su relevo estaba sobre la mesa desde hacía tiempo, pero Pallete seguía aferrándose a su veteranía y saber hacer para creer que podía mantenerse en el cargo, ya que estaba rodeado de los fieles al Ejecutivo. En mayo de 2024, la entrada de Carlos Ocaña, como consejero por parte de la Sepi, también próximo a Zapatero, fue interpretada como una señal de alivio. Ocaña, directivo del Real Madrid y hombre muy cercano a Sánchez, pero sin un perfil tecnológico, no contaba con el curriculum suficiente para sucederle.

    Durante los meses anteriores se había especulado con la llegada al órgano de administración de algún peso pesado, como el exministro Miguel Sebastián, consejero de Indra y zapaterista de pro, como futuro sucesor. El entorno de Álvarez-Pallete barajaba incluso la posibilidad de otorgar otro puesto en el consejo a alguna persona próxima al Gobierno, como la exsecretaria de Estado de Digitalización, Carmen Artigas.

    Cuando el viernes, 17 de enero, fue convocado a media tarde en el Palacio de la Moncloa, Pallete se llevó la sorpresa de su vida. A esa hora tenía una reunión para estudiar la marcha de la compañía y la desconvocó sin darle importancia alguna. El secretario de Estado de Economía de Moncloa, Manuel de la Rocha, acompañado de Simón, de la presidenta de la Sepi, Belén Gualda, y de un representante de STC, le dijo que no tenían nada contra él, agradeció su gestión y propuso una salida ordenada. Entre los cuatro ostentan casi un tercio del capital.

    Sorprendió la presencia de los saudíes, que han pasado de ser sospechosos de poder desestabilizar la gestión, a fieles aliados del Ejecutivo. Ahora se ve que son el chivo expiatorio. Desde el primer día se ofrecieron a colaborar con el Gobierno.

    "Me voy, pero ahora mismo. Mañana dimito y el lunes hay nuevo presidente", reaccionó Pallete

    Pallete acató la decisión sin pestañear. "Si me queréis echar, echadme, pero ahora mismo, no quiero esperar, mañana presento mi dimisión al consejo para que el lunes haya otro presidente", soltó sin oponer resistencia y se dio media vuelta y salió por la puerta. Estaba visiblemente enfadado. Aunque otras fuentes apuntan a que lo hizo para evitar una incertidumbre dañina para la compañía.

    Su gestión fue correcta. En los últimos meses estaba remontando incluso el negocio en España. Se había partido el pecho en Europa para cambiar la regulación a fin de favorecer las fusiones y reducir el número de operadores. La cotización había caído casi el 60% desde que llegó (pasó de 9,5 a 3,87 euros), en sintonía con el resto del sector. Por contra, había logrado consolidar el balance, con el recorte de la deuda casi a la mitad (de 50.000 a 29.000 millones) y ofrecer un dividendo estable superior al 7% anual, gracias a unos resultados sólidos.

    El punto oscuro está en Perú. El mercado andino ya hundió las cuentas del tercer trimestre, al tener que provisionar 314 millones. El negocio en Latinoamérica, excluido Brasil, pesará en los resultados anuales, que se conocerán a finales de febrero.

    Pallete no entendía qué había hecho mal para su despido. En realidad, nadie lo sabe. Lo peor es que no se cuidaron las formas. Era innecesario despedirlo en Moncloa por una de las personas de máxima confianza de Sánchez, para remarcar el carácter político de la decisión.

    Sobre todo, cuando el sucesor, el expresidente de Indra, Marc Murtra, reúne a priori las cualidades requeridas para abordar el reto de transformar y agrandar la compañía, como manifestó tras llegar en su carta a los empleados. Murtra, un ingeniero nacido en Reino Unido, pero formado en Cataluña, al frente de Indra ha más que duplicado la cotización.

    El nuevo presidente de Telefónica es el hombre adecuado para la creación de un gigante nacional de las telecomunicaciones y la defensa mediante la fusión con Indra porque cuenta con el apoyo tanto del Gobierno como de Fundación La Caixa, donde es patrono desde 2021. La Sepi es el accionista de control en ambas sociedades.

    El problema que tiene Indra es que es demasiado pequeña para competir a nivel internacional en el sector de la defensa. Su facturación alcanza menos de la mitad de sus pares europeos, como la francesa Dassault o la británica Rolls Royce. Su única manera de crecer es con la venta de la joya de la corona, la filial tecnológica Minsait. Pero su adquisición por parte de Telefónica, como especula el mercado, sería un error, porque elevaría su abultada deuda y sumaría 45.000 empleados, la mitad que la actual plantilla de la teleco. La auténtica creación de valor estaría en la fusión con Indra y eso sí justificaría verdaderamente el relevo.

    PD.- La política fue también clave en la vuelta del Sabadell a Cataluña. Después del pacto entre el presidente del Sabadell, Josep Oliu, con el de la Generalitat, Salvador Illa, para que la sede del banco vuelva a Sabadell, la opa del BBVA está tocada, porque el Gobierno o la CNMC le pondrán todo tipo de condicionantes. El propio Sánchez habló de cohesión territorial y social como elementos a tener en cuenta. Oliu ha cerrado, además, la puerta a aceptar una mejora amistosa en dinero de la oferta, con lo que la fusión es imposible. La opción que queda sería la toma de una participación como una marca separada. Pero eso no crea las sinergias esperadas y, además, es muy caro para BBVA. ¡Mal negocio para Carlos Torres!