Opinión

Marruecos será la huerta de Europa

  • Mientras el vecino se convierte en potencia mundial, la agricultura empeora aquí en España
Marruecos.

Juan Carlos Higueras

En zonas rurales, aún perdura una práctica común arraigada en siglos pasados, en la que muchas familias mantenían huertos y establos destinados al cultivo de alimentos y la cría de animales para autoabastecerse a lo largo del año, vendiendo el excedente a otros.Pues bien, ese parece ser el destino de Marruecos, convertirse en la despensa de la familia europea y de muchos otros países.

El sector primario europeo se encuentra en pie de guerra tras una serie de incesantes protestas contra los legisladores que los está poniendo contra las cuerdas pues ven que cada vez está más cerca el fin de su medio de vida. Un tiro en el pie para Europa y en el corazón para las pequeñas y medianas explotaciones familiares que, criminalizados bajo el Pacto Verde Europeo, tienen fecha de caducidad mientras que se favorece a terceros países, con menores controles e incluso financiando planes para la mejora de sus regadíos.

Este es el caso de Marruecos, que se está convirtiendo en uno de los principales productores del sector primario ya que su estrategia busca impulsar el crecimiento de su economía mediante el incremento de la inversión extranjera mejorando su posicionamiento geopolítico en el continente africano, convirtiéndose en un país exportador de referencia mundial mediante la firma de numerosos acuerdos bilaterales de libre comercio.

Así, Marruecos pretende convertirse en una potencia mundial del sector primario basando su economía en un componente fuerte de exportaciones, tanto hacia Europa como hacia el resto de países, entre los que destaca EEUU. De hecho, la contribución de este sector al PIB de Marruecos está cercana al 14% y emplea aproximadamente a cuatro de cada diez trabajadores del país, es decir, que existe una elevada dependencia de este sector.

En el caso de los agricultores españoles, el problema se intensifica debido a los crecientes flujos de inversión en el sector en dicho país por parte de España, junto con las ayudas que recibe de la UE, sin dejar de lado los fuertes lazos económicos existentes entre ambos países que generan una relación comercial e inversora, favorable para Marruecos. Un ejemplo es el crédito aprobado por nuestro Gobierno a Marruecos por valor de 250 millones de euros para mejorar el regadío, mientras que las exportaciones de tomates marroquíes a la UE era la décima parte de las españolas en 2013 y ahora nos superan.

En este proceso, al estar muy fragmentado el sector primario europeo, el eslabón más débil es el pequeño productor, que no tiene capacidad ni pulmón financiero para competir en igualdad, mientras que las compañías agroalimentarias ven en el país vecino la oportunidad de mejorar su rentabilidad y ampliar el alcance del negocio, debido a las múltiples ventajas y facilidades existentes para la deslocalización. Una situación que no es nueva, pero que se intensifica con el tiempo y que ha originado que en los últimos 8 años hayan desaparecido en España más de 75.000 explotaciones agrícolas por la imposibilidad de soportar los márgenes negativos, a pesar de las distintas ayudas.

Para comprender las ventajas del país vecino, sabemos que el sector primario se apoya en los tres principales recursos de la economía, tierra, trabajo y capital. El acceso a la tierra es muy favorable por la facilidad para conseguir tierras y los bajos precios de alquiler pues no pueden ser compradas por parte de los extranjeros para dedicarlas a actividades agrícolas. En cuanto a la mano de obra, los salarios del campo son hasta 10 veces más bajos que en España y aún más respecto del resto de Europa.

Otra ventaja importante es la cantidad de acuerdos comerciales que Marruecos tiene con muchos países del mundo, destacando EEUU, el acuerdo preferencial con la UE donde se liberalizan la mayoría de los productos casi sin contingentes y otros bilaterales de aranceles reducidos con más países, lo que facilita la exportación de productos agrícolas. Además de todo esto, la ventaja que supone para una compañía localizada allí, que sus productos lleguen fácilmente a muchos rincones del planeta.

Otro factor, la escasez de agua y de tierra, donde los grandes fondos de inversión internacional están comprando terrenos para su uso como granjas de generación de energía renovable, fotovoltaica y eólica, pues es un negocio más rentable que el agrícola en el que España está llamada a ser la batería de Europa.

A eso añadimos la falta de relevo generacional que se intensifica con la situación del sector, la despoblación en las zonas rurales y lo duro que es el trabajo en el campo frente a otras alternativas en el sector servicios.

Por último, la creciente burocracia y exigencias medioambientales de la PAC que erosionan y compromete los márgenes en el sector primario frente a países terceros fuera de la UE. Todo ello hace que, desde los últimos 5 años, haya un mayor número de empresas agroalimentarias que desplazan su producción a Marruecos, haciendo que se convierta en una huerta mundial con la que alimentar a los europeos, perdiendo nuestra soberanía alimentaria.

La gran pregunta es. ¿Por qué pagamos impuestos los europeos si el dinero se utiliza para beneficiar a terceros y perjudicar a propios? Todo ello genera un coctel explosivo para los agricultores y ganaderos europeos que ven con impotencia como no pueden competir en costes y precios con el país vecino y donde la PAC, que parecía la tabla de salvación, se ha convertido en un sedante para mitigar el dolor y proporcionar alivio en la fase final de este paciente terminal que es el sector primario europeo.