Opinión

Los beneficios récord de la banca y sus causas


    Francisco de la Torre Díaz

    El mundo real no es un casino, ni tampoco el Monopoly, por lo que la Banca no siempre gana. Como tener un sistema financiero es necesario, que la Banca pierda mucho dinero es un problema mucho más grave que gane demasiado. Conviene no olvidarlo en estos días donde se critican, amargamente, los beneficios de algunas entidades financieras. La crisis económica que sufrimos entre 2008 y 2014 fue particularmente grave en España, precisamente por las pérdidas de muchas entidades de crédito, fundamentalmente cajas de ahorro, lo que originó un rescate para garantizar los depósitos de los ahorradores, y, además, una sequía de liquidez, así como la desaparición de muchas entidades. Pensemos que, hace quince años, las cajas de ahorro eran la mitad del sistema financiero, y ahora quedan las de Ontinyent y Pollença.

    De esos polvos vienen una parte de estos lodos. Si tenemos menos entidades de crédito, que además conceden menos crédito, porque toman más precauciones, y estudian más la solvencia de los que piden préstamos, tenemos menos competencia en el negocio del crédito. Ésta es una de las razones de que los bancos españoles ganen ahora más dinero. Pero, la razón fundamental no es ésa, sino la simple subida de los tipos de interés realizada por el Banco Central Europeo (BCE) para luchar contra la inflación.

    En general, un banco gana dinero, además de por las comisiones, por el margen de intermediación, es decir la diferencia entre lo que paga por los depósitos y lo que cobra por los créditos que concede. Durante varios años, tuvimos tipos de interés negativos. Cuando eso sucede es muy complicado cobrar por los depósitos, porque el cliente siempre se puede refugiar en el efectivo, por el que no hay que pagar. Sin embargo, los que piden préstamos pagan menores tipos de interés. En consecuencia, el margen de los bancos se comprimió y ganaron mucho menos dinero. En el fondo, ésa es la razón de temas como despidos, cierre de sucursales o peor atención a la clientela.

    Además, todo hay que decirlo, muchas entidades financieras habían concedido mal los créditos durante la burbuja financiera y la crisis posterior. Eso significó, por ejemplo, que tuvieron que quedarse con inmuebles por créditos impagados por familias y promotores inmobiliarios. Hasta que los inmuebles se venden, el dinero invertido en los mismos no supone rentabilidad alguna. La escasa rentabilidad de la Banca, de la que, incluso ahora, se quejan algunas entidades, no sólo era una cuestión de tipos de interés, sino también de la calidad del activo, de no haber concedido bien los créditos en el pasado.

    Por eso, era bastante lógico, que, en un primer momento, sólo subiesen los intereses de los créditos y no de los depósitos. Se estaba recuperando una rentabilidad normal. Sin embargo, cuando los tipos de interés ya han subido 3,5 puntos, los depósitos prácticamente siguen sin remuneración. Esto ha coincidido con resultados récord de varias entidades. Es cierto que parte de estos resultados se han generado en el extranjero, pero la subida de tipos de interés ha pasado en el mundo entero.

    La explicación fundamental de los elevados beneficios de la Banca es que a la subida de tipos interés coexiste con la abundancia, o más bien, el exceso de liquidez. Como la liquidez no es precisamente escasa, sino que sobra, no se remunera. Aquí nos volvemos a encontrar con las consecuencias de decisiones de política monetaria. Por una parte, el BCE ha dado préstamos a largo plazo, incluso durante un tiempo a interés negativo, a la Banca, los TLTRO. Por otra, cuando el BCE ha comprado deuda, fundamentalmente pública, por unos cinco billones de euros, a cambio ha emitido dinero, materializado en depósitos bancarios. Como los depósitos sobran y los bancos no los necesitan para conceder créditos, su remuneración es escasa.

    Con este panorama, si se considera que tenemos un gravísimo problema con los beneficios de los bancos, aunque en mi opinión hay problemas económicos reales mucho más importantes, caben tres alternativas: en primer término, que el BCE deje de subir los tipos de interés y los empiece a bajar. Esto es impensable con los niveles actuales de inflación en Europa. La segunda alternativa es una reducción drástica de la liquidez, mediante la venta acelerada de deuda pública en manos del BCE. Ésta sí es política anti-inflacionista, pero con muchísimas contraindicaciones. Por una parte, el BCE, es decir todos los contribuyentes europeos, perderían mucho dinero al vender bonos comprados mucho más caros. Por otra parte, existe un riesgo nada despreciable de que se disparasen las primas de riesgo, es decir de fragmentación financiera en Europa. Por último, esto nos podría llevar a una recesión en toda Europa.

    La tercera alternativa es que haya más competencia en el mercado financiero. Pero, por una parte, la Banca es una actividad regulada, y debe seguir siéndolo. Aunque es cierto que, a medio plazo, podrían entrar empresas tecnológicas en este mercado, especialmente en la parte del crédito, pero, en cualquier caso, eso no sería inmediato. En cualquier caso, un problema gestado durante muchos años, derivado de una gravísima crisis financiera, no se soluciona en unos meses.

    Para concluir, una obviedad, esta cuestión de los beneficios récord de los bancos no es una cuestión de impuestos. Por eso, con sus pros y contras, los nuevos impuestos y gravámenes al sector financiero no van a permitir ni créditos más baratos, ni mejores remuneraciones a los ahorradores. Por supuesto, si los recursos contra estas figuras nos prosperan, darán algo de recaudación. Pero tampoco es realista pensar que eso vaya a solucionar nuestros problemas fiscales, que son otra alargada sombra de las crisis que hemos padecido.