Opinión

¿Bajará algún día la inflación?

  • El 'umbral de dolor' provocado por los altos precios está cada vez más cerca
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Víctor Alvargonzález

Por supuesto que la inflación bajará algún día. Pero vivimos en el mundo de la inmediatez. Las redes sociales han incrementado exponencialmente la sensación de que todo tiene que solucionarse mañana. Y no por la tarde, sino a primera hora.

Pero volvamos a la inflación y a por qué pensamos que acabará bajando aunque no sea mañana por la mañana. Y luego trataremos de establecer cuándo podría producirse el feliz acontecimiento

El motivo de esta afirmación es que los factores que inflaron los precios se están desinflando. La primera fase de la inflación se produjo cuando se juntaron tres problemas. Uno, la imprevisión de los políticos, que no prepararon la cadena de producción y distribución para el incremento de la demanda (la que se iba a producir al finalizar los confinamientos, los famosos cuellos de botella).

Dos, los bancos centrales, que prepararon el terreno inundando el sistema de dinero para satisfacer las demandas de inmediatez de los políticos, que ya antes de la pandemia les presionaban para generar un crecimiento que ellos eran incapaces de fomentar.

Tres, la invasión de Ucrania y, con ella, las sanciones, cuyo efecto rebote fue sacar del mercado al mayor productor del mundo de materias primas, gas y el segundo de petróleo (en honor a la verdad, en lo del gas se autosancionó Rusia). Lógicamente se disparó el precio de todo lo anterior.

Luego llega la segunda fase, que es cuando todos los agentes económicos empiezan a subir sus precios porque se los han subido a ellos. Ahí se dispara la inflación subyacente.

Los tres primeros sablazos inflacionistas ya se han desinflado. Los cuellos de botella son ahora como autopistas radiales de Madrid, lo cual se ha traducido en una caída brutal en el precio de los fletes. El dinero en manos del público, técnicamente conocido como la M2, ha tenido una caída que no se veía en décadas (la gente ha ido gastándolo). Y para Rusia ha sido fácil saltarse la sanciones, dado que países como China, India, Sudáfrica, Brasil y un largo etcétera no firmaron las sanciones y por lo tanto dan salida a toda la producción rusa a cambio de un margen comercial. Lo que se une al aumento de la oferta de otros productores, que vieron la oportunidad de sustituir a Rusia.

Ahora queda el elemento más pegajoso, el de los servicios. Ese restaurante que tiene miedo a bajar los precios porque ve que las compañías no le bajan todavía el precio de la luz o los alimentos. Y los productores de alimentos, que tampoco bajan los precios hasta que estén convencidos de que no les va a venir otro rejón en forma de subida del precio de los carburantes o de los fertilizantes. O ese despacho de abogados, que además de la factura de la luz tiene que incrementar los sueldos, porque a sus empleados también les suben la luz o la gasolina.

Sin duda la inflación subyacente es la más complicada, pero para eso están los bancos centrales: para dejar sin dinero a la gente o encarecer la financiación de particulares y empresas. Es solo cuestión de alcanzar el umbral del dolor adecuado.

El ejemplo más claro lo tenemos en EEUU, que es donde antes empezaron a subir los tipos de interés. El umbral del dolor ya se ha alcanzado en el mercado hipotecario, y por eso las ventas se han derrumbado. El siguiente paso es que los norteamericanos consuman menos o al menos pregunten el precio de las cosas. Los cheques que les dio el gobierno para los confinamientos ya se les están acabando. La hipoteca cada vez les resulta más cara y los salarios, aunque se mantienen altos en términos nominales, ya son negativos en términos reales, puesto que crecen en el entorno del 4% cuando la inflación es todavía del 6%. La guinda la pondrá el aumento del paro.

Por los tanto la pregunta no es si seguirá bajando la inflación. De entrada porque la inflación, medida por el IPC general, ya está bajando. La pregunta es cuándo bajará la subyacente, que es la más pegajosa. Y la pregunta tampoco es si bajará, sino cuándo. Y por supuesto cuándo dejarán de subir los tipos de interés, que lo harán cuando se alcance el umbral del dolor.

En nuestra opinión el umbral del dolor está cada vez más cerca y va a coincidir con el momento en el que los agentes económicos se percaten de que ya no sube más la gasolina o incluso baja, que baja la factura de la luz y que empiezan a bajar los precios de algunos alimentos. Pero sobre todo coincidirá con el dolor que produce que ya no se llene el restaurante o que los clientes de cualquier tipo de servicio reduzcan la demanda simplemente porque ya no pueden pagarla. Afortunadamente hay indicadores para seguir esas cosas. Es en eso en lo que hay que fijarse.