Opinión
Un año de confusión y paciencia en los mercados
- Aunque puede producirse una leve caída, los inversores deben mantener su posición
Ken Fisher
Antes de compartir mi pronóstico para 2025, quiero revelar una verdad absoluta: cualquier pronóstico requiere conocer información importante que otros han pasado por alto. Por eso, cuando estoy seguro de algo, no hay medias tintas. En enero del año pasado, expliqué por qué tanto la bolsa española como la internacional se dispararían en 2024. Predije lo mismo para 2023. Mis lectores más fieles saben que también me he equivocado muchas veces, y eso es algo molesto.
El exceso de confianza es peligroso, así que debo confesar que, a pesar de haberlo intentado con todas mis fuerzas, me temo que no cuento con información desconocida por el resto... todavía. Pero tengo un plan que explicaré a continuación.
Para hacer una buena previsión, hay que seguir tres pasos: el primero es evaluar las distintas posibilidades; el segundo, estimar qué información ignoran o no comprenden otros; y, por último, asignar probabilidades. El resultado más verosímil será la previsión.
Ahora mismo, existen tres hipótesis en cuanto a la evolución de la renta variable en 2025 que parecen igualmente plausibles: una revalorización de en torno al 20% o más, una caída moderada, de alrededor del 7%, o ganancias de un solo dígito. Es decir, descarto alzas de entre el 10% y el 15%, como prevé la mayoría, porque casi nunca se registran.
En todo caso, el comportamiento de la bolsa española será similar al de los mercados mundiales, dada su estrecha correlación con los resultados internacionales, de los cuales se desvía, en gran medida, por su composición sectorial. Con todo, los motores del mercado, en particular, la política y el sentimiento inversor, están en proceso de cambio, aunque no tardarán en aclararse.
El escenario más halagüeño (un alza superior al 20%) sorprendería a la mayoría. En efecto, no es habitual encadenar tres años excelentes. El índice más representativo a escala mundial, el S&P 500, no lo ha logrado desde la década de los noventa. Sin embargo, bastaría con que la realidad política y económica superara por poco las expectativas.
Además, la caída del S&P 500 el 18 de diciembre es un factor alcista. Desde la Segunda Guerra Mundial, el índice ha registrado caídas superiores al 2,5% poco después de un máximo del mercado alcista en 114 ocasiones. Pues bien, el 85% de las veces ha subido 12 meses después, con una rentabilidad media superior al 20%.
Por otra parte, el primer año de mandato presidencial en Estados Unidos, como es el caso de 2025, ha sido positivo el 60% de las ocasiones a lo largo de la historia. Si tenemos en cuenta las correlaciones y el peso de este país en la bolsa mundial, hay motivos para el optimismo. Los primeros años de mandato suelen ser muy positivos o moderadamente negativos.
Analicemos ahora la hipótesis de un 2025 bajista. Los resultados de las elecciones estadounidenses desataron la euforia de los republicanos, lo que pudo dar lugar a un fenómeno que denomino la sorprendente relación inversa. Por lo general, los inversores se inclinan más por posturas conservadoras, pues consideran que los republicanos tomarán medidas favorables para las empresas, al contrario que los demócratas. Así, en los años electorales, cuando gana el Partido Republicano, el sentimiento inversor mejora, lo que supone un impulso para la renta variable. En cambio, cuando ganan los demócratas, se impone la prudencia.
Sin embargo, los presidentes no suelen llevar a cabo muchas de las modificaciones propuestas, tan esperadas por unos como temidas por otros. En el primer año de mandato, esta dinámica da lugar, en el caso de mandatarios demócratas, a una sorpresa positiva y a una rentabilidad normalmente superior a la media del S&P 500 (que solo ha sufrido una mínima caída desde la Segunda Guerra Mundial). Con presidentes republicanos, desde 1926, todos los primeros años salvo cuatro resultaron negativos.
Las esperanzas depositadas en Donald Trump podrían superar la realidad, pero la escasa ventaja de la que dispone en el Congreso y las luchas internas podrían malograr las medidas legislativas prometidas, para decepción de muchos.
El tercer resultado posible es una pequeña alza en un contexto anímico desigual. El pesimismo de los europeos, inquietos por los aranceles, el lento recorte de los tipos y el peor desempeño de las bolsas no estadounidenses en 2024 contrasta con la alegría al otro lado del Atlántico. Ambos sentimientos podrían equilibrarse, dando paso a todo tipo de correcciones que, en última instancia, quedan en nada y frustran a todos.
Ante este panorama, ¿qué es lo mejor que puede hacer? Esperar y buscar señales que indiquen hacia qué escenario nos dirigimos. En este sentido, habrá que observar el desenlace del proceso de confirmación del Senado de los cargos menores designados por Trump y que, en definitiva, dictan las políticas, o hasta dónde llegan las luchas intestinas en el Partido Republicano, así como el desarrollo del turbulento contexto político en Canadá, Alemania y Francia.
Del mismo modo, será fundamental seguir la evolución del sentimiento inversor, ya que cambiará a principios de 2025 y revelará uno de los tres escenarios como el más plausible. Para ese momento, espero saber algo que el resto ignore, y lo compartiré con usted.
Entretanto, los inversores que busquen crecimiento a largo plazo necesitarán recurrir a la renta variable. El principal riesgo para ellos es retirar su dinero y que luego las acciones se disparen, ya que supondría renunciar al efecto acumulativo de las ganancias, prácticamente imposible de recuperar.
Como norma general, mientras no tenga razones de peso para ser pesimista, mantenga siempre una actitud positiva. ¿Por qué? La bolsa sube más de dos terceras partes de las veces. Para cuestionar esa probabilidad, es necesario saber algo trascendental y negativo que otros ignoran. Así que, si pronostico una leve caída, no se deshaga de sus inversiones, por si me equivoco. A los mercados no les cuesta tanto recuperarse de un descenso moderado en sus subsiguientes recuperaciones.
Cuando uno de los escenarios cobre fuerza, le ofreceré una previsión más ajustada y consejos para sacar partido de ella. Hasta entonces, debemos armarnos de paciencia.