Previsiones y datos, frente a profecías
- Hay voces que buscan reducir el optimismo del progreso y al final no se cumplen
Pedro Casares Hontañón
Llevamos años escuchando profecías que no se cumplen. Cada año, ante los datos de creación de empleo o de crecimiento del PIB, también ante las medidas desplegadas para reducir la inflación, en nuestro país hay voces que siempre buscan reducir el optimismo augurando la temporalidad de estos buenos datos, y que el escenario del siguiente año será peor y la recesión acecha a la economía española.
Así ha ocurrido sucesivamente desde 2020, tras la pandemia y posteriormente tras la crisis energética, para intentar cuestionar la respuesta de política económica que ha dado el Gobierno. La realidad, que es tozuda, desmiente cada profecía que alumbra malos presagios pese a que los datos objetivos digan lo contrario.
Organismos nacionales e internacionales están revisando al alza, en este último cuatrimestre del año, las previsiones de crecimiento económico por la buena marcha de todos los indicadores durante todo el año. Así, el Banco de España en las últimas semanas ha elevado cuatro décimas la previsión hasta alcanzar el 2,8 por ciento en 2024.
Lo mismo ha ocurrido con la revisión de previsiones de crecimiento de la OCDE para las economías desarrolladas. La revisión para la economía española se eleva un punto, desde el 1,8 por ciento al 2,8 por ciento en 2024, creciendo cuatro veces más que la zona euro, dos décimas más que Estados Unidos, situándose entre las principales economías del mundo que más crecerán.
También, el INE ahora ha revisado al alza el crecimiento en el primer trimestre, hasta el 0,9 por ciento, completando la revisión de las series trimestrales. Así, el crecimiento interanual se acelera hasta el 3,1 por ciento, seis décimas más que el trimestre anterior, la tasa más elevada desde el primer trimestre del año pasado.
Todas estas previsiones demuestran que el crecimiento de la economía es equilibrado, con aportación positiva de la demanda nacional y externa, con algunos factores como el crecimiento interanual del 2,9 por ciento del consumo privado, que, junto al crecimiento del empleo, evidencia la mejora del poder adquisitivo de los hogares. La mejora también de las exportaciones, con un crecimiento del 2,6 por ciento refleja la competitividad de las empresas españolas y el buen estado general de la actividad productiva.
Al dinamismo del mercado de trabajo y la fuerte creación de empleo, con más de 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, se une el número de horas trabajadas, que se elevó un 2,4 por ciento en tasa interanual, crecimientos compatibles con la mejora de la productividad por hora que creció el 0,7 por ciento en el último año.
Lo mismo ocurre con la inflación, que se ha reducido de forma notable en septiembre, ocho décimas, hasta el 1,5 por ciento, la tasa más baja desde marzo de 2021, y por debajo del umbral de referencia del BCE, que se sitúa en el 2 por ciento. Entre los factores que lo han hecho posible es el descenso de los precios de los carburantes y también de los alimentos y la electricidad, que han permitido que en septiembre se haya producido el mayor descenso en la tasa de inflación del último año. A ello también se añade la inflación subyacente, que también ha bajado hasta el 2,4 por ciento.
Todos los datos avalan la buena política económica desplegada durante los últimos años, que están permitiendo tener una mayor competitividad, un mayor dinamismo empresarial y del mercado de trabajo y una mayor robustez de nuestra economía.
España atraviesa un buen momento en materia económica y, por primera vez en décadas, gracias al despliegue de los fondos europeos a través de los ejes estratégicos que marcan los diferentes componentes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, se está impulsando la modernización y transformación de todas las estructuras productivas de nuestro país, favoreciendo la reindustrialización de algunas zonas estratégicas, la transición hacia la neutralidad climática con iniciativas como el impulso de una movilidad más sostenible y conectada, avanzando en el desarrollo científico y en el desarrollo de nuevas ramas de conocimiento como la biotecnología, creando más empleo de alto valor añadido.
Por tanto, en clave ecológica y en clave digital, estamos siendo capaces de desarrollar de forma estratégica un progreso seguro hacia una economía verde, digital y resiliente, y un crecimiento sostenido y sostenible en el tiempo, que además tenga una transformación justa, inclusiva e integradora.