Opinión

Los efectos colaterales de la era Trump en el empleo, la inflación y los tipos

    La política de Trump tendrá efectos colaterales aún desconocidos. PV

    Amador G. Ayora
    Madrid,

    La Administración Biden cambió su estrategia económica nada más acceder a la Casa Blanca y desistió del neoliberalismo, porque creyó que en lugar de combatir el desempleo se centraba en la inflación, que había dejado de ser un problema. Si después de una década de tipos de interés en mínimos (2008-2018), la inflación era tan baja, los acontecimientos demostraban que se podía gastar más sin preocuparse de la evolución de los precios, concluyeron.

    Con estas premisas, Biden se puso manos a la obra: promulgó el Plan de Rescate, un paquete de estímulo de casi dos billones de dólares, que se sumó a otros dos billones que la administración Trump había gastado en pandemia, sin importar el gasto. Tres años después, el IPC había subido el 20%. Los asesores políticos del presidente habían subestimado las consecuencias de los estímulos sobre la inflación

    Obama, su antecesor, se recuperó lentamente de la Gran Recesión y ganó cómodamente la reelección. Pero Kamala Harris no tuvo tanta suerte, porque la inflación golpeó a todos, al contrario que el desempleo, especialmente a las clases medias y bajas, y las empujó al bando de Trump. El crecimiento económico tuvo así un efecto nocivo para la Administración Biden.

    En Wall Street se sintieron aliviados cuando conocieron que Trump elegía a uno de los suyos para el principal cargo financiero, la secretaría del Tesoro. Scott Bessent es un legendario corredor de bolsa y un estudioso de la historia financiera, lo que puede evitar los errores políticos que arruinaron la carrera de sus antepasados.

    La mayor parte de la reforma tributaria de 2017 expira a fines del año próximo, y Bessent se inclina por extenderla más o menos como está ahora, pese a que se ve asediado por las demandas de cambios, sobre todo desde la Oficina Oval. Trump quiere nuevas exenciones impositivas para los ingresos por propinas, el pago de horas extras y los beneficios de la Seguridad Social.

    Asimismo, el vicepresidente electo J. D. Vance busca ampliar el crédito fiscal por hijo y pagarlo aumentando el Impuesto de Sociedades al 21%, lo que acarrearía una pérdida de ingresos y de crecimiento. Finalmente, Trump quiere imponer nuevos aranceles. Bessent tiene un trabajo complicado por delante para conciliar intereses y cuadrar las cuentas durante la próxima legislatura.

    El presidente electo publicó el lunes una andanada de su pensamiento en su red Truth Social, en la que prometió aranceles del 25% contra todos los productos de México y Canadá, y un nuevo arancel del 10% sobre las importaciones de China. "Este arancel permanecerá en vigor hasta que las drogas, en particular el fentanilo, y todos los inmigrantes ilegales detengan esta invasión de nuestro país", escribió.

    El aumento de los aranceles tendrá efectos nocivos en la inflación y el empleo americano

    El propio Bessent durante su campaña para acceder al Tesoro defendió los aranceles. Su teoría es que sólo la amenaza de imponerlos hará que los países reduzcan sus barreras comerciales. Es una apuesta arriesgada pensar que otros países no se atreverán a tomar represalias para no perder el mercado americano. Además, los aranceles elevarán el coste de los bienes de consumo americanos y reducirán los empleados dedicados a la fabricación de productos para exportar.

    Trump hizo campaña como el Hombre Arancel y su objetivo es aplicarlos cuanto antes y de manera masiva. Su intención es levantar un muro proteccionista para obligar a las empresas de dentro y de fuera a fabricar casi todo en Estados Unidos.

    El problema es que esta estrategia no es gratuita y puede tener efectos colaterales. Empecemos por la industria del automóvil, que depende del comercio transfronterizo para seguir siendo competitiva. Un arancel del 25% en las fronteras elevaría los precios de los automóviles y costaría decenas de miles de empleos para los fabricantes estadounidenses. No es casualidad que las acciones de Ford Motor y General Motors cayeran abruptamente el martes por la noticia. Puede que a Trump no le importen las acciones, pero ¿qué pasa con sus promesas sobre el empleo y a la clase trabajadora?

