Opinión

Enmendar sus propios Presupuestos, la bala que le resta al Gobierno

    Pedro Sánchez, en la tribuna del Congreso.

    Eduardo Ortega Socorro
    Madrid,

    La semana pasada fue muy dura para el Gobierno, tanto como una ronda de exámenes para un alumno que no ha estudiado más que la portada de los libros sobre los que va a ser preguntado.

    Los dos principales órganos evaluadores de la economía española, el Banco de España y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), calificaron con un suspenso el proyecto de Presupuestos Generales del Estado de Pedro Sánchez. Unos ingresos sin credibilidad y un déficit que amenaza con dispararse 11.000 millones de euros por encima del objetivo de PIB aprobado son los principales culpables de que ambos entes no se crean las Cuentas.

    Todo ello a pesar del cable que le intentó echar Jesús Gascón, director general de la Agencia Tributaria, al Ejecutivo, quien aseguró que con los ingresos adicionales que permitirá el ciclo económico se alcanzarán las estimaciones de recaudación.

    Con todo, al Gobierno todavía le resta una bala en la recámara para convencer al Banco de España y a la AIReF de respaldar su apuesta. Si el proyecto supera el trámite de enmiendas a la totalidad que se celebra la próxima semana -algo que parece hecho, aunque los ministros del Gabinete de Sánchez no terminan de fiarse de los bandazos exhibidos en este asunto por los partidos independentistas catalanes-, se abrirá el trámite de enmiendas parciales, que es previsiblemente cuando más cambios puede sufrir el proyecto bajo la presión de la negociación política. Se trata de una oportunidad inigualable para que el Gobierno asuma la necesidad de cambiar sus previsiones y equilibre ingresos y gastos aunque es cierto que el espacio para ajustes es limitado-, con un gesto que dotaría de credibilidad a unas Cuentas muy necesitadas de ella.

    Sin embargo, esta idea también significaría asumir el hecho de que las Cuentas no estaban bien diseñadas desde un principio, incluyendo la triquiñuela contable de lograr más ingresos por IVA adelantando un mes. ¿Será el Gobierno capaz de asumir este reto ético pero también necesario? En unas semanas lo sabremos.