Opinión

La elevada inflación se enquista

  • Nada hay que celebrar ante un nivel de precios de dos dígitos y una tasa subyacente que sigue al alza y llega al 6,4%
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elEconomista.es
Madrid,

El dato adelantado de IPC correspondiente a este mes de agosto muestra un leve retroceso de cuatro décimas, hasta el 10,4%, con respecto al récord que alcanzó en julio pasado.

El Gobierno aplaudió este descenso, considerándolo incluso el inicio de una futura "senda de moderación", pero basta un somero análisis de las cifras para considerar que apenas hay motivos para el optimismo. Nada invita a la celebración ante una tasa de inflación de dos dígitos que continúa en niveles que no se veían en España en las últimas tres décadas.

En paralelo, debe considerarse que el descenso registrado en agosto se debe a cierta contención en los precios de los carburantes. No obstante, hace meses que conviene vigilar con más atención cómo evolucionan los precios de productos no ligados directamente a la energía y estos últimos siguen arrojando malas noticias. Lo evidencia el hecho de que la inflación subyacente (que excluye las rúbricas más volátiles) acumula 14 meses ininterrumpidos de alzas y, tras el avance de agosto, se sitúa ya en el 6,4%.

El efecto más temido por los economistas, el enquistamiento del IPC en sus altos niveles actuales, se está ya produciendo en España y los perjuicios que este fenómeno provoca están aflorando incluso más rápido de lo previsto. Basta con considerar el anómalo retroceso de las ventas minoristas (en términos anuales y mensuales) en un mes de estímulo de las compras, gracias a las rebajas, como es julio. Un descenso de este tipo se esperaba en la época de otoño, pero se ha adelantado al verano.

Se pone así de manifiesto que la capacidad de consumo e inversión de las familias ya se encuentra en dificultades, lo que inevitablemente agravará la crisis en el cierre de año.