    También existe el riesgo de sufrir represalias. El martes, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, se ofreció a hablar con Trump sobre el fentanilo y la migración y dijo que está preparada para responder con aranceles a las exportaciones estadounidenses. "A un arancel le seguiría otro en respuesta, y así sucesivamente hasta poner en riesgo los negocios comunes", dijo Sheinbaum. EEUU es el mayor socio comercial de México, del que importa hasta la gasolina para el uso diario.

    Por último, está el asunto legal. Los aranceles destruirían el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá que negoció y firmó en su primer mandato. Los términos del pacto establecen que no se puede revisar hasta 2026, y las partes tienen otra década para renegociarlo o abandonarlo.

    No importa las veces que lo niegue Trump, los aranceles son impuestos sobre las ventas, que, por supuesto, aumentarán los precios al consumo ¿Cuánta inflación podemos esperar de otra ronda de aranceles? Las importaciones representan alrededor del 14% del PIB de EEUU. Diversos expertos consultados por The Wall Street Journal consideran que si la tasa arancelaria promedio es del 10% al 20%, eso significa que los precios aumentarán entre un 1,4% y un 2,8%. Lo más probable que se trate de un alza de precios única, es decir, no subirán todos los años.

    Además, está el problema de la amenaza de deportación masiva de inmigrantes ilegales. Eso también sería inflacionario al restringir la oferta de mano de obra. Así que, si sumamos todo, las nuevas políticas de Trump podrían añadir entre un 2% y un 3% a la inflación total en dos o tres años, un punto porcentual al año, como mínimo.

    El mayor riesgo para el mercado y el IPC es que Trump cumpla su promesa y despida a Powell

    Eso debería impulsar los tipos de interés, a no ser que Trump cumpla con su deseo, expresado muchas veces en privado, de despedir a Jerome Powell antes de que expire el mandato del presidente de la Reserva Federal en 2026. En su primer mandato, Trump criticó constantemente a Powell tras subir suavemente las tasas de interés. Incluso preguntó si podía despedirlo y le dijeron que no. El caso, probablemente, llegaría a la Corte Suprema.

    ¿Qué podría impedir que se produjera su despido?, ¿que el Congreso, que creó la Reserva Federal en 1913, se niegue a promulgar cambios en la Ley? No es probable, con su actual mayoría en el Capitolio. Ni la Reserva Federal ni su independencia figuran en la Constitución. Y los jueces que dictaminaron que mientras Trump sea presidente tiene inmunidad para sus actos oficiales, volverían a apoyarlo.

    O, acaso, ¿creen que Pam Bondi, la nueva fiscal general, le dirá a su jefe que no puede despedir a Powell? Ni lo sueñen. Lo más seguro es que el asunto llegue a los tribunales. La Corte Suprema, con una mayoría conservadora de 6-3, se pondría del lado de Trump. Si es así, la independencia de la Reserva Federal se irá al garete.

    La única línea de defensa está en el mercado. A la primera señal de que Trump vaya seriamente contra la Reserva Federal, las acciones y los bonos se hundirán. Miles de puntos menos en el Dow Jones es lo que podría disuadir a Trump de no seguir adelante.

    Si el nuevo presidente elimina o reduce la independencia de la Fed, eso sí que abriría la espita de la inflación, ya que su nuevo responsable, aunque sea un personaje de reconocido prestigio, no se atreverá a tocar los tipos, por lo menos a subirlos.

    El liberalismo es una doctrina que promueve el libre mercado, el poder limitado de los gobiernos, el máximo crecimiento y la competencia individual para mejorar el bienestar social. Pero acontecimientos recientes como el estancamiento salarial, la desigualdad de la riqueza y algunos efectos negativos del libre comercio a raíz de la pandemia debilitaron su atractivo y abrieron las puertas de par a los movimientos proteccionistas, que a medio plazo limitarán el crecimiento de las economías y encarecerán los precios y la financiación. Pese al actual optimismo de los mercados, a Trump puede salirle el tiro por la culata.

    PD.- En España, el nuevo gobernador, José Luis Escrivá, también tiene sueños de grandeza. Detrás de su proyecto de "modernizar los estatutos del Banco de España" aseguran que está la ampliación de su mandato de seis a ocho años o la autorización para que pueda ser reelegido durante dos periodos consecutivos, de cuatro años cada uno.