Opinión

La gran reapertura de China


    Stéphane Monier

    China reabrirá en 2023 y, aunque la reapertura económica será volátil, el estímulo monetario y fiscal apoyará el crecimiento hasta que la actividad pueda recuperarse en la segunda mitad de 2023 y en 2024.

    Prolongar las estrictas restricciones chinas de "cero Covid" ya no es políticamente defendible. Hemos visto estos días una ligera relajación de las medidas, impulsadas por las inéditas protestas callejeras del 24 de noviembre en la ciudad de Urumqi que se extendieron hasta Pekín y Shangai, pidiendo incluso abiertamente un cambio de liderazgo. Lo más preocupante para los dirigentes del país es que la frustración y el enfado por las restricciones parecen generalizados y afectan a toda la sociedad.

    Hay que tener en cuenta que sólo el 68% de la población china mayor de 60 años ha sido vacunada con tres dosis de vacunas desarrolladas localmente, que son menos eficaces que las desarrolladas en Occidente. Aunque las campañas de vacunación de refuerzo se están intensificando, los retrasos en el despliegue pesarán sobre el crecimiento. Por esta razón, nuestras expectativas de crecimiento del producto interior bruto real de China son conservadoras. El PIB debería crecer un 2,5% en 2022 y luego repuntar en el segundo semestre de 2023 hasta alcanzar el 4% en el conjunto del año.

    China se enfrenta a la necesidad de reforzar la inmunidad de su población de 1.400 millones de habitantes después de tres años de bajas infecciones y lentas vacunaciones. El país ha registrado menos de 10 millones de casos y 30.388 muertes, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Los mayores peligros para el proceso de reapertura del país son otro bloqueo nacional para limitar la presión sobre el sistema sanitario, o picos de muertes por Covid que exacerben los temores de la población. Así, es probable que las medidas de flexibilización de la provincia de Guangdong y las recientes declaraciones del gobierno hagan que los dirigentes chinos intenten evitar ambos extremos dejando que las grandes ciudades con mejores sistemas sanitarios reabran más rápidamente.

    La reapertura será volátil y requerirá un apoyo macroeconómico más agresivo antes de que mejoren las perspectivas para la segunda mitad de 2023 y 2024. El Banco Popular de China prosigue su relajación de la política monetaria, incluido un recorte adicional de su coeficiente de reservas obligatorias, efectivo a partir del 5 de diciembre, para aumentar la liquidez del sistema bancario comercial y el uso de préstamos complementarios.

    La política fiscal china también sigue siendo acomodaticia. Las autoridades han llevado a cabo devoluciones del impuesto de sociedades y del impuesto sobre el valor añadido a las administraciones locales, una serie de reducciones de las tasas, desde la electricidad a las telecomunicaciones, y gastos en infraestructuras. Esto equivale a alrededor del 3% del PIB en 2022. Dadas las presiones sobre la economía, es probable que veamos un apoyo equivalente a otro 3% del PIB en 2023, con un fuerte estímulo en los próximos seis meses.

    La postura del Gobierno en materia inmobiliaria también está cambiando. Tras años de restricciones, los reguladores están permitiendo a los promotores inmobiliarios recurrir al capital nacional. El nuevo marco facilita los préstamos bancarios, la emisión de bonos y la financiación para los promotores mejor gestionados. Por ello, la demanda de vivienda debería recuperarse, dado que el Gobierno ya ha suavizado los tipos hipotecarios y los requisitos de pago inicial. Como resultado, la presión del sector inmobiliario sobre la economía se debilitará en 2023.

    Los retos de la economía china, como el débil crecimiento relacionado con el Covid y los problemas del mercado inmobiliario, son bien conocidos. Así, desde mayo de este año, hemos mantenido una posición sobreponderada en renta variable china y las atractivas valoraciones actuales ofrecen potencial para un fuerte repunte. Por ahora, también mantenemos nuestra posición sobreponderada en bonos soberanos chinos, con cobertura en dólares estadounidenses.

    Si nos centramos en las divisas, es destacable que en lo que va de año el dólar ha ganado casi un 9% frente al yuan. Aunque la divisa china podría verse respaldada a corto plazo por un dólar estadounidense más débil, las posibles entradas de capital se verían compensadas con creces por el empeoramiento de la balanza de pagos del país.