Opinión

La disrupción de la tecnología en el trabajo

  • La digitalización y la  tecnología afectan a el proceso de realizar la actividad laboral

Javier Lorente

La aparición de la pólvora modificó completamente la forma de concebir los ejércitos y la defensa de las ciudades. Las reglas anteriores no valían. No eran adaptables y tenían que ser sustituidas por otras. Muy pocos aspectos de la estrategia se podían aprovechar. Los que primero se dieron cuenta tuvieron una clara ventaja competitiva. Los demás se vieron obligados a cambiar en condiciones poco ventajosas, o desaparecer.

La tecnología, o más específicamente, la digitalización, es un disruptor extremo del mercado laboral, mucho más que lo que fue la pólvora a la práctica militar. Las características de la digitalización impactan en la forma de realizar las actividades, pero de una forma tan intensa que, más que impactar, modifican la esencia de las mismas. Una de esas características, en la que me voy a centrar, es la remotización.

La bilocación (estar presente en dos sitios a la vez) es un fenómeno que antes de la digitalización sólo se había reportado en el entorno de la mística y la religión. La remotización no es bilocación, pero desde el punto de vista productivo y laboral se le parece mucho. La mayoría de los trabajos de la economía del conocimiento pueden hacerse de forma remota: educación, consultoría, desarrollo software… pero también muchos trabajos del sector primario y secundario pueden remotizar gran parte de sus actividades. Por poner dos ejemplos: La monitorización del ganado en las grandes explotaciones australianas se realiza cada vez más con drones de vigilancia y sensores de constantes de salud acoplados a las vacas, realizando una primera evaluación de forma automática. En medicina, renombrados cirujanos pueden estar presentes en operaciones de su especialidad al otro lado del mundo.

Podríamos legislar de forma distinta para trabajos remotizables (palabra que aún no existe) y no remotizables. Conceptualmente, esta aproximación sería ya un gran paso. Tendríamos un mejor encaje con la realidad en lo que denominamos teletrabajo o trabajo híbrido. Pero sería del todo insuficiente. Porque lo que se ha convertido en híbrido es el ser humano en sí mismo. La bilocación digital ocurre a nivel de la persona, no de su actividad. Nuestras actividades no laborales, de la naturaleza que sean, también disfrutan de las cualidades de la digitalización. Estar cerca de nuestros seres queridos por videollamada, asistir de forma inmersiva a un concierto o partido, realizar gestiones de forma remota en cualquier institución, en cualquier momento y desde cualquier sitio. Incluso desde nuestro lugar físico de trabajo.

El ser humano híbrido puede desarrollar su actividad laboral desde cualquier sitio. Pero también puede ocuparse de sus asuntos personales desde cualquier sitio. Algunos de los temas particulares requieren cierta urgencia, como un problema doméstico, y se pueden gestionar en paralelo con el trabajo. En otras ocasiones puede ser al revés. Estamos continuamente en el mundo físico y en el mundo digital, ni siquiera conmutando entre uno y otro, sino de forma simultánea. Y sea cual sea nuestro trabajo, remotizable o no. Estamos presentes en varios sitios a la vez gracias a la digitalización, sitios que pueden cubrir distintas actividades, laborales o personales. ¿Cómo medir en horas por lo tanto qué tiempo dedicamos a cada entorno? En muchos trabajos el concepto de horario pierde sentido. El concepto de "fichar" quizá esté obsoleto para el ser humano híbrido.

Estamos atacando nuevas realidades con herramientas obsoletas. La digitalización requiere replantearse muchos conceptos relacionados con la actividad laboral. Y no solamente el de jornada laboral. También el de productividad, el de aportación de valor, el de reparto de las tareas.

Me encantaría terminar con una propuesta concreta. Pero lamentablemente no la tengo, más allá de provocar la reflexión. Las soluciones pasan por una concepción distinta, casi filosófica, de la forma en la que participamos los seres humanos en los ecosistemas productivos. Sin esta concepción, las dinámicas del mercado laboral se nos irán más y más de las manos. Ojalá que políticos y agentes sociales de cualquier color pusieran de lado ideologías pre digitales de factores de producción, taylorismo, o lucha de clases e intentaran asumir que se necesita un modelo totalmente nuevo, y no parches para cada pequeña crisis que surja.