Jaque a la empresa
- La gestión e 'inacción' del Gobierno coloca a España con cifras negativas elevadas
José María Triper
Es sabido que en los regímenes democráticos donde impera el libre mercado la salud de la economía es directamente proporcional a la lozanía de sus empresas. Y si nos atenemos a este axioma debemos concluir que la economía española lejos de ir como un cohete muestra evidentes síntomas de enfermedad a la que los facultativos del Gobierno siguen aplicando el tratamiento equivocado.
De hecho, los resultados de los análisis más recientes de los más prestigiosos especialistas, nada sospechosos, como el Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que la cifra de negocios en marzo de las empresas españolas siguió su ritmo de descenso interanual, acumulando doce meses de caídas consecutivas. En concreto, la tasa interanual corregida de efectos estacionales y de calendario se ha situado en el 6,5% negativo.
En la misma línea, la Agencia Tributaria informa de que las ventas totales de las grandes empresas, deflactadas y corregidas de variaciones estacionales y de calendario, se incrementaron en abril sólo un 0,4% respecto al mismo mes del año anterior. Las ventas interiores aumentaron un 1,4% en abril, apenas una décima por encima de las del mes precedente y las exportaciones se redujeron un 2,5%, volviendo a la tónica de los últimos trimestres.
También el Indicador de Sentimiento Económico de la Comisión Europea empeora notablemente en relación con el mes anterior: 101,1 en mayo frente a 104,3 en abril. La industria se mantiene en terreno contractivo, mientras la construcción y el comercio reflejan resultados positivos. El sector servicios sigue anotando registros favorables, pero empeora ligeramente respecto al mes anterior (13 en mayo frente al 13,7 en abril). Y en materia de emprendimiento sólo un dato, el pasado mes de mayo se han registrado en la Seguridad Social 1.196 empresas menos que en el mismo mes de 2019, mientras que las empresas más pequeñas, de uno a cinco trabajadores, siguen sin recuperar los niveles preCovid. Por sectores económicos, el número de empresas inscritas en la Seguridad Social es inferior a los niveles previos a la pandemia en la agricultura, la industria y servicios, y solamente construcción ha recuperado la posición anterior.
Son síntomas de dolencias importantes a las que se une la confirmación de que el último informe de la competitividad mundial, el World Competitiveness Ranking 2024 ha empeorado la posición de España hasta el puesto número 40. de un total de 67 economías analizadas. Esta posición sería la más baja en el ranking desde que se elabora, con la excepción de la posición 45 alcanzada en 2013. El ranking está liderado por Singapur, Suiza y Dinamarca.
España registra su peor posición en el área de Eficiencia del Sector Público, que se sitúa en el puesto 58, tras descender siete posiciones respecto al año anterior. Algunos de los criterios que continúan siendo un importante lastre para la eficiencia del sector público se refieren a la regulación del mercado laboral y su flexibilidad, a las finanzas públicas, al marco legal y regulatorio o a la adaptabilidad de las políticas gubernamentales.
Importantes deficiencias que se unen a la inestabilidad política y la falta de seguridad jurídica cuyas consecuencias se traducen también en la caída del 33% de las inversiones extranjeras en nuestro país durante primer trimestre de este año. Los datos de la Secretaría de Estado de Comercio indican que entre enero y marzo la entrada de capital foráneo llegó hasta los 6.679 millones de euros, frente a los 10.014 millones que se registraron en igual fecha del año pasado. Caída que se añade al descenso del 20%, 6.400 millones menos, en el año pasado.
Sumar a eso la política sectaria y autocrática del Ministerio de Trabajo con su titular, Yoli la de los cohetes, al frente, que no sólo desprecia el diálogo social, sino que ahora amenaza con excluir a la CEOE de la mesa de la jornada laboral, olvidando que en las democracias las empresas son las que crean empleo y riqueza.
Estas son las consecuencias de la política económica por la que el presidente del BBVA, Carlos Torres, en una actitud de pleitesía interesada se deshacía en elogios a Sánchez y al Gobierno. Una docilidad que contrastaba con el honorable comportamiento del presidente de la patronal del automóvil Wayne Griffiths, presentando su dimisión irrevocable por la "inacción del gobierno", al tiempo que expresaba su profunda decepción con el sanchismo gobernante. Sin comentarios.