Juego de patriotas
José María Triper
Andan el presidente Pedro Sánchez y la ministra Calviño repartiendo carnets de patriotismo y acusando nada menos que renegado antipatriota a Rafael del Pino por la decisión de trasladar la sede social de Ferrovial a Países Bajos. Ellos que no han tenido escrúpulos en indultar a los golpistas catalanes, en derogar el delito de sedición y rebajar la malversación a la orden de sus socios independentistas, que han pactado con los separatistas vascos de EH Bildu herederos de los terroristas de ETA y que gobiernan en coalición con un partido populista, bolivariano y que defiende la autodeterminación de Cataluña.
Un Rafael del Pino que ya ha dejado claro que va a mantener su residencia fiscal en España, como también el negocio, los puestos de trabajo y la tributación correspondiente a su actividad en nuestro país, pero que pone al descubierto las vergüenzas del sanchismo al hacer visible la inseguridad jurídica de las empresas en este país, justo cuando Sánchez se pavonea por Europa y en vísperas de la presidencia española de la UE. Eso, y no otra cosa es lo que realmente les preocupa y les molesta.
El mismo Rafael del Pino al que la vicepresidenta económica ponía como ejemplo de "líder empresarial" en diciembre de 2021 durante la ceremonia de entrega al presidente de Ferrovial del premio al líder empresarial del año que concede la Cámara de Comercio España-Estados Unidos, asegurando que "los numerosos logros de Ferrovial en los últimos años son, sin duda, el resultado de una buena gestión y liderazgo".
Mala memoria la de la señora Calviño que, como su jefe Sánchez, también parece haber olvidado que en febrero de 2009 el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero aprobaba la venta de la eléctrica española Endesa a la empresa pública italiana ENEL. Operación sobre la que el entonces presidente del Ejecutivo afirmó que se trataba de un asunto que afectaba a dos empresas privadas y que Endesa "seguirá funcionando muy bien y continuará siendo una empresa sólida y eficiente.
Eso sí que era patriotismo. Como también son fervientes patriotas esos empresarios que asegura Calviño la han enviado mensajes de preocupación por si hay cambio de gobierno en España dada "la confianza" que tienen depositada en el de Pedro Sánchez. Lo que no dice la vicepresidenta es cuantos y quiénes son empresarios "hooligans" del sanchismo. Porque yo, conste que he sondeado a muchos, todavía no los he encontrado.
¿Misterio, falta de transparencia o simplemente fraude? Como también son un misterio esos supermercados o tiendas de proximidad donde hace la compra la señora vicepresidenta que en sede parlamentaria afirmó que nota la bajada del precio de los alimentos cuando hace la compra para su casa. Pero no desvela, como correspondería a una ministra de un gobierno que se dice comprometido socialmente, cuáles son esos comercios, si es que existen. Eso si sería solidaridad y patriotismo.
En todo caso, afortunada ella que pese a sus muchas y difíciles responsabilidades tiene tiempo para hacer la compra y por eso probablemente no encuentra la oportunidad para ver la realidad económica y social de este país y los informes de las agencias de calificación como EthiFinance Ratings cuando advierten que el impacto de los elevados precios y la subida de los tipos de interés ya están empezando a trasladarse tanto al consumo de los hogares como a la inversión lo que representa una de las principales limitaciones al crecimiento económico del país, mientras estiman que el PIB de España cerrará 2023 en un raquítico 1,1%, nada menos que un punto por debajo de las propias estimaciones de Calviño.
Menos mal que tenemos a la ministra de Hacienda, la lenguaraz María Jesús Montero, para recordarnos que en el Gobierno si hay alguien que se entera y conoce la verdadera situación económica y social de España y de los españoles. Y ahí están, si no, sus declaraciones revelando que los abuelos, las abuelas, no quieren las pensiones para ellos, sino que la pensión "es ayuda al pago de la luz del hijo que no puede pagar la luz, es ayuda para ir al supermercado, para ir a comprarle las cinco cosas que no puede es la ayuda que le dan a nuestros jóvenes para que puedan los fines de semana salir o se puedan comprar las zapatillas de deporte". ¡Toma dosis de realismo! Aunque, a lo mejor, ahora resulta que la señora Montero se nos ha vuelto también antipatriota.