Opinión

Transparencia, confianza y ambición para impulsar el empleo


    Juan Pablo Riesgo

    Vivimos tiempos complejos en los que empresas y trabajadores nos jugamos mucho. A las disrupciones que enfrentaba nuestro mercado de trabajo centradas en la digitalización, transición energética y envejecimiento de la población, se ha unido la crisis energética y de precios y el proceso de "glocalización" que vivimos tras la invasión de Ucrania y la pandemia. Todo ello afecta al empleo, principal variable determinante de nuestro nivel de condiciones de vida, y en consecuencia a nuestra capacidad de desarrollo económico y social. Un contexto complejo que requiere de transparencia, confianza, y ambición.

    Para ayudar a la comunidad de expertos y reguladores en materia de empleo, así como a los gestores de RRHH y Relaciones laborales, y a los propios trabajadores a navegar en este contexto, el Instituto EY Sagardoy Talento e innovación publica trimestralmente el Human Capital Outlook.

    Nuestro Outlook pretende ayudar en el diagnóstico, pero animar a la acción. Para poder analizar la evolución del desempleo aislando el impacto de las modificaciones normativas en el cómputo del paro registrado construimos en nuestro observatorio una serie de "paro efectivo" con la suma de los demandantes parados y aquellos con relación laboral. Pero sería deseable más transparencia en el ámbito estadístico publicando todos los datos disponibles tanto en los registros de contratos como de afiliación a la Seguridad Social para conocer el impacto real términos de empleo de la conversión de contratos temporales en fijos discontinuos, clarificando su tratamiento estadístico durante períodos de inactividad.

    En segundo lugar, en este contexto convulso y de inestabilidad, las instituciones deberían contribuir a la confianza, a su vez, impulsando una actuación legislativa previsible y equilibrada, que permita a los operadores proyectar planes de actuación en el medio y largo plazo. La sustitución de la tramitación legislativa ordinaria bien por la de urgencia alegando la pandemia, la guerra en Ucrania o los hitos del plan de recuperación, bien por las proposiciones de Ley urgentes para evitar trámites e informes preceptivos, generan incertidumbre y desconfianza, y, como se está demostrando en casos de especial sensibilidad, pueden dar lugar a errores de difícil o imposible corrección posterior. En menos de 20 días se prevé que entre en vigor una reforma del sistema de pensiones que si a día de hoy no es conocida siquiera por los legisladores en las Cortes difícilmente conocerán las miles de empresas y millones de trabajadores a quienes, entre otros aspectos, por la vía de incremento de cotizaciones va a afectar sensiblemente.

    En tercer lugar, si bien es cierto que los fondos europeos han facilitado el impulso de un Plan de Recuperación con un importante número de hitos de reforma, no lo es menos que el reto que tenemos por delante en materia de empleo requiere de mayor tino y ambición. Reconociendo que hemos dado un importante paso en la reducción de la temporalidad formal, o que se ha mejorado con las modificaciones del nuevo régimen de extranjería – cuando sean plenamente efectivas - la capacidad de acceder a mano de obra, o que la nueva ley de start ups contempla un interesante régimen de teletrabajo internacional, no se han dado grandes avances en la adaptación de nuestro mercado laboral a los retos mencionados. Lo que vamos conociendo de los proyectos de ley de Empleo y de Incentivos al Empleo no permite prever mejoras de calado sino cambios formales sin implicación estructural. No se han dado pasos sustanciales para avanzar hacia la reducción de la dualidad real, entre otras formas, impulsando las cuentas individuales de capitalización aprovechando la financiación europea. Y por su parte, las inversiones en materia de capital humano procedentes de NextGenerationEU no parecen incorporar, con algunas excepciones como las impulsadas por la EOI, grandes disrupciones. E incluso, con la fuerte subida de cotizaciones que se prevé para compensar el aumento de gasto en pensiones de la reforma que hasta ahora conocemos, se están dando pasos atrás en competividad de nuestro mercado de trabajo.

    Por todo ello, es preciso impulsar una agenda ambiciosa en materia de empleo, y la adenda al Plan de Recuperación en curso, puede ser una gran oportunidad. En relación con el mercado de trabajo, además de facilitar la incorporación de talento extranjero, urge impulsar la integración activa de los casi 3 millones de desempleados que sitúan nuestra tasa de paro en el 12,7%. Ello exige priorizar su incorporación en el mercado de trabajo, a través de un marco de relaciones laborales flexible y seguro, un modelo de intermediación y formación profesional para el empleo moderno y eficaz y un marco de protección social y desempleo que aporte recursos suficientes. Éste debe incentivar la transición al empleo y evitar la trampa de la pobreza a la que se someten los desempleados que dejan de buscar activamente empleo. Asuntos todos en los que hay mucho margen de mejora. Y finalmente, además de aflorar economía sumergida facilitando la contratación de personas extranjeras que residen ya en nuestro país y trabajan en la economía informal, urge reforzar la sostenibilidad de nuestro sistema de protección social, que se está viendo ya fuertemente tensionado por el creciente gasto en pensiones y más, aún, cuando las generaciones del baby boom alcancen la jubilación. Ello, además de facilitar el crecimiento económico y creación de empleo, exige adoptar nuevas reformas estructurales que garanticen la suficiencia y sostenibilidad del sistema, sin confiar el grueso del proceso de consolidación en subidas de cotizaciones que afecten a la competitividad de la economía nacional, y, en definitiva, a nuestro mercado laboral.

    En definitiva, es precisa más transparencia, confianza, y ambición en nuestras políticas de empleo para impulsar nuestro desarrollo económico y social.